Trotaba yo esta mañana cual cervatillo feliz por el parque del Buen Retiro cuando "en de repente" a mis oídos llega la armoniosa melodía de un instrumento singular, al aproximarme al objeto de mi curiosidad, y apreciar más claramente su sonido, constato con alegría que se trataba de una especie declarada en peligro de extinción: un dulzainero salvaje, instantáneamente detuve el paso para disfrutar del espectáculo de tal rara avis, temeroso quizá de espantarlo al sentirse observado. Podéis imaginar que el resto de la carrera la pasé tarareando tan hermosa melodía.
Vamos, que si es alguno de vosotros quien pasa las mañanas dulzainando en el Retiro en la entrada de la Puerta de Alcalá (hoy al menos).

