Siempre pensé que la universidad era una especie de templo, un lugar casi sagrado cuya misión varias veces centenaria era preservar, crear y transmitir el conocimiento, en cualquiera de sus formas. Ahora me doy cuenta de que estaba equivocado, o de que, en el mejor de los casos, empiezo a estar equivocado. Asistimos al renacimiento de la universidad, a su transformación, como si de un telepredicador al uso se tratase, en simple elemento económico. Llega la universidad como industria transformadora: su materia prima son ciudadanos en potencia, y su producto manufacturado un montón de consumibles “high-profile” para el mercado de trabajo. Me gustaría pensar, para descargar mi conciencia académica, que los mercaderes han invadido nuestro templo, pero sospecho que eso sería una excusa bastante pobre: somos nosotros, la institución universitaria, la que invita a entrar, desesperada, a esos mercaderes. O, al menos, a su filosofía mercantilista.
José Jesús García Rueda, Universidad Carlos III, Madrid, 8/10/2002
Durante siglos, el avance del conocimiento en las universidades fue resultado de la lucha por la libertad de pensamiento, primero contra el control inquisitorial de quienes ponían barreras a esta en nombre de la verdad religiosa y luego contra el poder político y sus inquisidores, que también veían como un peligro para el orden sociopolítico la libertad de cátedra y el espíritu rebelde de los estudiantes. Ahora, el dogma del Libre Mercado y los guardianes de su ortodoxia intentan imponer su lógica en las universidades en nombre de los principios sacralizados de la competitividad, la productividad y la eficiencia, definidas en términos exclusivos de rentabilidad económica. Un intento que cuenta con la colaboración activa de aquellos académicos que han abrazado la nueva fe transmitida desde el poder, y con la colaboración pasiva de los que piensan que pueden salir beneficiados personalmente o continúan confundidos en cuanto a la verdadera naturaleza del choque entre lógicas incompatibles al que estamos asistiendo.
Isidoro Moreno, “La Universidad, el Mercado y Bolonia”, Le Monde Diplomatique, edición en español, nº 159. Enero 2009.
CRÓNICA DE UNA VERGÜENZA ANUNCIADA
Creo que estas dos citas explican perfectamente lo que ocurrió el pasado jueves día 21 en el salón de actos de la Escuela Politécnica Superior de la Universidad de Burgos.
La vergüenza de los mercaderes manejando la Universidad a su antojo como parte de su aparato de propaganda no es una vergüenza para los mercaderes, ni para los miembros de la comunidad universitaria que les apoyan activamente. Ellos son los desvergonzados. Es una vergüenza para la Universidad y una vergüenza para quienes asistimos a la representación que allí tuvo lugar.
No creo que se deba calificar como “farsa” lo que ocurrió en el salón de actos de la Escuela Politécnica de la UBU, pues farsa es palabra que proviene del francés “farse”, “farce” en la actualidad”, y se refiere a una pieza cómica breve utilizada de relleno en otra representación con más enjundia. Pero lo de ayer no fue ni cómico ni breve, ni el relleno de otra cosa. Fue una representación bastante larga, tediosa y bien triste.
Lo que iba a ocurrir ya estaba cantado y ya lo habíamos anunciado, pero nos quedaba la duda de que podríamos estar siendo muy mal pensados. No se puede acusar a nadie por lo que parece que va a hacer. Así que allí fuimos a ver qué pasaba.
Empezaron anunciándonos transparencia y necesidad de comunicación. Es lo normal. No nos iban a decir que querían ocultarnos cosas para que no nos enteremos de lo que no les interesa que sepamos. También nos anunciaron su deseo de inspirar confianza. Qué cosa más rara… para qué querrá alguien inspirar confianza. Parece algo muy novedoso esto que se le ocurrió al señor Iñaki Torres, Director de una empresa llamada ESTUDIO DE COMUNICACIÓN que trabaja para BNK Petroleum. Se ve que por dar estos consejos a las grandes empresas le pagan y además parece que con lo que le pagan le llega para comprarse trajes caros y zapatos de los buenos.
Con estos buenos consejos que se daban entre ellos y que nosotros escuchábamos atónitos comenzó la sesión. Previo a este preámbulo asistimos a la magnífica salutación del magnífico Rector de la Universidad de Burgos. Todo muy magnífico y grandioso para los que somos de pueblo.
Fueron desfilando uno tras otro los ponentes, acompañados, cómo no, por sus correspondientes poguerpoins, que son estas cosas que nos ponen con alardes tecnológicos en la pantalla para que lo que ocurre se parezca más si cabe a la ficción cinematográfica. De todas formas, a pesar de que quienes manejan estos cacharros presumen todos ellos de tecnólogos, a veces se les cae el ratoncillo al suelo, el micrófono que les ponen para que podamos oirles no saben para qué sirve, no les funciona la función que debería funcionar como su propio nombre indica, no sale el poguerpoin que quieren que salga sino otro que había por allí y cosas de estas que nos tienen entretenidos un poco más tiempo para que no nos quede de eso mismo para poder hacer preguntas y establecer un debate. En algunos casos estos ponentes lo que hicieron fue leer lo que estaba escrito en el poguerpoin, por lo que no se entiende para qué estaban allí (sería por el cordero del mediodía), porque quienes estabamos allí sabíamos leer todos.
Hablando de los ponentes y las ponencias, habría que hacer dos excepciones. En ambos casos se trataba de las únicas ponencias cuyos ponentes parecían no trabajar para BNK Petroleum o Trofagás. En ambos casos los ponentes utilizaron la pantalla para ilustrar sus explicaciones y no para leer en ella lo que también podíamos leer nosotros. En ambos casos se trataba de investigadores y sus ponencias fueron las únicas en las que había cierto rigor científico, aunque bañado algunas veces en un espeso magma ideológico. La primera de estas ponencias, “Geología de la provincia de Burgos”, presentada por el profesor de la UBU José Ángel Porres, fue además de interesante, entretenida, y para quienes intentar satisfacer la curiosidad por todo lo que percibimos a nuestro alrededor es un verdadero placer, fue una buena oportunidad de disfrute. La otra ponencia a la que me refiero fue la presentada por el paleontólogo Juan Carlos Gutiérrez Marco, en la que nos ilustró sobre lo que es el gas pizarra.
La ponencia presentada por el profesor Porres introdujo deliberadamente y en pequeñas dosis un mensaje que a alguien debía interesar transmitir y que no tendría por qué ser objeto de una ponencia destinada a explicar la geología de la provincia de Burgos. El mensaje, repetido en más de una ocasión era este: “Hay que conciliar la protección con el uso”. Además estamos de acuerdo con lo que se dice, pero no con lo que se quiere transmitir. Es posible que los expertos de ESTUDIO DE COMUNICACIÓN tengan algo que ver en esto. Efectivamente hay que conciliar la protección de la naturaleza con el uso, pero no con el ABUSO, que es lo que en realidad se pretende. El planeta en el que vivimos no es nuestro y si lo usamos tenemos que ser conscientes de que las generaciones venideras tienen el mismo derecho que nosotros a usarlo.
El paleontólogo Juan Carlos Gutiérrez Marco, aun teniendo que reconocer su gran sinceridad en lo que dijo, transmitió bastantes más mensajes. Algunos en forma de amenazas. Si queremos seguir viviendo como lo hacemos, sobretodo como lo hacen algunos, no nos queda más remedio que explotar el gas pizarra. Quizá no le falte razón. Pero ¿por qué no se puede plantear que es posible que no haya que seguir viviendo como lo hacemos? ¿Por qué sólo el plantear esto se considera como algo ridículo? Al final de su ponencia nos mostró una viñeta de El Roto. En un primer momento podría parecer que él no entendía lo que nos transmitía El Roto, pero es posible que fuéramos nosotros quienes no le habíamos entendido bien a él. La codicia es la que nos mueve a explotar el gas pizarra. Esto es lo que nos quería decir el paleontólogo. Y tiene razón, porque la codicia es algo que afecta a todos, pero la de las grandes compañías es proporcionalmente mucho mayor.
Tras estas dos ponencias, el resto de la Jornada fue una auténtica puesta en escena de BNK Petroleum – Trofagás. Se sucedieron en la tribuna de oradores, por llamarles de alguna forma, una serie de ejecutivos de diferentes empresas, todas ellas vinculadas directamente a la explotación de hidrocarburos, carentes absolutamente de rigor científico, para presentarnos lo que no eran más que simples presentaciones comerciales, totalmente vacías de contenido en las que sólo se dice lo que interesa decir y en las que se cantan las excelencias de lo que se quiere vender.
El director de GESSAL, empresa involucrada en varios permisos de investigación en nuestro territorio, leyó una aburrida presentación comercial. El responsable de gas no convencional para Europa de SCHLUMBERGER nos presentó las excelencias de su compañía, desde luego mucho mejor que las de la competencia, y los avanzadísimos métodos que han diseñado para la explotación del gas pizarra.
Sin embargo, estos dos ponentes, dijeron algunas cosas que en lugar de tranquilizar inquietan bastante. Ambos insistieron en que es fundamental tener un buen plan de residuos. Se ve que los residuos son peligrosos. Pero ninguno dijo en qué consiste un buen plan de residuos. Debe de ser que ya lo pensarán más tarde. También dijeron que el tratamiento de los residuos y de las aguas contaminadas era muy costoso. Al parecer las aguas contaminadas nos las tendremos que terminar bebiendo porque las limpias las van a usar todas para la fractura. En España ya tenemos bastantes problemas de suministro de agua como para tener que gastar 20 millones de litros en cada uno de estos pozos que con las maravillosas tecnologías de SCHLUMBERGER tienen una vida de 4 o 5 días. Si en el área correspondiente a uno de los actuales permisos funcionan simultáneamente 20 pozos supondría un consumo de agua de 400 millones de litros de agua cada 5 días, es decir, 80 millones de litros de agua al día y así durante 4 o 5 años. ¿De verdad que tenemos tanta agua? Pues no nos habíamos enterado.
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