La Audiencia de Barcelona ha condenado a penas de seis años y siete meses de prisión a tres agentes de los Mossos d'Esquadra por torturar a un hombre de origen rumano, Lucian P, al que detuvieron por error el 27 de julio de 2006, y al que llegaron a poner una pistola en la boca para obligarle a confesar un delito que no había cometido. En su sentencia, la sección novena de la Audiencia de Barcelona condena a estos tres policías por los delitos de torturas, lesiones e inviolabilidad del domicilio; a otro mosso, a dos años por un delito contra la integridad moral, y al último a varias multas.
La sentencia señala que los agentes, que no se identificaron como tales, golpearon por todo el cuerpo y torturaron al detenido -al que confundieron con un atracador- en la comisaría de Les Corts. Además, maltrataron a su novia, embarazada de tres meses, hasta que la mujer les permitió entrar en su domicilio para registrarlo ilegalmente. La sentencia es más benévola que la petición de la fiscalía, que era de 10 años de cárcel para tres mossos, siete años de cárcel para otro y tres más para el quinto agente.
Los hechos ocurrieron la noche del 27 de julio de 2006, cuando Lucian P. salía de su domicilio de Barcelona con su novia, Fulga I. Cuatro policías de paisano se abalanzaron sobre él, lo esposaron y le propinaron "todos ellos, indistintamente, reiterados golpes y puñetazos por todo el cuerpo, pisándole la cabeza contra el asfalto y agarrándole por el cuello para impedir que gritase", según el fiscal. Al mismo tiempo le espetaban: "Hijo de puta, te vamos a matar, te gusta golpear a las mujeres, te van a caer 20 años". Cinco días antes, una mujer había denunciado un robo en su vivienda y una agresión. Los Mossos le enseñaron unas fotografías y ella identificó con dudas a un sospechoso.
Amenazaron con matarlo
La fiscal señalaba en su escrito que ciudadanos que pasaban por el lugar de la detención recriminaron a los agentes de paisano "su brutal actuación". Entonces, uno de los mossos se identificó y les pidió "que los dejaran en paz porque estaban haciendo su trabajo". Al detenido, el agente Jordi P. le amenazó que "si le soltaba la juez, lo podían matar, que no sería el primero". Los policías Manuel F. y Joan S. se sumaron a la paliza.
Ya en comisaría le apretaron más fuerte las esposas y siguieron golpeándolo e insultándolo en un cuarto. El hombre pidió que cesaran porque era hemofílico y se podía morir, a lo que los agentes respondieron que "más le valía", siempre según la fiscal. Después le obligaron a desnudarse y le llevaron a un calabozo. A la mañana siguiente, la víctima no le reconoció y el detenido quedó en libertad. La novia también estuvo dos horas en comisaría.