Guay, vamos a contar lo primero que me parezca...
Propongo que localicemos cualquier producto y de él separemos aquello que es castellano de lo que no lo es. Así por ejemplo, una silla, con patas de acero procedente de Ucrania, boicot. O sólo me quedo con el respaldo. Un traje de Judo procedente de Paquistán, boicot. No. Pero, vamos más allá. Si un libro editado en Castilla, por empresa de capital castellano, trasportado por transportista castellano en local regentado por castellano, pagando todos los impuestos a instituciones autonómicas castellanas, hasta ahora estupendo, pero, ¡ay!, el papel del libro es de madera sueca, y la tinta... importada de la exótica China. Pues yo no lo puedo comprar ni leer. Y la comida... Imaginemos ese pastel, donde la harina sí, es castellana, pero... y esa almendra tan sospechosa...
Propongo usar un sello comercial, en plan estrella de david del período nazi, donde ponga esto es 100% castellano.
Qué una empresa perjudica al vecino, pero no a mí, perfecto. Que se marcha de otro lugar para venir aquí, por algo bueno será, no vamos a pensar que las reglas de juego sólo nos gusten cuando nos beneficien... No socialicemos las alegrías. A mí sólo me duele cuando hay dolor dentro de unos kilómetros cuadrados determinados. Fuera, no. A mí, sólo me importan las empresas mías, y si se marchan, son traidoras. La pregunta sería: ¿tú te casarías con alguien que sabes que te va a engañar cuando pueda, a la primera de cambio? El capital se prostituye por el mejor pagador. La deslocalización es fruto de la globalización: las empresas buscan trabajadores precarios (obedientes, baratos, dóciles, asindicados) y menos impuestos (que cada uno se pague la educación y la salud...).
Estos temas van a donde van. Como en una viñeta crítica con la estupidez de cierto nacionalismo en la revista de El Jueves..., donde un chaval pisa una mierda, y exclama, "sí, pero es mi mierda, y la piso como sólo los de aquí sabemos hacerlo".
La defensa de las identidades populares e históricas en el mundo de la globalización, es la defensa frente a la uniformidad que impone en gustos, estéticas, pensamientos, lenguas y culturas este capitalismo macdonalizante de la globalización. Defender lo nuestro, no es defender a "nuestros" capitalistas. El capital no entiende de fronteras... Defender lo castellano, es defender el derecho a vivir como un pueblo desee y no como los jerifaltes de Washington, o los pensadores del marketing decidan. Es no ir a la moda, defendiendo la etnodiversidad, no entrar en batallitas comerciales, y saber cual es el adversario a batir: aquellos que quieren la disolución de los pueblos.
Ahora, defensas de las autarquías... NO

