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Autor Tema: Unión, Progreso y Dedocracia  (Leído 1119 veces)
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covarrubias
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« : Julio 08, 2009, 10:17:25 »


Parece que empiezan las luchas internas en UPyD.
Es lo que pasa en los partidos llenos de trepas y arribistas, que no se aguantan entre ellos.

http://www.publico.es/espana/237253/union/progreso/dedocracia
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ORETANO
-Mesta-
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« Respuesta #1 : Julio 08, 2009, 14:46:55 »


Gran título icon_lol icon_lol. Aunque son los únicos que tienen huevos de meter la legalización del cannabis. Parece increible pero un partido que se precia de serio va con la legalizacón en su programa. Es el comienzo del fin de la discriminación a los porreros.
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De vez en cuando es bueno recordar la clase de persona que se quiso ser.

Arthur Miller
Mudéjar
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« Respuesta #2 : Julio 08, 2009, 15:11:37 »


¿Pero éstos no eran los que querían listas abiertas en las elecciones, y ahora dicen que la dirección del partido se tiene que elegir en bloque?
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Maelstrom
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« Respuesta #3 : Julio 09, 2009, 15:20:04 »


Los represaliados lanzan un comunicado:

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Comunicado ante los expedientes de expulsión
Varios de los participantes en esta iniciativa estamos recibiendo comunicaciones del Consejo de Dirección de UPyD, donde se nos comunica la apertura de un expediente disciplinario, la suspensión de militancia y la posible expulsión del partido. Una de las causas argumentadas es la existencia de esta página web.

En primer lugar, queremos dejar constancia de que ni en las normas y estatutos de UPyD ni en la legalidad vigente existe precepto alguno que hayamos infringido, ni sustento justo para iniciar contra nosotros acciones sancionadoras colectivas. Podrá gustar más o menos nuestra actuación, pero se ajusta plenamente al ejercicio legítimo de nuestros derechos y debe ser por lo tanto respetada. Estamos en condiciones de desmontar todos y cada uno de los argumentos que la Dirección utiliza para arremeter contra nosotros, y así lo haremos. Sin embargo, la intención de este escrito no es defendernos de esas falacias mal hilvanadas, sino mostrar nuestra posición.

Entre nosotros hay cierta perplejidad. Sabíamos que no es del gusto de la Dirección que afiliado alguno tenga opinión propia y menos aún que la manifieste a otros. Teníamos conocimiento de la utilización de los expedientes de forma discrecional e injustificada. Aún así, estamos sorprendidos por la irresponsabilidad cometida. A no ser que estuviese terriblemente mal asesorado, el Consejo de Dirección debería saber que no existe causa justa para actuar contra nosotros y contra muchos otros compañeros contra los que ha actuado. Sabemos que se esperaba que la carta con el ultimátum que nos dirigió el Responsable de Organización fuese eficaz. Hasta hace poco, la táctica del amedrentamiento puede haber dado resultados. Ahora ya no es así.

Había existido un goteo permanente de hechos que no nos gustaban. Sin embargo, la total ausencia de cauces para comunicación interna y nuestra propia ilusión retrasaron la pérdida de la confianza. El contenido del Reglamento del primer Congreso y la reacción ante quienes pedimos su modificación resultó el test definitivo que nos hizo salir de dudas: nuestro partido está siendo gestionado internamente de forma personalista, autoritaria, oscurantista, contraria a lo pactado por el grupo fundador en el Manifiesto Fundacional y, lo que es peor, las acciones de la actual Dirección se encaminan a perpetuar esto en el próximo primer Congreso. A partir de esa convicción, unos pocos compañeros optamos por defender nuestras opiniones en lugar de abandonar. Eso nos unió e hizo que descubriésemos que ni estábamos solos, ni éramos pocos, sino que existía una necesidad real de comunicación. Por mucho que se nos suspenda de militancia no vamos a cerrar la web. Ese medio de comunicación seguirá existiendo. Además, las personas que apoyan esta iniciativa son muchas más que aquellas cuyos nombres aparecen aquí. Se dice una y otra vez por los medios “oficiales” del partido que nuestra intención es promocionarnos personalmente como candidatos. Ahora podrán comprobar que no es así. Aunque nos impidan presentarnos a los expedientados, otras personas podrán hacerlo con idénticas propuestas. ¿Los expedientarán también?

Por otra parte, queremos llamar la atención acerca de los perjuicios que la Dirección está causando y puede causar al conjunto del partido. Además del reguero de descontento interno que está sembrando por doquier, en este caso concreto está comprometiendo la imagen de UPyD. La dirección de un partido político no puede expulsar a los críticos por el hecho de serlo. Que nadie nos diga que debemos mentir ni ocultar la verdad por el bien del partido. No hay que confundir el bien de una organización con la impunidad de sus dirigentes. El daño precisamente lo pueden causar las irresponsabilidades de éstos.

Vamos a continuar con nuestra iniciativa, abierta como hasta ahora a las incorporaciones de quienes la crean necesaria. Vamos a incrementar la comunicación. Vamos a defender nuestros derechos en el ámbito jurídico. La capacidad de los dirigentes de nuestro partido para evitarlo es nula. Sin embargo, como siempre hemos dicho, estamos abiertos al diálogo. Tanto si nuestra Dirección recapacita y renace en ella el respeto por la pluralidad y la democracia interna, como si constata que jurídicamente no se tiene en pie su proceder.

Nos gustaría que el conocimiento de este desagradable episodio, como tantos otros pasados, presentes y previsiblemente futuros, sirviese para que el conjunto de nuestro partido reaccionara consecuentemente con las ideas de regeneración democrática que inspiraron su nacimiento y le granjearon el apoyo de muchas personas de buena fe.



http://estanoeslawebdeupyd.blogspot.com/2009/07/comunicado-ante-los-expedientes-de.html

Existe, a todo esto, un interesante foro de UPyDeros expulsados o críticos donde se publican los trapos sucios del partido:

http://www.ciudadanosenlared.com/foros/viewforum.php?f=21

UPyD huele ya tanto a podrido que incluso periodistas que apoyaron a este partido reniegan ahora de él:

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Triste, solitario y final


GABRIEL ALBIAC
Lunes, 06-07-09
NO le digo ahora adiós. Lo dije entonces, cuando, hace menos de dos años, Mikel Buesa inició la derrota que cierra dignamente ahora. Fue el síntoma de que todo iba a venirse abajo. Los partidos recuperaban el control total de lo político, que parecían haber perdido, y que quizá ciertamente perdieron, entre la primavera de 2004 y el invierno de 2007; cuando, por primera vez desde que España es democracia, la gente tomó en las calles el relevo de una casta por la cual se juzgaban estafados. En 2007, Buesa anunciaba su ingreso en el partido nuevo de una vieja aparatchiki del PSOE a punto de perder el sueldo del cual vivió en los últimos treinta años. Vi en aquello un error, entonces. Ahora, cuando Buesa decide volverse a casa, es ya tarde. No hay remedio. Los partidos recuperaron el control. De todo. Y el ciudadano entró en el tibio redil tras sus pastores. Lo peor sucede siempre: es una ley de la materia.
Por eso fascinaba tanto el movimiento ciudadano hace cuatro años. Por eso era preciso aniquilarlo. Los partidos políticos son una maldición inseparable de la democracia: quizá su precio más oneroso y su perversión moral más repulsiva. Pero algo hay que pagar por este, que es, pese a todo, el menos doloroso de los sistemas políticos hasta hoy conocidos: el único en el cual, por lo menos, el pago de brutales impuestos compra el primordial derecho a atrincherarse en lo privado y mandar, desde allí, al Estado a hacer puñetas. Los que hemos visto otros tiempos y otros sitios, sabemos hasta qué punto esta minucia es el mayor lujo. No dan para mucho más las sociedades humanas. Y allá donde un mundo es bastante inteligente -y suficientemente rico- para pagarse una vida mínimamente agradable, no persigue ya siquiera librarse de la parásita casta de sus políticos. Acota sólo lo que es conveniente pagarles para que no molesten. Y fija, en paralelo, las redes de comunidad que permitan al ciudadano relacionarse con sus iguales y despreciar con sosiego a aquella mala gente necesaria, a la cual mantenemos para que carguen con el trabajo moralmente más sucio. La libertad real de un país se mide por el índice de autonomía de la sociedad respecto de lo político; y por la intensidad de su hastío hacia partidos y Estado.
Aquí nunca existió eso. Ni antes, ni durante, ni después de la dictadura. El Estado, en la España del siglo veinte, absorbe todo. Y los partidos tienen, como objetivo primero, quebrar alma y libertad de quienes pagan sus cuentas. Es el mundo al revés. Pero viene de tan largo, que ni siquiera ya percibimos la amputación anímica que toma aquí nombre de democracia. Y es cierto que es menos malo eso que una dictadura. Pero, ¿puede llamarse democracia? Sólo muy analógicamente. Por eso, cuando el Foro Ermua sacó a la gente a la calle con objetivos y lemas que eran abiertamente odiosos a los partidos, cosechó un éxito tan inesperado. Fue una fiesta. Al fin la ciudadanía, pensamos algunos. Lo pensaron también los dirigentes políticos. Y entendieron que había que aniquilarlo. La más inteligente fue, desde luego, Rosa Díez: hacer de aquel grito de rechazo contra los partidos matriz para otro partido más, revela un cinismo político sin duda brillante. Buesa fue rehén de aquel proyecto. Se equivocó. ¡Tantas veces nos equivocamos todos! Le honra haberlo constatado ahora. Y haber tenido el vigor de abandonar. Y a mí me pasa como al protagonista de cierta novela negra, que no acierta a formular su despedida, porque eso sucedió hace mucho: «No le digo adiós. Se lo dije cuando tenía algún significado. Se lo dije cuando era triste, solitario y final».



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ALFONSO USSÍA
Grietas 5 de julio

Tengo amigos y familiares que no han dado un palo al agua en su vida, viven de las rentas y no tienen tiempo para pensar en nada, que votan entusiasmados a Rosa Díez. Anteriormente lo hacían al PSOE e incluso a Izquierda Unida, porque entre la nobleza y el mundo del dinero existe un modelo de esnobismo que ha resultado, para muchos, altamente beneficioso. No parecer de derechas. Viven en una derecha recalcitrante y antigua, madrugan a las once de la mañana, actúan como la ya obsoleta «aristocracia letrinal» acuñada por Luis María Anson, y se divierten jugando a ser de izquierdas de toda la vida. Hay familias especializadas en ello. Y la aparición de Rosa Díez en el cotarro político ha aliviado sus angustias y conciencias. Ya no se ven obligadas a votar a Izquierda Unida y acudir al colegio electoral desde su campo de ocho mil hectáreas. Aquello era muy duro. Votar para mantener un falso prestigio de progre termina con la calma de cualquiera. Y Rosa Díez ha sido la solución.
Rosa Díez ha sido mansa y valiente en dos etapas de su vida política. En la segunda, valiosísima y ejemplar. En la primera, colaboradora del nacionalismo y muy aficionada a querellarse con ciudadanos que no tragaban con sus mensajes de «normalidad» en el País Vasco. Quiso meter en la cárcel a Mingote. Y de ello no me olvido. Pero sus años últimos en el PSE los transcurrió con una gran dignidad. Cuando fundó UPyD la aristocracia de sangre o dinero que vota a las izquierdas desde sus fincas o desde sus bancos –la relación de nombres causaría asombro–, se apuntó al carro de la señora Díez en búsqueda del mal menor. Pero el tiempo deteriora los sueños, y las grietas en la fachada joven e impoluta de UPyD se han hecho visibles y preocupantes.
Mikel Buesa fue uno de los fundadores de UPyD. Hermano de Fernando Buesa, parlamentario vasco asesinado por la ETA en Vitoria, y ex Presidente del Foro de Ermua, nunca ha renunciado a sus orígenes izquierdistas y siempre ha mantenido el equilibrio y la dignidad ante la barbarie terrorista que ha sangrado su tierra. En muy poco tiempo, Mikel Buesa se ha cansado de Rosa Díez, a quien atribuye un excesivo placer por el autoritarismo. «No estoy en UPyD para hacer reverencias a Rosa Díez». Y se ha marchado. Se demuestra, una vez más, que los inventos políticos, por muy apoyados que se sientan durante su constitución, terminan por desvanecerse. A Rosa Díez no se le ha ido un mindundi. Se le ha marchado su número 2, su portavoz en Madrid y uno de los más influyentes miembros del Consejo de Dirección del partido.
No debe confiar Rosa Díez en la lealtad de la aristocracia letrinal y de la oligarquía económica con ínfulas progres. Estos se van como han venido, porque para ellos la política es un juego de salón, una continua fiesta de disfraces. No son demasiados, ni dentro de la nobleza ni de la banca y aledaños del ámbito financiero. Pero resultan agobiantes porque organizan muchas cenas, y siempre hay un tonto dispuesto a dejarse convencer por esnobismo. La grieta de Mikel Buesa puede llevar a la aristocracia esnob de nuevo hacia el PSOE o IU. Es lo más impactante, «alucinante» y elegante.
« Última modificación: Julio 19, 2010, 01:45:22 por Maelstrom » En línea
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