Ni éstos ni aquéllos
11 muertes: ¿dónde estás, poder?
Crónica de la Manifestación del 17 de diciembre por las víctimas del incendio de Guadalajara
Sábado 17 de diciembre, miles de personas manifestándose en silencio en una provincia tan despoblada como Guadalajara, donde el silencio por todo lo que se ha ido es ya la condena eterna de la que nunca se habla en la gritona política de una España solamente ocupada en sus polémicas falsas.
Faltan once. No están. Desde el 17 de julio, en los pinares del Alto Tajo, faltan. Sus nombres encabezan los once carteles tras los que el silencio habla.
Nadie más. Oleadas de recuerdo que acompañan el dolor de los familiares caminan una tras otra cubriendo de parte a parte las avenidas más amplias de Guadalajara. Sin consignas. Sin otros labios que los que se desgarran conteniendo la emoción que lleva a mantener la cabeza baja.
La parte más gruesa del duelo aún no ha abandonado la Delegación de Medio Ambiente cuando los once que faltan ya han doblado la esquina del Palacio del Infantado, para enfilar la calle Mayor arriba, en dirección a la Subdelegación del Gobierno.
También las autoridades faltan... No estuvieron el 17 de julio, descansaban... Tampoco se les encuentra el 17 de diciembre: reposan de las toneladas de tierra que han invertido en tapar y cubrir el asunto político para que no les alcancen las responsabilidades... Tan no hay responsabilidades que la única irresponsable que dimitió para acallar responsabilidades fue llamada a los veinte días para asumir aún más altas responsabilidades. Rosario Arévalo, la irresponsable premiada, falta asimismo en la tarde silenciosa de Guadalajara: no falta a sus deberes partidarios, por su silencio cómplice y consorte seguirá asumiendo cada vez más altas irresponsabilidades presupuestarias.
Al llegar a la Subdelegación del Gobierno, sólo cuatro de los ventanales presentan una tenue luz dentro, detrás de las cortinas echadas por las que no se vislumbra a nadie. La puerta está entreabierta, pero protegida por la policía... Junto al palacio gubernativo, el no menos imponente palacio de la Audiencia Provincial, simbólicamente a oscuras a esas horas, como siempre está la Justicia cuando una cuestión puede perjudicar seriamente al Régimen que la sostiene
En la calle, una familiar de las víctimas recuerda a los fallecidos, lee un comunicado de agradecimiento por acompañarles en su memoria y sólo pide que acaben las mentiras que han caído sobre la tragedia.
Alguien, ajeno a los convocantes, se embosca entre ellos y grita: “¿Dónde estás, Juan Pablo?” (Herranz, subdelagado del Gobierno). Otro emboscado cita a algunos miembros del Gobierno... Apenas nadie les secunda: no es ese el objetivo de quienes han caminado con el dolor en silencio.
Cuando los manifestantes comienzan a disolverse, otra comitiva avanza entre los asistentes: son cargos nacionales, regionales y provinciales de la oposición, que se sitúan a las puertas del palacio gubernativo que pronto esperan recuperar. Poco después, el emboscado entre los asistentes se acerca al grupo y saluda a algunos de sus componentes.
El poder está donde siempre, bien resguardado de peligros, cómodo, alternante: a salvo.
Junto a los muros de la Subdelegación del Gobierno, han quedado apoyadas algunas pancartas de los manifestantes: “Verdad”, “Justicia”, “Dimisiones”...
Me quedo con las ganas de gritar: no caigáis en su trampa pronunciando esas palabras viciadas. La mentira y el engaño son su poder, mutuo, pactado, en política y en "Justicia". Es el sistema, compatriotas, en donde son ellos siempre quienes ganan... Pronunciad: ¡Comisiones democráticas de Investigación! ¡Tribunales democráticos de Cuentas para controlarles sus estafas! ¡Responsabilidades políticas y penales de los cargos públicos ante jueces democráticos...!
Juan-Pablo Mañueco
http://www.democracia-real.org/html/modules.php?name=News&file=article&sid=357.