No es así panadero. Hay una regla en restauración y es que cuando restauras un fragmento completamente perdido de una obra, no puedes inventartelo, debe o dejarse sin restaurar, o dejarse una clara diferencia de cual es la parte restaurada y cual la oiriginal, de modo que de cerca esto pueda apreciarse, pero de lejos no afecte a la visión global. Este astronauta hacía las veces de testigo de la época de la restauración, de modo que al verlo, comprendes que no es de la época de la construccion original y estas contemplando un fragmento restaurado, pero al contemplar la obra en general, no destaca en exceso ni distorsiona la visión global del edificio.
Lo que es una pena es que haya sido mas famoso el astronauta que la propia catedral.
Si, correcto, pero otra norma al uso también señala que los testigos deben ser coherentes con el conjunto, no desvirtuarlo alterando su estética o significación, y por supuesto dentro de ello cabe el hecho de que el testigo no adquiera por sí mismo más relevancia que el conjunto de la obra.
Hay un debate muy extenso sobre el modo de usar testigos en restauraciones de toda índole que incluyen a partidarios de no usarlos o de usar testigos integrados en la obra pero indistinguibles a simple vista para no alterar la estética original. Yo personalmente soy partidario de usar testigos discretos pues entiendo que la "autenticidad" es menos importante que la correcta interpretación de la obra o pieza, interpretación que ese astronauta distorsiona por completo. No creo que el mimetismo sea malo en arquitectura desde el mismo momento que hoy en día cualquier restauración genera un volumen de documentación suficiente como para que nadie se llame a engaño, la restauración puede advertirse al visitante mediante un simple panel y un discreto testigo puede preservar esa infomación para la posteridad sin alterar la estética.
Un astronauta es una frikada en toda regla, ganas de dar la nota y tal y como tu mismo señalas, resta protagonismo al conjunto e favor de un detalle anacrónico. Está por completo fuera de lugar y para mi es de mal gusto. Como indica Arias, puestos a añadir un testigo tal vez los habría más propios del entorno, no olvides que en términos de patrimonio cultural no solo se considera al bien objeto de protección sino a su contexto. No se me ocurre testigo peor en el contexto social de la Catedral de Salamanca que un astronauta, la verdad.