Volviendo la vista al pasado como de aquellos recuerdos grabados en una cinta de vídeo que reproducimos en nuestro antiguo y empolvado VHS una y otra vez, en estas fechas, se vislumbra con nostalgia los años vividos que fueron más intensos, más cargados de grandes y diversas emociones y los más interesantes desde cualquier pragmática. La realidad frente al recuerdo, porque nunca fue ficción. Es la lucha de mantener vivas imágenes y flashes que nos vuelven a conmover, todo ello frente a los cambios del presente que en aquellos tiempos era un futuro lejano y también impredecible en una sociedad convulsa, sin un rumbo fijo.
Nos encontramos en la última etapa del diciembre laboral y rutinario para girar con 360 grados en nuestro círculo y olvidarnos de todo; buscamos evadirnos, disfrutar y alterar nuestras costumbres cotidianas, se acercan banquetes, regalos, abrazos, besos, recuerdos, épicas que contar…y tantas y tan variadas sensaciones que no pueden ser descritas en conjunto.
Esta es la época en la que nos inunda un espíritu extraño. Le llaman espíritu navideño. Consiste en volvernos más humanos, solidarios y compasivos. El mundo que durante todo el año registra contiendas, sucumbe plácidamente a la calma y parsimonia de este reducido periodo de tiempo. Y desde el adiós las almas que vagan por el camino de lo desconocido y de quienes sinceramente no cabe recuerdo, pero que reclaman y acaparan en esta misiva su atención respetado lector. Pregúntese que celebra cuando hay niños que lloran. Pregúntese que conmemora cuando hay quienes han perdido a su ser querido. Pregúntese dónde quedaron los valores que hace no muchos años plasmaron en esa vieja escena gráfica. Y recuerde que mientras usted cena miles de millones de muertes asolan a nuestro globo terráqueo, miles de problemas quebrantan nuestra fauna y flora, miles son las causas por las que nuestro ecosistema se ve peligrar, miles de millones de motivos son los que podría darle para reflexionar.
Pregúntese por última vez, si merece la pena disfrutar de la paz durante 15 días, disfrutar de sus familiares queridos, disfrutar de sus allegados y de los momentos mágicos, cuando podríamos hacerlo durante los 355 días del año en los que nuestra cabeza y cuerpo tiene la mente puesta en el nuevo ciclo. Tengo la impresión de que somos autómatas sin control.
Disfrute la navidad y desde el adiós que dará dentro de 12 días a este 2005, no se le olvide que
el mundo lo formamos todos. Paz.