La Democracia Real además puede ser cierta
Varios pueblos de la provincia con menos de 100 habitantes continuarán funcionando por decisión propia como concejos abiertos, una fórmula asamblearia
H. Jiménez / Burgos
El famoso 15-M cambió el significado que hasta entonces tenía la expresión «democracia real». Desde aquel día, en España va unida al movimiento de indignados, a las manifestaciones, las acampadas y las llamadas de atención a los políticos. Pero para algunos ayuntamientos de la provincia de Burgos esas dos palabras están unidas a la decisión de permanecer como concejo abierto, una forma asamblearia de tomar decisiones políticas más allá de los representantes elegidos en las urnas.
Un cambio en la ley electoral provocó que en los pasados comicios del 22 de mayo los alrededor de 140 municipios de la provincia con menos de un centenar de habitantes pasaran de tener 1 a 3 concejales. Sin embargo, la propia normativa daba opción a que, previa unanimidad de sus ediles y si posteriormente era apoyado por una mayoría de los vecinos con derecho a voto, pudieran funcionar como concejo abierto aquellos que lo venían haciendo hasta el momento.
Unas pocas localidades burgalesas han decidido optar por esta posibilidad, pero el número total se desconoce porque ni la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León ni la Subdelegación del Gobierno en Burgos disponen del dato global, pese a que ambos organismos deberían haber recibido ya las actas de constitución de los ayuntamientos y revisado, en su caso, si los acuerdos adoptados cumplen la legalidad.
A falta de conocer la cifra, sabemos que al menos hay dos que ya lo han llevado adelante y otro que está en trance de decidirlo. El primero en comunicarlo públicamente fue Padilla de Abajo (93 vecinos según el INE, al oeste de la provincia). Su alcalde, Ignacio Grajal, era un convencido de las bondades del sistema asambleario y en el primer pleno de constitución del Consistorio propuso lo que tenía muy claro. Él es del PSOE y contó con el voto del concejal del PP para que sea todo el pueblo el que pueda seguir tomando las decisiones más importantes.
Para Grajal, el concejo abierto es la fórmula «más participativa y democrática». Son los ciudadanos los que resuelven, entre otras cosas, el destino de los ingresos del Ayuntamiento y, en definitiva, dónde quieren que se empleen sus impuestos. Su opinión la suscribe, prácticamente con las mismas palabras, Francisco Javier Lezcano, alcalde de Palazuelos de Muñó (60 habitantes, junto a Pampliega) y diputado provincial socialista.
Lezcano defiende que «esto es la democracia real, la verdadera, la que como tantas veces ha pedido el movimiento del 15-M no limita las decisiones de los vecinos a una papeleta cada 4 años sino que los implica en el día a día porque es como convocar un referéndum vinculante cada poco tiempo».
Es más participativa, pero también más exigente porque al someter las decisiones a un órgano mucho más numeroso que el Pleno corre el riesgo de encontrarse con problemas de falta de quórum en las reuniones (se exige al menos un tercio de asistentes). «En nuestro caso tenemos suerte, la gente suele responder, tenemos también la posibilidad de delegación del voto, así que basta con molestarse un poco para poder sacar adelante las cosas», insiste el diputado.
El regidor de Palazuelos no tendría la necesidad de contar con otro partido, pues solo cuenta con dos concejales del PSOE, y podría conceder algunas licencias directamente por decisión de la Alcaldía, pero asegura que somete a la asamblea más asuntos de los legalmente obligados en pos de «la mayor transparencia posible».
Muy cerca está Barrio de Muñó (35 vecinos), otro municipio gobernado por una alcaldesa socialista, Ana del Prado, que está en proceso de mantener la fórmula con la que venían funcionando en los últimos años. Ella, sin embargo, no cuenta todavía con el visto bueno del único edil del PP que salió elegido en mayo, que no está empadronado en la localidad y por tanto perdería todo poder de decisión en un concejo abierto pero cuyo apoyo es indispensable para no bloquear el proceso.
Práctica y pedagogía
Para ella, la asamblea «es la forma más democrática posible, toda la vida hemos estado así y los vecinos han pedido volver al concejo abierto». Eso sí, admite que quizás sea más práctico gobernar el pueblo entre tres personas en lugar de someter el Pleno a la voluntad de todos los vecinos. Si la discusión llega torcida a la asamblea puede complicarse hasta límites peligrosos, pero si se reconduce bien resulta hasta «pedagógica», como apunta uno de los concejales de Palazuelos, Javier Álvarez. «Por ejemplo, si a los vecinos se les explica que hay que subir una tasa y la asamblea lo apoya, la medida será mucho mejor entendida que si la impone el alcalde», añade este edil.
Los concejos abiertos deben convocarse al menos una vez cada tres meses, pero pueden realizarse con una periodicidad menor. Por ellos tendrán que pasar todos los asuntos que la ley reserva al Pleno de los ayuntamientos (presupuestos, contrataciones o cuestiones de personal, entre otras) e incluso hay municipios que, sin ser menores de 100 habitantes, podrán acogerse a esta fórmula por tradición.
Es el caso del Alfoz de Quintanadueñas, que pese a tener una población cercana a las 1.900 personas mantiene una costumbre vinculada al día de San Ildefonso (23 de enero). Su alcalde, Gerardo Bilbao, explica que ese día «damos cuentas a los vecinos de la labor del Ayuntamiento y es una jornada de acercamiento que culminamos con un aperitivo». Democracia con guinda.
http://www.diariodeburgos.es/noticia.cfm/Provincia/20110918/democracia/real/ademas/puede/ser/cierta/C39249FD-D99A-7572-52EB43DA744E70ED