Extraído de
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Desde Yesca, la juventud castellana y revolucionaria, siempre hemos entendido el 23 de Abril como el día nacional de Castilla, día del Pueblo Castellano. Consideramos que el día de Villalar es tanto una fecha de recuerdo de un hecho que marca un antes y un después en nuestra historia como pueblo, la derrota militar del movimiento comunero. Es una fecha de conmemoración de la sublevación del pueblo demandando justicia frente al rey Carlos V. Y además, también supone un símbolo de ilusión y de transformación de nuestra realidad luchando por un futuro digno para Castilla. Esta es la verdadera esencia de Villalar, lejos de romerías y ferias, de políticos autonómicos que vienen a hacerse la foto y de desfases fiesteros. Recogemos esa herencia de las primeras celebraciones del 23 de Abril, el Villalar símbolo de esperanza, de rebelión, de lucha. Y es que, hoy más que nunca, nos sobran los motivos para luchar.
Mientras la juventud tiene enormes dificultades para encontrar un empleo, no digamos ya un trabajo justo y digno, las medidas de un gobierno que se dice “socialista” pasan muchas veces por empeorar las condiciones laborales como por ejemplo alargando la edad de jubilación. Esta es una de las últimas perlas que se les han ocurrido a los genios del gobierno de Zapatero tras sus reuniones con la patronal, los banqueros y los sindicatos amarillos. Desde luego, los capitalistas se frotan las manos porque la crisis de su sistema que ellos mismos han acelerado apenas les afecta, mientras que repercute negativamente en la clase trabajadora, cada vez más precarizada y con menos servicios sociales y derechos. Es nuestro deber señalarles como culpables y decir que ya basta, que no somos quienes hemos de sufrir las codicias de su economía basada en la especulación, la construcción, el narcotráfico, la prostitución, el blanqueo de capital y el caciquismo. Basta ya de contratos basura, de usar el dinero público para salvar a banqueros avariciosos, de privatizar la sanidad, la educación, los recursos básicos y los pocos resquicios del sector público que el liberalismo económico aún no ha convertido en negocio.
Por otra parte, nos han querido hacer creer que la instalación de basureros nucleares es una solución al mal endémico del medio rural de nuestro país; algunos caudillos de diversas comarcas de Castilla, tanto del Norte (Tierra de Campos, Campo de Gomara y Valdavia) cómo del Sur (Calatrava, la Alcarria y la Mancha Alta), pujaron por acoger este regalo tóxico con la excusa de impedir que los pueblos mueran demográfica y económicamente gracias a los puestos de trabajo y los millones de euros que generaría el cementerio nuclear. Sin embargo, las gentes de Castilla no son estúpidas, y allá donde las candidaturas se han presentado se ha levantado una fuerte oposición popular al proyecto ya que sabemos que el dinamismo y la vitalidad de nuestras comarcas son incompatibles con ser el vertedero atómico del Estado Español. Lo que el mundo rural necesita es la infraestructura e inversión necesarias para que las actividades agrícolas sigan siendo viables y la juventud no se vea forzada a emigrar a los grandes centros urbanos para tener un futuro.
Pero todos estos problemas no los van a solucionar los políticos, puesto que son gran parte del problema. Nuestra tarea como jóvenes revolucionarios es hacer ver a la juventud de Castilla que la única solución para nuestros problemas pasa por nuestra propia voluntad de acabar con ellos; por la organización y la lucha constante para conseguir nuestras aspiraciones y erigir una sociedad justa cuyos valores estén en la igualdad, la solidaridad, el compromiso y la honradez, o en otras palabras, en el socialismo. 490 años después de la rebelión comunera ¡Iniciemos nuestra propia revolución!
¡Joven, lucha por una Castilla Comunera!
¡Viva Castilla Libre y Socialista!
Yesca, la juventud castellana y revolucionaria