SU PADRE, DIEGO HURTADO DE MENDOZA
Cuatro siglos después, El Lazarillo de Tormes ya tiene autor La paleógrafa Mercedes Agulló ha descubierto, casi quinientos años después de su publicación, quién es el autor del Lazarillo de Tormes. Su nombre es Diego Hurtado de Mendoza, un nombre que obligará a cambiar muchos libros de literatura españoles.
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Tras décadas de trabajo, Mercedes Agulló ha logrado descifrar uno de los mayores misterios de la literatura española. Esta joya de la picaresca, publicada en 1554 y considerada el embrión de El Quijote, ha sido un misterio durante cuatrocientos cincuenta años. Agulló avanza, en El Cultural de El Mundo, algunos de los detalles sobre su investigación, que se publicará bajo el título: "A vueltas con el autor del Lazarillo".
La investigaciones de esta paleóloga han llegado a la conclusión, difícilmente refutable, de que esta obra salió de la pluma de Diego Hurtado de Mendoza, un hombre que "representa como pocos el ideal renacentista de unión de las armas y de las letras" según cuenta.
Elogiado por Lope de Vega, fue un mecenas de pintores y escritores, y escritor infatigable de manuscritos, además de nieto del Marqués de Santillana y amigo de Gracián y Santa Teresa de Jesús.
Mercedes Agulló destaca que esta revelación "no es obra de un hallazgo casual, sino de la tenaz persecución de un hilo durante todo este tiempo" conocedora de que su teoría refuta las tesis expuestas por cientos de historiadores. Además de otras tantas evidencias, la prueba definitiva fueron unos papeles encontrados por Mercedes Agulló en la testamentaría del cronista López de Velasco, albacea de Diego Hurtado de Mendoza, así lo acreditan.
Según cuenta Agulló, la prueba definitiva la encontraron en "Una serie de cajones y el impresionante lote de documentos acumulados por don Diego Hurtado de Mendoza durante su larga vida - 75 años- ya que al Cosmógrafo Real se le había encargado la administración de su hacienda. Ahí encontramos, al lado de una copia de "las Guerras de Granada" y otros papeles de la hacienda de Carmona, dos líneas que dicen: UN LEGAJO DE CORRECIONES HECHAS PARA LA IMPRESIÓN DE LAZARILLO Y PROPALADIA". La paleóloga confiesa haber leído esas dos líneas durante largo tiempo, que le han hecho ir tirando "tenazmente" del hilo que ha llevado al descubrimiento.
Como todo estudio, éste deberá ser sometido a refutación científica, es ilusionante estar tan cerca de solucionar el enigma del Lazarillo, señalan desde El Cultural.