Buen debate. Al que hay que añadir la decisión final que ha saltado hoy mismo por la mañana de ilegalizar a Sortu, decisión que al parecer no ha sido unánime, ya que se ha producido por 9 votos frente a 7.
Respondiendo a la pregunta que se planteba sobre si un parlamento autonómico debería estar legitimado o no para llevar a cabo un proceso de secesión, planteo algunas reflexiones, porque este es el meollo de la cuestión.
Estoy de acuerdo en la línea que plantea Dream Castilla. La cuestión es ¿se reconoce el derecho de los pueblos a decidir libremente su futuro en el estado español actualmente? La constitución del 78, elaborada para salvar momentamente el problema de fondo, deja muy claro que el estado español se construye sobre una única nación, la española. Y el encaje de las naciones denominadas históricas debe ser el autonómico. Para las naciones supuestamente menos históricas no existe ni siquiera el reconocimiento abstracto.
Y ahí entramos de lleno en una cuestión política: una cosa es la legalidad vigente, que responde a unos intereses determinados, otra cosa es lo que los colectivos sociales (y nacionales en este caso) entiendan que es legítimo o no. No siempre tienen por qué coincidir esa legalidad vigente con la legitimidad de ciertos planteamientos. Y ahí es donde entramos en el plano de la confrontación política.
Actualmente, para que se diera una situación en la que se pusiera sobre la mesa la cuestión nacional y la cuestión de los derechos de los pueblos y las naciones, es necesario crear una correlación de fuerzas lo suficientemente amplia como para forzar democráticamente a que se entre en un proceso constituyente nuevo que abriera esas cuestiones.
Porque estamos de acuerdo en que la confrontación política debería desarrollarse por vías pacíficas y políticas, pero una última reflexión al hilo de un comentario de Ginevra. Planteabas que la violencia es rechazable en todos los casos. Y tengo serias dudas de que esta sea la realidad hoy en día, ya que estamos ante un contexto de agresiones militares a un estado como el libio en el que a nadie se le escapa que se está dando una utilización de la violencia como forma de ejercer política. Es más, al hilo de la participación del estado español en las operaciones, se ha levantado una corriente de opinión que señala la hipocresía del PSOE, y que recuerda su campaña por el no a la guerra en Iraq, y esta corriente de opinión asume lo ocurrido en Iraq, y asume lo ocurrido con todas las consecuencias, que son entre otras cosas 100.000 civiles asesinados por el militarismo terrorista de determinados estados. Es verdad que no eran personas, tan sólo daños colaterales.
Optar por vías pacíficas y democráticas es el camino que la mayoría de las personas escogen, pero no podemos olvidar que lo hacemos en un contexto histórico en el que los estados no rechazan la violencia como forma de hacer política.
¡Salud!