Me cuesta bastante entender este planteamiento. Por un lado, porque los recursos públicos que sostienen la educación, la sanidad o que se invierten en infraestructuras no son propiedad de un ente etéreo llamado Estado, ni siquiera del Gobierno que lo administra. Ese dinero es de todos los españoles que pagan impuestos, y entre ellos hay millones de católicos – no conviene olvidar que unos seis millones de ciudadanos acuden a todos los domingos a misa- que, en principio, sí quieren esas manifestaciones.
Seis millones de contribuyentes van a misa en este estado, y de ahí ya hay que suponer (según el autor del texto), que esos seis millones quieren capillas en las universidades. Aunque así fuera, en este estado hay otros treinta y seis millones de contribuyentes más... los que no van a misa todos los domingos y deducimos, aplicando la propia lógica del autor, que no quieren expresiones religiosas en las universidades.
Es un poco ridículo e infatil asociar automáticamente el ir a misa, con querer introducir la religión en espacios públicos. Por esa regla de tres, los que para los qu eno van a misa no es deseable esa incursión de la religión en las universidades.
Por otro lado, decir que en España hay millones de católicos no me vale mucho, porque, aún cuando se nos dijeran los millones exactos, sería un cómputo engañoso, muy engañoso, dado que hasta Arias, por estar bautizado, contaría como católico.
Un ejemplo. La televisión pública es neutral en materia política cuando informa sobre todas las opciones legales en función de su representación oficial. ¿Qué pensaríamos si, invocando esa neutralidad, abandonara la información sobre los partidos y el Gobierno para no herir la sensibilidad de ningún ciudadano?
Ahí, el autor ha mezclado churras con merinas de tal forma, que resulta superfluo contestar a esa tontería. Para empezar, en el asunto que nos ocupa, las iglesias en las universidades, no se trata de herir sensibilidades de los laicos o personas de otras confesiones, se trata de poner encima de la mesa la cuestión de
si esas iglesias están en su sitio o no.
Las sensibilidades tienen poco o nada que ver, es una cuestión de poner cada cosa en su lugar. Por ello es razonable que la televisión pública informe a los ciudadanos de todas las opciones políticas de cara a unas elecciones, porque una TV pública debe informar y ese es su lugar. No parece tan claro respecto a las iglesias o mezquitas en espacios públicos. Profesores de universidad y diferentes colectivos (que seguramente estén bautizados y cuenten como católicos
) se han manifestado en pro de una universidad laica, pidiendo que se supere este modelo aconfesional y otros van más allá y hablan de la continuidad de los privilegios franquistas del clero, recordando esa época en la que la Iglesia estaba por decreto ley hasta en la sopa.
Por otro, porque la neutralidad del Estado en lo confesional se debe concretar en el acogimiento de todas formas de pensar y de creer que acaten la ley y en el apoyo a sus manifestaciones en función de su arraigo social. Nunca debería esgrimirse como arma, ideológica pero arma al fin y al cabo, para cercenar la libertad de otros, Pero lo que nunca me he explicado es que esa beligerancia intolerante se practique por quienes se autodenominan ‘tolerantes’.
Hay gente que no entiende... No se trata de cercenar la libertad religiosa de nadie. Se trata de practicar el culto religioso dónde se deba practicar. Nadie te va a obligar a no acudir a una iglesia, ni a una mezquita, nadie te va a prohibir escuchar la cope ni ver intereconomía, nadie te va a prohibir visitar la ciudad del Vaticano ni dar vivas al Papa, nadie te va prohibir casarte por la Iglesia... Lo que se plantea es si todas estas cosas relacionadas con el culto religioso, las puedes hacer en un espacio público como la universidad o si sería más deseable que las hicieras en la iglesia de tu barrio.
Lo que se plantea es si las capillas y demás espacios religiosos tienen cabida o no en una Universidad pública. Y es un debate interesante pero últimamente veo que muchos, optan por el victimismo... Y no son capaces de afrontar seriamente este debate ni dar argumentos razonados de porque las capillas deben permanecer en las universidades.