"Era entonces Castilla un pequeño rincón;
era de castellanos Montes de Oca mojón,
y era de la otra parte Itero el hondón;
Carazo era de moros en aquella sazón."El pequeño rincón del siglo IX descrito en el Poema de Fernán González se libera de la tutela leonesa en el siglo X, se transforma en reino independiente en el XI y sus reyes sostendrán con los leoneses una dura pugna que acaba en 1230 con la unión de ambos reinos bajo Fernando III. Durante estos siglos, la lengua castellana desplaza al latín, se impone al leonés y se convierte en lengua culta que llevan a su esplendor el Poema del Cid y las obras en prosa de Alfonso X El Sabio, hijo del rey unificador de Castilla y León.
Castilla, frontera de LeónDividida en múltiples condados, Castilla debe su unidad y su posterior independencia a su carácter de frontera oriental del reino leonés; mientras las revueltas internas mantienen a los emires cordobeses alejados de la frontera cristiana, Castilla ha estado dividida y los reyes de León han podido imponer fácilmente su voluntad; cuando Abd al-Rahmán unifique de nuevo al-Ándalus y lance sus ejércitos contra los cristianos, la defensa del reino leonés exigirá la unificación de Castilla, la creación de un mando único que permita hacer frente a los ataques musulmanes, iniciados desde el valle del Ebro para evitar el poco poblado valle del Duero. Castilla era pues la zona donde era necesario detener a los musulmanes, y una Castilla dividida era incapaz de realizar este cometido.
La unión, realizada espontáneamente por los castellanos y alentada por los monarcas leoneses, dará al nuevo conde, Fernán González, un poder que le permite enfrentarse al rey de León y conseguir para Castilla una situación de independencia reclamada por los castellanos, que se sienten y son distintos a los leoneses y favorecen las aspiraciones de su conde de romper los lazos que le unen con el monarca leonés. Las tendencias disgregadoras del reino, semejantes a las que pueden observarse en cualquier otra monarquía feudal, se manifiestan simultáneamente en los dos extremos: en Galicia y en Castilla, pero mientras los condes gallegos carecen de fuerza para imponerse y hacer hereditarios sus condados (sólo en el siglo XII se independizará Portugal en momentos de debilidad de la monarquía), los castellanos logran a partir del siglo X que sea reconocida, políticamente, su originalidad, aunque para conseguirlo tengan que enfrentarse a leoneses, navarros y musulmanes o aliarse a unos contra otros en una política de constante equilibrio.
La fuerza militar y las ambiciones personales de Fernán González y de sus herederos son factores importantes a la hora de explicar la independencia de Castilla, pero ésta no habría sido posible si castellanos y leoneses no hubieran sido y se hubieran sentido diferentes; del mismo modo, puede afirmarse que sin la existencia de semejanzas y de intereses comunes no habrían sido posibles las uniones que culminarían en la unión definitiva de 1230, a la que seguiría un proceso de unificación interna que aparece consolidado en el siglo XIV. Entre mediados del siglo X y 1230, diferencias y semejanzas se combinan con los intereses personales de los reyes y de los dirigentes de la sociedad, y Castilla tan pronto se halla unida como separada de León.
En el siglo X, los castellanos tiene intereses distintos y se sienten difetentes de los leoneses; repoblada en los siglos IX y X por cántabros y vascos occidentales poco "civilizados", es decir, poco romanizados y escasamente influidos por la cultura visigoda, los castellanos prefieren la costumbre ancestral o la decisión de hombres justos antes que la aplicación de la ley escrita, representada en el reino por el Liber Iudiciorum visigodo, y cuando los castellanos creen sus propias leyendas las centrarán en primer lugar en los llamados
Jueces de Castilla, que son los representantes y defensores de la independencia jurídica respecto a los leoneses y también los defensores de la independencia política, según se desprende del poema anteriormente citado:
"Todos los castellanos a una se concertaron,
dos hombres de valía por alcaldes alzaron;
los pueblos castellanos por ellos se guiaron:
sin nombrar ningún rey largo tiempo duraron."Las diferencias jurídicas no son las únicas que separan a castellanos y leoneses; el idioma los diferencia igualmente y también la organización social, de la que el Derecho es un reflejo. Los repobladores de Castilla no conocen la jerarquización social acentuada que, derivada del mundo visigodo, se impone en el reino leonés, y las desigualdades que pueden observarse entre los primeros castellanos proceden no de la herencia sino de la función que cada uno puede desempeñar en una sociedad guerrera; será noble aquél que por su riqueza esté capacitado para combatir a caballo, pero su situación no difiere mucho de la de sus convecinos.
La libertad individual frente a la servidumbre gótico-asturleonesa será pues la primera característica de la población castellana, que alternará el trabajo de los campos con el ejercicio de las armas exigido por el carácter fronterizo de Castilla, mientras en Asturias y León la guerra, como en época visigoda, es eminentemente una actividad nobiliaria y esporádica, hecho que pone de manifiesto el mayor precio de los caballos de guerra y de las armas en Castilla que en León; a las diferencias entre una sociedad guerrera y otra alejada de la frontera alude el
Cantar de Rodrigo cuando contrapone la mula que monta el rey de León frente al caballo de Fernán González:
"Maravillado estoy conde, de cómo sois tan osado
de no venir a mis cortes para besarme la mano,
que el condado de Castilla es de León tributario,
porque León es el reino y Castilla es un condado.
Entonces respondió el conde: mucho vais andando en vano,
vos estáis en buena mula y yo sobre buen caballo."El carácter fronterizo no anima a instalarse en Castilla ni a la nobleza de origen o cultura visigoda ni a los clérigos mozárabes huidos de Córdoba, por lo que en Castilla ni existirán grandes linajes ni proliferarán como en León, al menos hasta época tardía, los monasterios y las grandes sedes episcopales, que son los dueños de la tierra, de la riqueza, y poseen la fuerza necesaria para someter a los campesinos libres que subsisten en las montañas asturleonesas. No se produce por tanto, hasta una época posterior, la concentración de la propiedad que puede observarse en otras zonas, y se mantiene la libertad individual, que está, además, garantizada por la mayor resistencia que pueden ofrecer las comunidades rurales a la absorción de sus bienes y personas por los grandes propietarios.
Estas diferencias con la población asturleonesa terminarán provocando una diferenciación política que se traduce en la independencia lograda a mediados del siglo X bajo la dirección de Fernán González, pero mucho antes se han producido las primeras manifestaciones del particularismo político castellano. Desde la creación de condados en Castilla (el primer Conde conocido, Rodrigo, aparece documentado en el año 850), sus habitantes se ven obligados a erigir fortalezas que suplan la ausencia de defensas naturales, y desde ellas los Condes no tardarán en desafiar la autoridad de los reyes leoneses, del mismo modo que desafían al poder carolingio los condes situados en zonas fronterizas. Castilla se independiza de León del mismo modo en que los condados catalanes se apartan de la obediencia carolingia.
Mantener la independencia no fue fácil para quien, según el
Cantar de Rodrigo,
"no quería obedecer a moro ni a cristiano" y veía sus dominios rodeados por leoneses, navarros y musulmanes. Una hábil política de equilibrio y oportunas alianzas con unos y otros permitirá a Castilla mantenerse independiente y ampliar considerablemente sus fronteras a costa de los musulmanes, pero no pudo impedir que Castilla se convirtiera en un protectorado de Navarra a raíz del asesinato en León del infante García, en 1029.
Los Reinos de Castilla y de LeónA la muerte de Sancho el Mayor de Navarra (1035), su hijo Fernando sería rey de Castilla y dos años más tarde reinaría en León después de haber derrotado al monarca Vermudo III; en adelante, la hegemonía corresponderá a Castilla. Una inteligente política de atracción de la nobleza leonesa y la evolución de la sociedad castellana hacia formas feudales semejantes a las leonesas facilitaron el entendimiento durante el reinado de Fernando, pero no fueron suficientes para impedir que a su muerte resurgieran las diferencias entre gallegos, castellanos y leoneses, cuyos enfrentamientos ocupan los años 1065-1072, hasta la muerte en Zamora de Sancho II de Castilla y la aceptación de Alfonso VI de León como rey único tras jurar no haber tomado parte en el asesinato de su hermano.
Nuevos enfrentamientos entre castellanos, leoneses y gallegos tienen lugar a comienzos del siglo XII durante la minoría de Alfonso VII el Emperador, quien una vez más dividió en 1157 sus dominios entre sus hijos: Sancho III, el primogénito, sería rey de Castilla, y Fernando II, de León; los enfrentamientos entre ambos reinos fueron continuos y también los tratados de paz, uno de los cuales iría avalado por el matrimonio de Alfonso IX de León y Berenguela de Castilla; su hijo, Fernando III, heredaría los derechos de uno y otra y unificaría ambos reinos en 1230, a la muerte de Alfonso.
De simples Condes independientes del reino de León, los señores de Castilla se han convertido en reyes con autoridad sobre el antiguo reino; Castilla ha pasado a ser hegemónica y así lo demuestran las divisiones de 1065 y 1157: en ambos casos, el primogénito fue rey de Castilla, como símbolo de la importancia adquirida, y el segundo se vio relegado a reinar en León; Fernando III y sus sucesores antepondrán el título castellano al leonés, que incluso irá después del título de rey de Toledo.
Paralela al ascenso político de Castilla es la extensión de la lengua castellana, que si en principio es una más entre las lenguas romances, terminará convirtiéndose en el idioma único de ambos reinos. Signo distintivo de la personalidad castellana, del mismo modo que las "fazañas" de oposición al Fuero Juzgo, el castellano adquiere importancia, según los lingüistas, porque evoluciona más rápida y completamente que el leonés, y las razones de esta evolución hay que buscarlas de nuevo en la situación de Castilla en el siglo X.
Allí donde existe una población relativamente culta, el latín conserva un gran prestigio, el romance sólo tiene utilidad en la conversación y se halla minusvalorado; en Castilla, la tradición culta es relativamente inexistente, el castellano es el único medio de expresión para la mayor parte de los pobladores, y el deseo o la necesidad de diferenciarse de León da al castellano un prestigio del que carece el leonés. Pronto el idioma se convierte en arma política utilizada por los poetas para cantar a los héroes de Castilla y para, en cierto modo, crear una "conciencia nacional" en la que cabe destacar el antileonesismo y los ataques a los musulmanes; los cantares de Fernán González, de los Siete Infantes de Lara, de la Condesa traidora, del Infante García... Preparan el camino, son el precedente del
Cantar de Mio Cid.
Jose Luis Martín -
Castellano y Libre: Mito y Realidad (Ámbito, 1982)