
En 1930, PÃo del RÃo Hortega vuelve a hacer otra gira por tierras hispanoamericanas: esta vez su viaje estará dirigido a México y Cuba. En el paÃs azteca recibió un merecido homenaje, siendo además nombrado Profesor Extraordinario de la Facultad de Medicina de México DF. En esta ciudad volvió a encontrarse con el profesor Tomás G. PerrÃn, amigo y condiscÃpulo en sus años de Valladolid. Un mes después, desarrolló un curso en la Cátedra de HistologÃa de la Universidad Nacional mexicana.
Acabado éste, se traslada a la isla de Cuba, visitando varias instalaciones hospitalarias (allà llamadas Quintas o Casas de Salud). La revista "Castilla Cultural" (1-IX-1930) recogió las impresiones de nuestro doctor, a quien le llamó la atención la falta de protección y beneficencia para las mujeres y los niños. Se sintió impresionado por su encuentro con la colonia vallisoletana, ya que
"no suponÃa que habÃa tantos vallisoletanos en La Habana ni que se desenvolvieran tan espléndidamente". AsÃ, la Unión Vallisoletana de La Habana le ofreció un buen homenaje, haciéndole solemne entrega del tÃtulo de Presidente de Honor de la Unión Vallisoletana de Cuba.
A su regreso a España, Del RÃo Hortega recibe una invitación para viajar a Alemania; la realizará a comienzos del año 1931. El viaje quedaba bajo el patronazgo de los Institutos de NeurologÃa y PatologÃa de la Universidad de Munich, dirigidos por los doctores Spielmeyer y Borst, figuras ambas de prestigio internacional. Don PÃo leyó allà sus conferencias en alemán, pasando después a BerlÃn, Friburgo y Heidelberg. La primera de sus conferencias en Munich versó sobre la microglÃa y se desarrolló en el Instituto de PatologÃa; mientras que la segunda, dedicada a la oligodendroglÃa, se expuso en el Instituto de AnatomÃa. Además de aquellas ponencias, Del RÃo Hortega llevó a cabo demostraciones de técnica histológica, sobre todo de los métodos del carbonato de plata. Como es bien sabido, tras el estudio de las preparaciones se llevaba a cabo una discusión de los resultados, lo que daba con frecuencia origen a coloquios y discusiones animadas, resaltando la mantenida con el Dr. Spatz por su viveza y duración. Las disertaciones que el portillano pronunció en BerlÃn tuvieron lugar en la Asociación de Médicos y en el Instituto de PatologÃa.
Terminados ya sus quehaceres en Alemania, Don PÃo estuvo varios dÃas en ParÃs, visitando el Instituto de CancerologÃa que lideraba el doctor Roussy; allà dedicó especial atención al departamento de cultivo de tejidos, preocupación relevante en el pensamiento cientÃfico de nuestro doctor. Ya en España, fue homenajeado en Madrid y Valladolid.

...Y asà estaban las cosas cuando llegó la Segunda República. El socialista y prestigioso médico Marcelino Pascua, Director General de Sanidad (y oriundo también de tierras vallisoletanas) destituyó al Dr. José Goyanes del Instituto Nacional de Cáncer, posiblemente por su dudosa adhesión al nuevo régimen. Del RÃo Hortega, que tenÃa el cargo de Subdirector de esta institución cientÃfica, se hizo cargo provisionalmente de la dirección del centro. Por lo demás, su creciente prestigio motivó que fuese nombrado Vocal de la Junta de Relaciones Culturales del Ministerio del Estado, siendo designado también Miembro Honorario de la Sociedad de NeurologÃa de ParÃs. Don PÃo hizo públicos sus puntos de vista personales sobre la enseñanza universitaria a través de un artÃculo periodÃstico publicado en "El Sol". Los criterios progresistas expuestos en dicho artÃculo le buscaron no pocos enemigos, ya que Del RÃo Hortega denunciaba sin concesiones el inmovilismo académico.
Ya en la primavera del 32, la Dirección General de Sanidad sacó a Concurso de Méritos la plaza de Director del Instituto Nacional del Cáncer para cubrirla en propiedad. El único candidato a la misma fue Don PÃo. Entre los ejercicios a realizar se estableció uno de carácter práctico. Del RÃo Hortega diagnosticó una de las preparaciones (como correspondiente a un caso de enfermedad de Gauchet) pero se permitió señalar al tribunal la deficiente realización del preparado objeto de examen, con defectos de tinción y montaje. Estas manifestaciones del opositor ocasionaron gran incomodidad al tribunal, dado que la preparación objeto de la crÃtica habÃa sido preparada personalmente por el Presidente del mismo. Pero nada de esto impidó que Don PÃo alcanzase por sus méritos el puesto de Director del Instituto Nacional del Cáncer.
En otro orden de cosas, por aquellas fechas fue publicado el libro del neurocirujano Wilder Penfield "Cytology and Pathology of Nervous System". En esta extensa y renombrada obra figura Don PÃo como autor de dos capÃtulos, dedicados a la microglÃa y a la glándula pineal. Su participación en un libro cientÃfico de tal categorÃa supone la confirmación internacional de sus investigaciones. Además, Del RÃo Hortega expuso a la crÃtica del público un innovador trabajo (magnÃficamente ilustrado y muy extenso) que llevó por tÃtulo Estructura y Sistematización de los gliomas, difundido por la revista "Archivos Españoles de OncologÃa".
Ya en el 1933, nuestro doctor pronuncia conferencias en Santander, Madrid y Zaragoza sobre el sistema nervioso, sin descuidar nunca su actividad investigadora. En octubre de aquel año, tuvo lugar en Madrid un importantÃsimo acontecimiento para el ambiente cientÃfico español: el Primer Congreso Internacional de Lucha contra el Cáncer, cuya solemne sesión de apertura fue presidida por Niceto Alcalá Zamora (Presidente de la República), Leandro Pita Romero (Ministro de la Guerra), Cardenal (Presidente del Congreso), Pedro Rico López (Alcalde de Madrid) y el embajador de Argentina, entre otras personalidades de la polÃtica. Del RÃo Hortega expuso su ponencia "AnatomÃa Microscópica de los Tumores del Sistema Nervioso Central y Periférico", en el que se precisan las ideas y conceptos fundamentales de la patologÃa tumoral del sistema nervioso. Este Congreso supone (indudablemente) un gran éxito personal para Don PÃo y su grupo de discÃpulos, pese a que algunos de los puntos de aquella ponencia fueran duramente objetados en posteriores discusiones. PÃo del RÃo Hortega se consolidaba como una de las figuras más señeras a nivel mundial en el campo de la neurohistologÃa y neuropatologÃa. En reconocimiento a sus méritos cientÃficos, el Gobierno republicano le nombra Consejero de Sanidad. Por si fuera poco, vuelve a ser propuesto para recibir el Premio Nobel, pero la Real Academia de Medicina no le presta su apoyo...

A lo largo de 1934, nuestro biografiado va a cosechar diferentes galardones y honores, ratificando asà su posición de relieve: Caballero de la Legión de Honor, Miembro de Honor de la Sociedad de AnatomÃa Normal y Patológica de Buenos Aires, Miembro de Honor de la Real Sociedad de Médicos de Budapest y de varias sociedades médicas europeas y estadounidenses...
Pero PÃo del RÃo Hortega tendrÃa que padecer el desagradable suceso que vamos a relatar a continuación. Resulta que, al producirse el fallecimiento de Ramón y Cajal y quedar vacÃo su sillón en la Real Academia de Medicina, Don PÃo presentó su prestigioso currÃculum para ocupar dicha vacante. Su petición es avalada por Lafora, Marañón, Jiménez DÃaz y otros profesionales de indudable talla, pero aquella misma plaza fue también solicitada por el Dr. Villaverde, conocido de Don PÃo en los años de la Facultad de Medicina vallisoletana. Era Villaverde un médico de trayectoria muy reducida, siendo un completo desconocido a escala internacional. La mayorÃa de los miembros de la Academia, por su parte, eran personas de edad provecta y adictos a los partidos derechistas y monárquicos. Es fácil deducir que, dada la orientación polÃtica que Del RÃo Hortega habÃa tomado en aquello años, fuera nulo el interés de los académicos en reconocer su grandÃsima valÃa y tenerle como colega en la institución.
Asà que, celebrada la votación, salió nominado el Dr. Villaverde para ocupar el puesto de Cajal. Esta injusta decisión provocó el estupor de la opinión pública, y los intelectuales de la Medicina española no tardaron en hacer oÃr sus propuestas. Según parece, los académicos ni se molestaron en leer la documentación que presentó Del RÃo Hortega, siendo una muy significativa muestra de desprecio a toda una personalidad cienÃtica.
En un intento de exaltar la figura de Don PÃo (y para compensarle por tan lamentable jugarreta) se organizó un multitudinario homenaje a su persona, con un banquete en el Hotel Ritz. Al convite asistieron Federico GarcÃa Lorca, Gustavo Pittaluga, Fernando de los RÃos, Marcelino Pascua, Luis Araquistain, Juan NegrÃn, Ramón Gómez de la Serna... Tomaron la palabra, entre otros, los señores Valle Inclán, AzorÃn, Hernando, Marañón y Jiménez DÃaz. Éste último afirmó que PÃo del RÃo Hortega acabarÃa por tener un merecido puesto de honor en la actividad cientÃfica española.
Pese a todos estos avatares, nuestro doctor continúa con su quehacer cientÃfico. Sigue recibiendo a eminentes médicos extranjeros en su laboratorio (alemanes, ingleses, estadounidenses y canadienses), al tiempo que obtiene un nuevo honor: la estadounidense National Geographic Societ y la Sociedad de BiologÃa de Nueva York le nombran Miembro honorario.

En julio de 1936, como es bien sabido, se inicia la Guerra Civil española, que asolará al paÃs tanto intelectual como materialmente. En septiembre de aquel año tuvo lugar en Bruselas el III Congreso Internacional de Lucha contra el Cáncer. Dado el cargo que desempeñaba Don PÃo en la Comisión Internacional contra el Cáncer, era inexcusable su presencia en aquel acontecimiento. Ya en dicho Congreso, el Comité Ejecutivo de la Unión Internacional comisionó a Del RÃo Hortega para colaborar en la preparación de un Atlas Diagnóstico sobre los tumores del sistema nervioso.
Terminado el Congreso de Bruselas, y tras pasar unos dÃas en el Colegio Español de ParÃs, Don PÃo regresa a Madrid, pese a que la ciudad parece próxima a ser tomada por las tropas de Franco. El Instituto Nacional del Cáncer (situado en las cercanÃas del Hospital ClÃnico) se halla muy cerca de la primera lÃnea de fuego, quedando destrozado en casi su totalidad. El valioso material cientÃfico del Instituto corrÃa riesgo inminente de destrucción. Por suerte, un Ãntimo amigo de Don PÃo llamado Nicolás Gómez del Moral pudo salvar aquel material, ligado a tantos años de trabajo y esfuerzo. Poco después, el propio Del RÃo Hortega irÃa allà en busca de unas cajas de Radio compradas en el extranjero. No le quedó más remedio que ponerse el uniforme de miliciano sobre su impecable traje de corte inglés y dirigirse al Instituto en una tanqueta, bajo la protección de las milicias republicanas. Ya con el Radio en su poder, se encaminó al Banco de España, dejando en su depósito aquel preciado material.
La llegada del mes de noviembre supone la salida de Madrid de PÃo del RÃo Hortega, que abandona la ciudad junto a otros intelectuales destacados. Todos ellos fueron homenajeados por el Quinto Regimiento comunista, que les ofreció un banquete de despedida. La mayorÃa de las personalidades evacuadas de Madrid fueron alojadas en la Casa de la Cultura de Valencia, ciudad ésta que habÃa sido declarada capital de la República. Don PÃo firmará en lugar preeminente un llamamiento que hacen los hombres de las Artes y las Ciencias a los intelectuales del mundo sobre los bombardeos que tienen lugar en Madrid...

En la Casa de la Cultura se instalaron distintos laboratorios, pero Del RÃo Hortega, aprovechando que su antiguo colaborador Luis Urtubey es Catedrático de HistologÃa y AnatomÃa Patológica en la Facultad de Medicina valenciana, pasó a trabajar con éste en aquel edificio. Allà le acompañaron los ayudantes de Urtubey, los Drs. Alcover y Campos.
A comienzos de 1937, Don PÃo pide permiso al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes (cuyo titular era el comunista Jesús Hernández) para realizar una serie de labores cientÃficas en ParÃs. Su desplazamiento es autorizado por el Ministro, y al poco de llegar a la capital francesa asiste a la Conferencia Internacional de Ayuda al Pueblo Español. Se incorpora al Laboratorio Histopatológico del Servicio de NeurocirugÃa instalado en el Hospital de la Pitié, donde coincide con el Dr. Isaac Costero, viejo conocido de la Facultad de Medicina vallisoletana. Algo después, impartirá conferencias preparadas por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes en diferentes centros de Praga y Leiden.

Tras una temporada en ParÃs, PÃo del RÃo Hortega se traslada a la Universidad de Oxford, donde goza de toda clase de consideraciones, tanto sociales como cientÃficas. Dedica la mayorÃa de su tiempo al los trabajos de laboratorio, motivados tanto por su interés cientÃfico como por disminuir la nostalgia y los recuerdos de España. En Oxford se congrega un insigne grupo de exiliados que se reúne con cierta periodicidad, recreando pequeñas tertulias que les hacen más llevadero el exilio: Sixto Obrador, Josep Trueta, Severo Ochoa, Paulino Suárez y Suárez, Alberto Jiménez Fraud... Como no podÃa ser de otra manera, nuestro biografiado es aclamado por la comunidad cientÃfica inglesa, siendo nombrado Miembro del Trinity College y Doctor Honoris Causa de la Universidad de Oxford. Desde la España de Franco, la Casa de Salud de Valdecilla y la Universidad de Valladolid envÃan sendos telegramas protestando contra la concesión de ambos tÃtulos a Don PÃo.

