Un amigo me ha enviado este texto por correo electrónico:
Abusos
Huelga de controladores aéreos
Francisco Capella
Durante mucho tiempo advertí a mis compañeros de que se estaban
pasando y que estaban generando un sistema insostenible, pero
obviamente no me hicieron ningún caso y continuaron los excesos y
abusos.
Tengo formación académica como físico -en inteligencia artificial e
ingeniería del conocimiento- y como economista. Soy liberal,
comentarista de opinión en Libertad Digital y miembro del Instituto
Juan de Mariana. Y soy controlador aéreo en Aena desde hace once años,
de lo cual no estoy precisamente orgulloso. He estado destinado en las
torres de control de Tenerife Sur y en Madrid Barajas (donde fui
instructor y supervisor) y ahora estoy en proceso de instrucción en el
centro de control de ruta de Madrid Torrejón. Además he estado en
comisiones de servicio en las torres de Almería, Ibiza y Málaga. Aclaro
que este artículo lo escribo a título estrictamente personal.
Mis sueldos de los últimos años han estado ligeramente por encima de
la media dada a conocer por el ministro Blanco (aquellos más de 330.000
euros brutos anuales). Además mi nómina era de las relativamente bajas
en la torre de control de Barajas, ya que estando más o menos en la
media de antigüedad y carrera profesional yo solo hacía la ampliación
laboral básica (el primer nivel de los tres que había de horas extra).
Y Barajas es una torre de categoría inferior a los centros de control,
que es donde hay más personal destinado.
Estos abultados salarios se han conseguido mediante la elevación de
la demanda de controladores y la restricción de su oferta, fenómenos
que no han sido ajenos a la presión sindical y a su capacidad de hacer
daño al dejar de prestar un servicio esencial difícilmente sustituible
(la unión hace la fuerza, especialmente en un monopolio público como
éste). Los propios controladores decidían de forma casi unilateral
cuántos eran necesarios durante cada turno en cada dependencia (las
configuraciones de referencia, con cantidades a mi juicio infladas y
exageradas porque prácticamente siempre solía sobrar personal, a menudo
se abrían sectores no estrictamente necesarios y las horas
efectivamente trabajadas estaban lejos del límite reglamentario). Dada
la limitación de horas a trabajar por convenio (1.200 anuales) se
programaban grandes cantidades de horas extra.
Algunos controladores se han presentado ante la opinión pública como
responsables trabajadores que sacrificaban su tiempo libre, su familia
y su salud (el famoso presunto estrés laboral) para hacer las horas
extra y salvar la navegación aérea, al turismo y al país: la verdad es
que se aprovechaba cualquier oportunidad para generar esos servicios
adicionales y se hacía cola para hacerlos y cobrarlos suculentamente.
Simultáneamente el sindicato reclamaba con gran cinismo ante la opinión
pública más controladores, justo lo contrario de lo que realmente
quería (cualquier economista puede explicar cómo a los gremios les
interesa restringir la competencia para elevar sus ingresos y mejorar
sus condiciones).
Quizás por la bonanza económica o para evitar problemas políticos los
ministros y los directivos anteriores de Aena cedieron ante la presión
sindical, básicamente las amenazas de dejar de hacer esas infladas
horas extra y quizás también retirar a los profesores de la escuela y
parar en seco los procesos de formación. Otras medidas eran y son las
típicas de las huelgas de celo: utilizar el reglamento y los
procedimientos (estos últimos de nuevo decididos y aplicados según el
criterio de los propios controladores) como excusas para ralentizar el
tráfico (los controladores aéreos insisten mucho en la seguridad, la
cual invocan constantemente y aprovechan para meter miedo al personal,
pero de lo que no pueden presumir en general es de eficiencia).
Durante mucho tiempo advertí a mis compañeros de que se estaban
pasando y que estaban generando un sistema insostenible, pero
obviamente no me hicieron ningún caso y continuaron los excesos y
abusos. Y entonces llegó la crisis económica, la reducción del tráfico
aéreo y el cambio de ministro de Fomento y de equipo directivo en Aena.
Y más recientemente las nuevas leyes sobre provisión de los servicios
de navegación aérea. Lejos de practicar una sana autocrítica, el nuevo
equipo directivo de USCA (Unión Sindical de Controladores Aéreos) ha
decidido huir hacia delante, se han autoproclamado víctimas
esclavizadas y han promovido la convocatoria de una huelga. Estoy
totalmente en desacuerdo, y además me siento profundamente avergonzado
e indignado por lo que he visto y oído en los últimos meses en la torre
y en la sala de control. Por eso me he dado de baja del sindicato USCA
y estoy considerando mi futuro profesional. En próximos artículos
espero ir dando más detalles, aclarando ideas y desmontando diversas
falacias difundidas interesadamente por algunos controladores aéreos.
Francisco Capella es director del área de Ciencia y Ética del
Instituto Juan de Mariana <http://www.juandemariana.org/> , creador del
proyecto Inteligencia y Libertad <http://www.intelib.com/> y escribe
regularmente en su bitácora <http://intelib.wordpress.com/> .
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