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Autor Tema: Breve historia de la Universidad Popular Segoviana (1919-1955)  (Leído 14007 veces)
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Introducción

La Universidad Popular Segoviana (1919-1955) fue una institución que tuvo el propósito de difundir la cultura entre las clases trabajadoras, a través de clases, cursillos y conferencias de divulgación. Creada por un grupo de estudiosos segovianos (o avecindados en Segovia), esta Universidad Popular fue una gran referente para la cultura de Castilla la Vieja, y por ella pasaron las más eminentes personalidades. Tuvo estrecha relación, además, con sociedades como la Residencia de Estudiantes de Madrid, las Misiones Pedagógicas, el Patronato de la Biblioteca Nacional, la FUE...
Uno de los artífices de la Universidad Popular Segoviana sería el insigne poeta D. Antonio Machado. Llegado a Segovia en noviembre de 1919, fue aclamado por el diario “La Tierra de Segovia”, que se hallaba dirigido por D. Segundo Gila. El poeta se sintió verdaderamente inmerso en el florecimiento cultural segoviano de aquella época, y no tardó en participar en las tertulias de los jóvenes intelectuales que se reunían en el Café de la Unión, el taller del escultor Emiliano Barral y, de manera transitoria, en algunos otros lugares. En este núcleo intelectual, deseoso de difundir la cultura entre los trabajadores segovianos, fraguó pronto la idea de fundar una institución que impartiera enseñanzas útiles a las clases populares. Por aquellas calendas, la ciudad de Segovia carecía de una verdadera institución de carácter cultural. Y es que la “Sociedad Económica de Amigos del País” segoviana había celebrado su última junta en abril de 1819... Pero no se borró, sin embargo, su recuerdo: en 1875, un grupo de ilustrados segovianos la resucitaron, aunque con unos fines más modestos, debido a la escasez de fondos. Sus labores se limitaron a ciertas actividades de estudio y consejo. Tras la publicación de algunos folletos y una interesante revista, la revivida “Sociedad Económica de Amigos del País” languideció hasta su total desaparición, acaecida en 1916...
Así pues, aquellos inquietos intelectuales se pusieron manos a la obra. El fruto de sus afanes y esfuerzos sería la Universidad Popular Segoviana.



Fundación de la Universidad Popular Segoviana

A fines de 1919, se celebraron ya las reuniones preliminares para constituir la sociedad (la primera se celebró el 21 de noviembre), cuyas clases comenzarían ya en 1920.
Los profesores fundadores fueron: D. José Rodao, escritor y ayudante de la Escuela Normal; D. Segundo Gila, médico; D. Antonio Machado, el ilustre poeta, catedrático del Instituto de Segovia; D. Francisco Romero, profesor de Matemáticas en la Escuela Normal; D. Florentino Soria, profesor de Dibujo en el Instituto; D. Agustín Moreno, profesor de Historia Natural en el mismo centro y médico; D. F. Javier Cabello y Dodero, arquitecto; D. Francisco Ruvira, profesor de Ciencias en la Escuela Normal; D. José Tudela, archivero y bibliotecario; D. Andrés León, catedrático de Física y Química; y D. Mariano Quintanilla, abogado. El Sr. Tudela sólo intervino en los trabajos de organización, ya que poco después fue trasladado de Segovia. Los Sres. Cabello y León, por su parte, fueron elegidos para los cargos de Director y Secretario-Tesorero, respectivamente.
Al principio del curso siguiente, se incorporaron a la Universidad Popular Segoviana los señores D. Joaquín Orense, Director de la Escuela Normal; D. Pedro Mosteiro, oficial del Cuerpo de Contabilidad y Escritor; y D. Manuel Palomares, Profesor de Dibujo. Posteriormente, en el curso que comenzó en octubre de 1921, se sumaron a este centro pedagógico D. Mariano Usón, de la Escuela Normal; D. Antonio Ibot, licenciado en Filosofía y Letras; y el inspector de Primera Enseñanza D. Antonio Ballesteros, que sería elegido Secretario por la vacante que dejaría el Sr. León, trasladado de Segovia. La Universidad Popular debió gran parte de su buen funcionamiento a la excelente labor de sus dos primeros Secretarios.
Ausentes de Segovia los Sres. Romero, Soria, León, Mosteiro, Usón e Ibot; y habiéndose fijado el número de profesores en 15 (por estimarse que esta sociedad debía estar integrada por escasos miembros, aunque totalmente compenetrados en el cumplimiento de sus fines) fueron elegidos para ocupar estas vacantes, el día 13 de noviembre de 1925, los señores D. Vicente Fernández Berzal, decano de los periodistas locales; D. Blas J. Zambrano, maestro regente de la Graduada de la Escuela Normal; D. Juan Zuloaga, afamado ceramista; Julián María Otero, abogado y escritor; y D. Marceliano Álvarez Cerón, ayudante de Obras Públicas y también escritor.
En febrero de 1927, pasaron a formar parte de la Universidad Popular D. Rufino Cano de Rueda, abogado y director de El Adelantado de Segovia; D. Rubén Landa, catedrático del Instituto segoviano; y D. Fernando Arranz, de profesión ceramista. Y en junio del mismo año, a su vez, se incorporarían los Sres. D. Fernando Gallego de Chaves, Marqués de Quintanar e ingeniero de Caminos; y D. Juan de Contreras y Ayala, Marqués de Lozoya y Catedrático de la Universidad de Madrid. En 1930, ingresarían también en la sociedad D. Antonio Mazorriaga, archivero-bibliotecario; y D. Alfredo Marqueríe, abogado y escritor. Durante los años sucesivos, van uniéndose a la Universidad Popular personalidades como D. Ángel Revilla, catedrático del Instituto; Dña. Concha Alfaya, profesora de la Escuela Normal; D. Celso Arévalo, catedrático; D. Luis M.G. Marcos, escritor, D. Jesús Unturbe, pintor; y D. Mariano Grau, escritor. Por desgracia, en breve tiempo fallecerían los apreciadísimos señores Rodao (1927), Fernández Berzal (1928) y Otero (1930); cuyo recuerdo permanecerá para siempre en la historia de la cultura segoviana.



Domicilio Social

La Universidad Popular Segoviana se instaló en las dependencias de la Escuela Normal de Maestros, que cedió sus aulas para las clases, un salón de actos para las conferencias y un par de habitaciones para su naciente biblioteca; una generosa ayuda que esta institución sabría agradecer. Pero, al ser suprimida la Escuela, tuvo la Universidad Popular que buscarse una nueva sede, alquilando así un piso bajo en la calle de Colón, número 7, en el cual (después de realizadas algunas obras de poca consideración) fue instalada la biblioteca y una sala de juntas, cuya bella ornamentación fue dispuesta por el Sr. Otero.
Las conferencias se celebraron entonces (y algunas anteriormente) en el paraninfo del Instituto de Segovia, en el salón de actos y en el patio cubierto de la Diputación Provincial, en el Círculo Mercantil (“Casa de los Picos”) y en la Escuela Normal de Maestras. Los directores y presidentes de los organismos aquí citados ayudaron con eficiencia y en todo momento a la jovencísima Universidad Popular Segoviana. Una conferencia, la de D. Miguel de Unamuno (1922), se celebró en el Teatro Juan Bravo, debido al elevado número de personas que acudieron a escuchar al insigne erudito.
Pero necesitaban las actividades de la institución un local más amplio y, a ser posible, propio, para no causar molestias e incomodidades. Y, si al mismo tiempo se restauraba alguna antigua casona segoviana, la Universidad Popular cumpliría otro importante cometido.
La empresa no era difícil en una ciudad tan rica en monumentos. La iglesia románica de San Quirce, una de las más antiguas de Segovia, situada en uno de los rincones de mayor encanto, estaba en poder de particulares y alquilada como pajera a la administración militar. El Sr. Quintanilla, artífice de la idea de conseguir un local propio que garantizase la permanencia de la Universidad Popular, estimó que ningún otro local reuniría condiciones mejores. Además, se salvaría de la ruina una hermosa parroquia que representaba lo mejor del arte románico segoviano. La idea del Sr. Quintanilla fue aprobada por sus compañeros, y el Sr. Cabello inició rápidamente una serie de gestiones con la propietaria del edificio (Dª Petra Molina, viuda de Larios) que culminaron con la adquisición de la finca en julio de 1927; en escritura otorgada ante el notario D. Luis Rincón Lazcano, quien, por simpatías hacia la Universidad Popular Segoviana, hizo a ésta un donativo equivalente a sus derechos profesionales.
La obras comenzaron inmediatamente, siendo dirigidas por el Sr. Cabello. Se consolidó la construcción de la nava, se renovaron las cubiertas, fue reconstruida la bóveda barroca de la iglesia, se arregló y entarimó el piso; siendo, además, reedificada casi por completo la casita adosada al templo. La nave quedó convertida en un hermoso salón de actos. Se instalaron, en el piso primero, dos salas destinadas a contener una biblioteca: una para despacho de libros y otra de lectura. En la decoración de la restaurada parroquia intervendría, principalmente, el Sr. Otero. Se adquirieron sencillos muebles de pino barnizado (estanterías, mesas, sillones de Cantalejo, sillas); la institución recibió una espléndida donación de cerámicas de los señores Zuloaga y Arranz; y en las paredes se colgaron cuadros de James Gilbert, Ben Silbert, García Martínez y Palomares, así como varias fotografías artísticas. Se emplazaron, también, una lápida exterior con la inscripción “Universidad Popular Segoviana” y otra en el interior, hechas las dos por el Sr. Zuloaga.
La adquisición y consiguiente restauración de San Quirce demuestra cómo puede hacerse mucho con escasos medios. La finca costó 7.000 pesetras, y para su rehabilitación se calculaba un gasto de más de 20.000; todo ello en una época en que la Universidad Popular Segoviana contaba sólo con un presupuesto cercano a las 4.000 pesetas. No había más solución que el crédito, y el Banco de España concedió uno de 20.000 pesetas (con la garantía personal de los profesores Cabello, Gila, Cano de Rueda, Contreras, Gallego de Cahves, Zuloaga, Quintanilla, Ballesteros, Álvarez Cerón y Otero) que sería casi liquidado a mediados de los años 30, restando del mismo una pequeña cantidad. Posteriormente, se obtuvo del Banco Hipotecario (con garantía de la finca) un préstamo de 20.000 pesetas, con el que se sufragaron algunos gastos de la instalación y fue pagada una buena parte del crédito del Banco de España.

Clases y cursillos

En el primer curso de la Universidad Popular Segoviana (1920), las clases comenzaron el día 2 de febrero y duraron tres meses. Se dieron las siguientes: Higiene del hogar y puericultura, los lunes, por D. Segundo Gila; Francés, lunes y jueves, por el Sr. Machado; Dibujo aplicado a Artes y Oficios, los mismos días, por el Sr. Soria; Aplicaciones de la Física, los martes, por el Sr. Ruvira; Aritmética y Geometría, martes y viernes, por el Sr. Romero; Elementos de Construcción, los miércoles, por el Sr. Cabello; Factores de la Producción Agrícola e Higiene Rural, los miércoles, por el Sr. Moreno; Química Popular, también los miércoles, por el Sr. León; Derecho Usual y legislación del trabajo, los jueves, por el Sr. Quintanilla; Lectura, escritura y redacción de documentos usuales, por viernes, por el Sr. Rodao. Las clases se impartían por la tarde, entre las 7 y las 9. Los sábados se dedicaban a conferencias. Hubo un total de 63 alumnos y 197 matrículas, según detalla la memoria publicada con los trabajos de los dos primeros años, con una introducción de D. José Rodao.
Durante el segundo curso, las clases se dieron de octubre a abril. La de dibujo fue diaria, a cargo de los Sres. Cabello, Soria y Palomares; tres días a la semana la de Inglés, por el Sr. Mosteiro; dos las de Aritmérica y Geometría, por el Sr. Romero; Aplicaciones de la Física, por el Sr. Ruviera; Francés, por el Sr. Orense; y Química Popular, por el Sr. León. Clases semanales, en cambio, fueron las de Puericultura, por el Sr. Gila; Lectura y Escritura, por el Sr. Rodao; Fisiología Popular e Higiene Social, por el Sr. Moreno; y Lecturas Literarias, por el Sr. Machado. Hubo un total de 133 alumnos y 366 matrículas. La clausura del curso fue presidida por D. Mariano González Bartolomé, presidente de la Diputación provincial; quien pronunció un elocuente discurso, después de otro (significativo también) de D. Segundo Gila.
En el transcurso del tercer año se dieron clases, solamente, desde mediados de octubre hasta Navidad. Cuatro de ellas se daban durante cuatro días seguidos: Francés, Dibujo, Matemáticas y Lectura y escritura; los sábados, Higiene Escolar, por el Sr. Moreno; y Puericultura, por el Sr. Gila. La enseñanza de Dibujo estuvo a cargo de los mismos profesores que el curso anterior: la de Francés, de los Sres. Machado y Orense; la de Matemáticas, de los Sres. Romero, Ruviera y León; y la de Lectura y Escritura, de los Sres. Roda, Quintanilla, Usón e Ibot.
Aunque las aulas se vieron tan concurridas y atendidas como en los dos inviernos anteriores, como las enseñanzas eran las mismas, en su mayoría, que las que a iguales horas se explicaban en la Escuela de Artes y Oficios y en las clases de adultos de las Escuelas nacionales, la Junta de Profesores creyó más conveniente organizar cursillos sobre materias determinadas e intensificar los trabajos de la Biblioteca.
En abril de 1922, el Sr. León pronunció cuatro conferencias de divulgación sobre “La teoría de la relatividad”. Al año siguiente, el Sr. Zambrano impartió cuatro lecciones de “Historia de la Humanidad”; y ya en 1924, ofreció el Sr. Cabello un curso acerca de “La arquitectura en la provincia de Segovia”. En el curso 1926-1927, en las escuelas de adultos de los Huertos y Santa Eulalia, dieron conferencias acerca de diversos temas los Sres. Rodao, Quintanilla, Moreno, Otero, Cabello, Palomares y Vidal (inspector de Sanidad). En la primavera de 1929, ya en la nave de San Quirce, con el propósito de orientar a los lectores de la Biblioteca, el Sr. Landa llevó a cabo una lectura comentada de “La Odisea” y de las poesías de Gabriel y Galán; mientras que el Sr. Quintanilla haría otra de “El gran tacaño”. Entre los días 16 y 18 de octubre de 1930, el ilustre catedrático Emeterio Mazorriaga (de la Universidad Central) disertó sobre “La Filosofía Griega”.En 1931, explicó un curso (en ocho lecciones ) de Geología Histórica el Sr. Agustín Moreno. Finalmente, entre los días 15 y 18 de mayo de 1934, el Sr. Arévalo [en la imagen] explicó un cursillo práctico de Botánica para los maestros de la provincia, con el objetivo de enseñarles la determinación de la flora segoviana.

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« Respuesta #1 : Febrero 17, 2012, 17:20:32 »


Conferencias

Por la Universidad Popular Segoviana pasaron los mayores y más prestigiosos intelectuales de España, que difundieron sus ideas desde la tribuna de esta institución, contribuyendo con sus disertaciones a formar un público culto, lleno de interés por las cosas del espíritu. Ilustres conferenciantes que, dicho sea de paso, colaboraron desinteresadamente con la Universidad Popular; mientras la Residencia de Estudiantes de Madrid prestaba también su valioso apoyo.
En 1920, las personalidades más relevantes de Segovia disertaron, los sábados por la tarde, sobre temas tan variados como interesantes. Comenzó el gran ceramista D. Daniel Zuloaga, y continuaron los escritores D. Blas J. Zambrano, D. Juan de Contreras y D. M. Álvarez Cerón, el coronel de Artillería D. Arturo Carsi, el abogado del Estado D. Leandro González Reviriego y los ingenieros D. Luis Carretero, D. Rafael Muñoz y D. Alfonso Cid.
En 1921, inauguró el curso D. Manuel G. Morente, docto catedrático de la Facultad de Filosofía de Madrid, explicando una profunda lección sobre “El sentido de la Historia”. Al día siguiente, 16 de enero, tuvo lugar otra disertación igualmente valiosa, “La metafísica actual”, ofrecida esta vez por el egregio ensayista D. Eugenio D´Ors. Tanta fue la brillantez de las conferencias que, bien pronto, las más eminentes figuras intelectuales de España honraron a la Universidad Popular Segoviana con sus visitas. Ocuparon también su tribuna, en el mismo curso, distinguidos segovianos como el ingeniero D. Luis Carretero, el canónigo D. Regino Martínez y los profesores D. José Artilla, D. Mariano Quintanilla y D. Ignacio Carral.
El curso 1921-1922 fue igualmente interesante, ya que las conferencias estuvieron a cargo del glorioso erudito D. Miguel de Unamuno, del ilustre catedrático D. Américo Castro, del notable escritor (y gobernador civil de Segovia) D. Juan Díaz-Caneja y del reputador pintor y artista de jardines D. Javier de Winthuysen.
Durante el curso 1922-1923 acudieron a la Universidad Popular Segoviana el ilustre ex-ministro y abogado D. Ángel Ossorio y Gallardo, el sabio médico D. Gregorio Marañón y el prestigioso crítico de Arte D. Ricardo de Orueta. Por su parte, el abogado Francisco Iñiguez, ofreció también una amenísima charla.
El curso 1923-1924 fue inaugurado por el notable político Sr. Conde de Vallelano, y honraron nuevamente la tribuna de esta institución los Sres. Orueta, D´Ors y Díaz Caneja.
El sexto curso (1924-1925) estuvo marcado por las disertaciones de los eminentes pedagogos D. Anselmo González, Dª María de Maeztu y D. Lorenzo Luzuriaga, y de nuevo impartieron sus lecciones los Sres. Castro y Orueta.
En 1926, el capitán profesor de la Academia de Artillería de Segovia D. Francisco Bellido, explicó magistralmente a la concurrencia el raid Palos-Buenos Aires, recientemente efectuado. Fueron también conferenciantes en la Universidad Popular Segoviana los escritores D. Ramón Martínez de Arenas y Dª Lucía Calle de Casado.
El curso octavo (1926-1927) tal vez fuese el de mayor actividad, pues durante él trataron sobre diversos temas de su especialidad D. Américo Castro, D. Ricardo de Orueta (que de nuevo colaboraron con esta institución), la profesora Dª. María Luisa Navarro de Luzuriaga, el insigne catedrático y físico D. Blas Cabrera, el ilustre antropólogo y profesor D. Luis de Hoyos Sáinz, el docto académico de la Historia D. Félix de Llanos y Torriglia, el sabio filósofo y sacerdote D. Juan Zaragüeta, el prestigioso geógrafo D. José Mª Torroja y el distinguido crítico musical D. Miguel Salvador.
El curso noveno (1927-1928) fue dedicado por la Universidad Popular Segoviana, casi exclusivamente, a la restauración de San Quirce, y sólo hubo una conferencia: la inaugural del edificio, a cargo del ilustre bibliógrafo y profesor D. Rufino Blanco Sánchez, Gobernador civil de Segovia por aquel entonces.
En el transcurso del año 1928-1929, además de nuevas conferencias de los Sres. Morente y Orueta, fueron invitados de la institución dos jóvenes escritores, maestros de la nueva literatura española: D. Ernesto Giménez Caballero y D. Teófilo Ortega.
Durante el discurrir del undécimo curso (1928-1929) la tribuna de la Universidad Popular volvió a ser ocupada por D. Américo Castro y D. Ricardo de Orueta, y a ella acudieron por vez primera los catedráticos D. Enrique Moles, químico de fama mundial; D. Julio Palacios, notable físico; D. Ángel Valbuna, poeta e historiador de nuestra literatura; D. Miguel Allue, Director General de Enseñanza Superior y Secundaria; D. Celso Arévalo, naturalista; el escritor D. Miguel Pérez Ferrero; el sacerdote y profesor D. Rufino Núñez; y el inspector de Sanidad Sr. Pérez Mell. Un poeta, D. Francisco Martín y Gómez, llevó a cabo la lectura de su libro “Mar sin mar”.
No menos notable fue el curso siguiente (1929-1930), con la particularidad de que los conferenciantes fueron todos vecinos o naturales de Segovia, salvo el ilustre catedrático de la Universidad de Sevilla D. Ramón Carande, natural de Palencia. Por la nave de San Quirce pasaron el sabio laringólogo y profesor de la Facultad de Medicina de Madrid D. Antonio García Tapia, el presidente de la Diputación de Segovia y abogado D. Gabriel J. De Cáceres, el abogado del Estado D. Pedro Redondo, el notario Matías Martínez Pereda, los escritores y periodistas D. Francisco de Cossío, D. Julio Brouta, D. Ignacio Carral, D. Alfredo Marqueríe y D. Mariano Grau; así como el catedrático del Instituto Cardenal Cisneros D. Celso Arévalo y los médicos D. Segundo Pérez de Andrés y D. Eutiquiano Rebollar.
Los cursos decimotercero y decimocuarto fueron de menor actividad, pero en el primero la Universidad Popular Segoviana contó con la asistencia de los Sres. Orueta y Artigas; Director General de Bellas Artes y Director de la Biblioteca Nacional, respectivamente. En en segundo, por otra parte, tuvo lugar una magnífica disertación del insigne catedrático D. Fernando de los Ríos Urruti, entonces Ministro de Instrucción Pública, acto durante el cual se leyó una memoria general de la obra realizada por esta institución hasta aquellas fechas. El 5 de abril de 1932, además, el inspector veterinario D. Teodomiro Martín impartió una conferencia.



Conciertos

Los Sres. Torner y Vela, con los coros de la Residencia de Estudiantes, dieron el 9 de mayo de 1920 un escogido recital de canciones populares.
El P. Enrique Villalba Muñoz, notable músico, ofreció una conferencia-concierto (de piano) acerca de los “Orígenes del modernismo musical” el 19 de mayo de 1921. Al año siguiente, el P. Villalba llevó a cabo tres nuevas audiciones de piano: una con motivo de la fiesta que celebraba la confraternidad entre la Universidad Popular Segoviana y el Ateneo de Medina del Campo, otra con ocasión la exposición  a beneficio de los niños rusos y aún otra más para conmemorar la inauguración de la biblioteca de Sepúlveda.
El 7 de julio de 1922, ofreció un concierto de piano D. J. Francisco Betoret, precedido por una charla de D. Domingo Rex.
La conferencia que impartió el Sr. Díaz Caneja, el día 23 de enero de 1922, acerca de los cantares populares, fue acompañada al piano por la profesora de la Escuela Normal Dª. María del Carmen Feliú y con los cantos de la Srta. Margarita García Moreno.
Los Alumnos de Música de la Escuela de Artes y Oficios de Segovia (dirigidos por su profesor D. Luis Casares) tomaron parte principal en la velada ofrecida a los niños de las Escuelas públicas el 26 de junio de 1924, en la que intervinieron los Sres. Ruvira, Quintanilla, Rodao y Moreno.
En conmemoración del centenario de Beethoven, la Universidad Popular Segoviana y la Agrupación Cultural Muscial celebraron en el Teatro Juan Bravo (con fecha 24 de marzo de 1927) una fiesta musical, que contó con la cooperación del Sr. Villalba y de los alumnos de Artillería Sres. Torres, Cabezas y Montayá; y con posterioridad se ofreció en el Teatro Cervantes un concierto de piano a cargo de la Srta. Pura Lago, precedido por una conferencia del académico Sr. Salvador.
Por si fuera poco, en la nave de San Quirce se celebraron, además, algunos conciertos de la Sociedad Filarmónica.

Exposiciones


Con carácter benéfico (en favor de los niños hambrientos de Rusia, para más señas) se organizó la primera exposición artística de la Universidad Popular Segoviana. Tuvo lugar en la primavera de 1922. Aportaron para ella sus pinturas y dibujos los Sres. Vicente Carrasco, Isidoro Esteban, Emilio García Martínez, Juan A. Gómez Alarcón, Tomás Guerra, Manuel Palomares, Lucio Roldán, Florentino Soria, Lope Tablada de Diego, Lope Tablada Maeso, Eugenio Torre y Jesús Unturbe; sus esculturas, los Sres. Emiliano Barral y Toribio García; sus cerámicas, la viuda e hijos de Zuloaga; y sus fotografías, el Sr. Tirso Unturbe. Cooperó también D. Enrique Villaba con el donativo de obras musicales suyas y de sus hermanos Luis y Alberto, con el objetivo de ser sorteadas. El insigne poeta D. Antonio Machado, por su parte, leyó un excelente trabajo sobre la literatura rusa que, por desgracia, ha quedado inédito. Esta exposición benéfica se celebró en el patio cubierto de la Casa de los Picos.
En octubre de 1928, el notable pintor D. Lope Tablada de Diego expuso sus cuadros en San Quirce; y lo mismo hizo con sus fotografías, en diciembre de 1929, D. Jesús Unturbe. Justo un año después, habría una exposición de pintura con obras de D. Pablo Lázaro.
La exposición más importante se organizó durante las ferias de 1930. Figuraban en ella pinturas de D. Ignacio Blanco Niño, D. Manuel Bernardo, D. Vicente Carrasco, D. Emilio García Martínez, D. Tomás Guerra, D. F. Laroche, D. Pablo Lázaro, D. Manuel Martí, D. Emilio Navarro, D. Manuel Palomares, D.R. Peñuelas, D. César Prieto, D. J. Rodríguez, D. Cristóbal Ruiz, D. Fernando Serrano, D. Ben Silbert, D. Florentino Soria, D. Lope Tablada de Diego, D. Lope Tablada Maeso, D. Eugenio Torreagero, D. Jesús Unturbe, D. Esteban Vicente, D. Federico de la Villa, D. Valentín de Zubiaurre, D. Daniel Zuloaga y D. Ignacio Zuloaga. Se exhibieron esculturas de D. Emiliano Barral, D. Manuel Bernardo, D. Toribio García, D. Aniceto Marinas, D. Florentino del Pilar y D. Florentino Trapero; cerámicas de D. Fernando Arranz y D. Daniel Zuloaga e hijos; grabados de los Sres. Blanco Niño y Torreagero; dibujos de “Álex”; D. Francisco de Cáceres, D. Francisco Tejero y D. Lucio Roldán; fotografías de D. Tirso Unturbe y el Sr. Zárraga; carteles de “Álex”, Augusto, Sres. Arranz y Torreagero y D. Manuel Martí; cerrajerías artísticas de D. Pablo López y D. José Pulido; tallas de D. Matías San Marcial; labores de la Srta. Carmina Heras.
En esta exposición de artistas y temas segovianos se oyeron dos interesantes conferencias. La primera, glosando las obras expuestas, ofrecida por el Sr. Marqueríe y publicada después por la propia Universidad Popular Segoviana. La segunda, a cargo del Marqués de Lozoya, trató de “La pintura antigua en Segovia” y puede leerse en la revista “Cultura Segoviana” (1932).
Creada la Sociedad de Amigos de las Bellas Artes y domiciliada en San Quirce, en su nave se han celebrado exposiciones diversas.

Homenajes

Siendo invitada la Universidad Popular Segoviana por el Ateneo de Medina del Campo al homenaje a los comuneros que se hizo en esta villa vallisoletana en septiembre de 1922, accedió muy honrada a este requerimiento, y en su nombre acudieron a Medina del Campo los Sres. Gila y Rodao.
En 1922 se solicitó al Ayuntamiento de Segovia el dar a una calle el nombre del glorioso sabio D. Santiago Ramón y Cajal. La propuesta, que fue secundada por el consistorio, fue realizada por el profesor D. Segundo Gila.
En el aniversario del fallecimiento del gran ceramista D. Daniel Zuloaga, se organizó una velada en su honor, en la que tomaron parte los Sres. Quintanilla, Rodao, Endériz, Antonio Sanz (diputado provincial) y D. Fernando Rivas (alcalde de Segovia).
En el homenaje dedicado al poeta segoviano D. José Rodao en su pueblo natal, Cantalejo, y que fue patrocinado por la Universidad Popular Segoviana, ésta se halló representada por los Sres. Gila, Cabello, Quintanilla y Ballesteros; el primero de los cuales pronunció un elocuente discurso durante la inauguración de la lápida colocada en la casa natal del poeta (1.º de junio de 1923).
Como tributo de admiración a un queridísimo miembro de la Universidad Popular Segoviana, el preclaro poeta D. Machado, esta institución le nombró en 1927 director honorario y solicitó (en unión de los directores de todos los centros docentes de la ciudad del Eresma) que fuese elegido académico de número de la Española, súplica que atendió a los pocos meses tan docta corporación. En el homenaje tributado a D. Antonio y D. Manuel Machado que tuvo lugar en septiembre de 1928, con motivo de la representación de su obra “Julianillo Valcarce”, el Sr. Quintanilla tomó parte en nombre de la Universidad Popular Segoviana.
Como testimonio de admiración al genial pintor D. Ignacio Zuloaga; durante una breve estancia en Segovia el 14 de diciembre se le dedicó (en una excelente cena típica) un pergamino dibujado por el Sr. Palomares y firmado por todos los profesores.
La institución expresó su gratitud a los pintores D. Valentín de Zubiaurre y D. Cristóbal Ruiz por su labor de divulgación de las bellezas segovianas.
El 2 de noviembre de 1932 se cumplió el tercer centenario de la muerte del escritor segoviano Jerónimo de Alcalá Yáñez, y la Universidad Popular Segoviana lo recordó de doble manera: con la inauguración de una lápida conmemorativa (obra del Sr. Zuloaga) en la casa donde murió el autor de “El Donado hablador”, en la plaza de Medina del Campo, esquina a la calle Juan Bravo; y con una conferencia sobre su obra literaria, ofrecida por D. Ángel  Revilla. A los pocos meses tuvo lugar otro tercer centenario, el de la muerte del poeta Alonso de Ledesma, también segoviano, y su figura fue recordada en una lírica charla de D. Alfredo Marqueríe.
Por lo demás, la Universidad Popular Segoviana homenajeó al sabio naturalista D. Joaquín M. Castellarnau, premiado con la Medalla Echegaray, dedicándole un boletín.

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« Respuesta #2 : Febrero 17, 2012, 17:26:59 »


Biblioteca

La biblioteca de la Universidad Popular Segoviana comenzó su andadura a finales del curso primero y con motivo del concierto dado el 9 de mayo de 1920 por los Coros de la Residencia de Estudiantes de Madrid, ya que esta institución donó a la Universidad Popular un total de 100 pesetas y una colección de sus publicaciones para el establecimiento de una biblioteca circulante. Enseguida, la Universidad Popular Segoviana recibió más donativos de libros (aportados por D.ª Cristina García de Riesco, D.ª Ángeles León de Ibot y los Sres. León y Romero), adquiriendo otros hasta conseguir 707 volúmenes a finales del segundo año, según consta en el inventario de la Memoria. Entre ellos figuraba un lote de libros enviados por el Ministerio de Educación, aportación que volvería a repetir (en octubre de 1922) el ministro D. Tomás Montejo.
Con el paso del tiempo, fueron muchas las personalidades de relevancia nacional que realizaron donativos de libros a la Universidad Popular Segoviana. Cabe recordar las importantes colecciones de libros que enviaron, entre otros, los Sres. Osorio y Gallardo, Altamira, Bonilla San Martín, Álvarez Quintero, Alonso Cortés, Jordán de Urrés, Vergara, Arévalo, Artigas, etc, etc. Antonio Machado, por su parte, regaló más de un centenar de volúmenes a la institución que nos ocupa.
Pasaron también a manos de la Universidad Popular Segoviana parte de los fondos bibliográficos de la Sociedad Económica Segoviana de Amigos del País, que se hallaban depositados en el Instituto de Segunda Enseñanza. Aparte de los notables donativos aquí reseñados, los 4000 volúmenes con que llegó a contar la biblioteca de esta institución fueron adquiridos con los recursos ordinarios y unas tres subvenciones extraordinarias. Sin intentar ser exhaustivos, vamos a dejar constancia de algunas de las colecciones de libros que se encontraban disponibles en la biblioteca de la Universidad Popular Segoviana: la Biblioteca Clásica y gran parte de la de Escritores Castellanos, las ediciones de Cape (Colección Universal, Contemporánea, Viajes Antiguos y Modernos, etc), la “Revista de Occidente”, Sopena (las grandes novelas), “Sociedad de Amigos del Arte”(valiosos catálogos donde los haya); obras de Alarcón, Pereda, Galdós, Valera, Blasco Ibáñez, Benavente, Palacio Valdés, Rubén Darío, Azorín, Unamuno, Ortega y Gasset, Gómez de la Serna, Pérez de Ayala, Pardo Bazán, Rubén Darío, d´Ors, Nervo, Costa, etc; varias colecciones de manuales para los diversos oficios; una sección de libros infantiles (Araluce, Calpe...); otra en caracteres especiales para ciegos; diversos tratados didácticos; revistas y periódicos...
Sin embargo, la Universidad Popular Segoviana no contaba con ningún catálogo impreso donde reseñar y clasificar tan extensa biblioteca. Pese a que se trabajó en su confección y el Sr. Ignacio Carral compuso uno sobre los distintos libros (catalogados por autores y materias), el crecimiento de las colecciones de volúmenes y la falta de fondos para encargar a la persona adecuada la redacción de un catálogo y su posterior impresión hicieron que esta deficiencia no pudiera ser corregida.



Publicaciones

Por último, hemos de reseñar las ediciones de libros llevadas a cabo por la Universidad Popular Segoviana; pese a que los volúmenes fueron pocos y muy modestos los recursos. El primer volumen fue de poemas: “Glosario agreste” (1927), de M. Álvarez Cerón; al que siguieron otros dos: “23 poemas” (1927), de Alfredo Marqueríe y “Poemas de ayer” (1934) de Mariano Quintanilla [en la imagen], así como “Reloj” (1934), también de Marqueríe.
En 1928 se editó el folleto “Cauca”, del sabio arqueólogo Schulten, dedicado al Sr. Marqués de Lozoya y traducido por el Sr. Landa. Antes se había publicado en la revista segoviana “Manantial”, que a pesar de no ser un órgano de la Universidad Popular Segoviana, tenía su domicilio en San Quirce y estaba dirigida por dos de sus integrantes (los Sres. Otero y Álvarez Cerón, concretamente).
La charla de D. Mariano Grau “Segovia. Cinta en tecnicolor” (1931) en bello formato, y la de “Artistas y temas segovianos” (1930) del Sr. Marqueríe, fueron publicadas por la institución, así como una conferencia de D. Teodomiro Martín sobre “Abastecimiento de leche sana” (1932).
No conviene pasar por alto el boletín de estudios segovianos “Universidad y Tierra”, donde la Universidad Popular difundió excelentes investigaciones acerca de diversos aspectos de la provincia. De los trabajos publicados en esta revista, se publicaron dos por separado: “Castellarnau, biólogo” (por Celso Arévalo) y “Apuntes geológicos. La Cuesta de los Hoyos. La estatua del Hércules. La sinagoga mayor de Segovia” (por D. Joaquín María Castellarnau).
Citemos, por otra parte, la “Memoria correspondiente a los cursos de 1920 y 1920 a 1921” (1921) y el “Catálogo” de la exposición de 1930...

A modo de conclusión

El estallido de la Guerra Civil paralizó, como no podía ser de otra manera, la actividad cultural de la Universidad Popular Segoviana.
Los sublevados se hicieron con el control de Segovia y su provincia sin demasiadas dificultades, pese a la existencia de dos zonas con significativa implantación de la izquierda obrera: la formada por las localidades serranas de El Espinar, Otero de Herreros, Vegas de Matute, Zarzuela del Monte, Valsaín y San Ildefonso; y la integrada por los partidos judiciales de Cuéllar y Santa María de Nieva (Cuéllar, Bernardos, Carbonero el Mayor, Navas de Oro, Coca y Nava de la Asunción). Con el objetivo de frenar la rebelión de los militares, las organizaciones obreras segovianas convocaron una huelga general, secundada de manera desigual en los distintos sectores laborales. Las Casas del Pueblo de toda la provincia trataron de organizar, de manera un tanto rudimentaria, a los obreros, que requisaron todas las armas que buenamente pudieron... Pero todos los intentos de resistencia fueron inútiles: camiones con tropas de la Academia de Artillería de Segovia, guardias civiles y falangistas recorrieron toda la provincia, controlando cada localidad y destituyendo a concejales o gestoras de izquierdas, sin que se produjera enfrentamiento alguno. Sólo se produjeron tiroteos entre los partidarios del Frente Popular y los sublevados en Portachuelo, Prados y la central de teléfonos de San Rafael.
La Universidad Popular Segoviana, por su parte, sería presidida a partir de 1937 por el Marqués de Quintanar, y su actividad se redujo a varias conferencias y publicaciones, así como dos homenajes (al pensador portugués Antonio Sordinha y al poeta Rubén Darío).
Ya en 1947, se iniciaría una nueva época en la trayectoria de la Universidad Popular que nos ocupa. Con la presencia de los Sres. Marqués de Lozoya (director general de Bellas Artes) y Pérez Villanueva (gobernador civil de Segovia), la Universidad se reinstitucionalizó como Centro de Estudios Segovianos, “bajo el nombre de Instituto Diego Colmenares, que se integró en el Patronato José María Cuadrado, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas”. Poco después, a propuesta de D. Mariano Quintanilla, se inició la publicación de una revista sobre el pasado histórico-artístico de la ciudad que se tituló, precisamente, “Estudios Segovianos”. En 1955, los miembros de la Universidad Popular Segoviana acordaron su transformación en la Academia de Historia y Arte de San Quirce, conforme al reglamento aprobado por el Ministerio de Gobernación, por estimarse que la nueva denominación se ajustaba mejor a las actividades que la entidad venía desarrollado desde muchos años atrás...
Honrada en 1997 con la concesión del título de “Real”, la Academia de Historia y Arte de San Quirce mantiene su compromiso con la cultura segoviana, desarrollando interesantes cursos y realizando excelentes publicaciones.
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« Respuesta #3 : Febrero 17, 2012, 17:32:57 »


Carlos Martín - Universidad Popular Segoviana : 1920-1934 (Segovia, 1934).
Mariano Quintanilla - Ignacio Carral (Segovia, 1936)
VV.AA - Historia de Segovia (Segovia, 1987)

http://www.academiadesanquirce.org/historia.htm

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« Respuesta #4 : Febrero 17, 2012, 17:36:16 »


Añado un artículo de El Norte de Castilla sobre Mariano Quintanilla y Romero; una de los más significativas personalidades de la Universidad Popular Segoviana:



El hombre que soñó con la libertad

25.11.07

«En Segovia -una de las ciudades españolas y aun europeas más personales, por eso, tal vez, de más difícil manejo por los poderes externos- ha habido siempre una ventana muy abierta y unos hombres muy despiertos, atentos al paisaje del mundo, al vuelo de la idea, y que -hoy como ayer- no se asombran fácilmente de novedades o contestaciones».
Manuel González Herrero (1924-2006) pronuncia estas palabras en 1969 refiriéndose a Mariano Quintanilla, que acababa de fallecer. Ante la Academia de San Quirce, el intelectual glosa la vida de un hombre con el que se sintió muy identificado. A juicio de don Manuel, Mariano Quintanilla es la proa de una generación de intelectuales que hizo saltar por los aires esa concepción de Segovia como ciudad levítica, conservadora e inmóvil que siempre han defendido quienes no la conocen.
La democracia que trajo la Constitución de 1978 está en deuda con individuos de la talla moral de Quintanilla. Quizá porque quiso nacer sin traumas, el nuevo régimen de libertades que siguió a la dictadura del general Franco se olvidó de los hombres que, con sus aportaciones intelectuales, supieron ver más allá de la triste y patética realidad que les rodeaba. Consiguieron traer la República, sí, pero España nunca ha hecho mucho caso de sus pensadores. Después, el franquismo les condenó al ostracismo en medio de una persecución implacable contra la inteligencia que resucitó los tiempos más oscuros de la Inquisición. De Quintanilla me quedo con la primera etapa de su vida, sencillamente, porque es cuando su pensamiento fluye libre y auténtico.
Mariano Quintanilla Romero nació en Segovia el 22 de noviembre de 1896 -esta semana hubiera cumplido, pues, 111 años-, en el seno de una familia acomodada y de noble estirpe. Era hijo de Mariano Quintanilla y Martínez, médico y concejal del Ayuntamiento, y de Ricarda Romero y Gilsanz. La familia siempre residió en el número 1 de la Plaza Mayor, esquina con Marqués del Arco (antes Los Leones), donde el pequeño Mariano creció rodeado de libros y conocimientos.
El muchacho cursó con brillantez la enseñanza primaria en la escuela pública de San Esteban y el bachillerato en el Instituto General y Técnico, el mismo que desde 1977 lleva su nombre. Dice González Herrero que, ya en sus primeros estudios, Quintanilla se forma en los principios que defenderá durante toda su vida: pensamiento riguroso, amor al trabajo, espíritu de tolerancia, sentido acendrado del deber, de la moderación, de la sencillez y del respeto a las opiniones de los demás. Con idéntico éxito acabó licenciándose y doctorándose en las facultades de Derecho y Filosofía y Letras, de manera que ya en 1920 consiguió una plaza de profesor-ayudante de Letras en el instituto de Segovia, donde coincidió varios cursos con Antonio Machado, con quien entabló una muy sincera amistad.
Quintanilla fue un joven con inquietudes intelectuales muy precoces, una inteligencia fuera de lo común y un espíritu dinámico que le convirtió en todo un referente para sus propios compañeros. En 1916, a punto de cumplir los veinte años de edad, obtuvo una mención honorífica en el certamen literario organizado por la Asociación de la Prensa con motivo de la coronación canónica de la Virgen de la Fuencisla. Su poema titulado 'La Elegía del Profeta' cosechó el aplauso unánime del jurado.

Prensa y tertulia

También desde temprana edad publicó el intelectual en ciernes artículos en la prensa, pues formó parte de la redacción de 'La Tierra de Segovia', el diario que se editó entre 1919 y 1922, y firmó infinidad de artículos en el 'Heraldo Segoviano' de Carlos Martín, de tendencia progresista, que salió a la calle en dos etapas, entre 1926 y 1931 y entre 1935 y 1936.
El inicio de los años veinte se corresponde con la edad de plata de las letras y las artes segovianas. El joven Mariano se siente identificado con sus compañeros de generación -los Ignacio Carral, Fernando Arranz, Agapito Marazuela, Emiliano Barral, Juan José Llovet, Julián María Otero, Pablo de Andrés Cobos, Marceliano Álvarez Cerón - y es uno de los promotores de la tertulia en la que también toman parte Blas Zambrano y Antonio Machado, que llegó a Segovia en diciembre de 1919 para asumir su cátedra de Francés en el Instituto General y Técnico.
Según Pablo de Andrés Cobos, «Mariano Quintanilla, en los mismos o muy pocos años más, aparecía siempre ante nosotros, los demás de la tertulia, como respetable y respetado, por la gravedad de su conducta y por su mucho y bien articulado saber. Todos le mirábamos siempre como fuente de seguros conocimientos y todos hemos parasitado más o menos en torno a sus saberes garantizados», apunta.

Años convulsos

El 14 de abril de 1931 sorprende a nuestro protagonista en Zamora, en cuyo instituto ejerce su cátedra en aquella hora crucial de España. Quintanilla no permanece ajeno a la explosión de júbilo que invade al pueblo al proclamarse la II República y personifica en el balcón del Ayuntamiento zamorano la instauración del nuevo régimen entre vivas a España y banderas republicanas. Fiel a sus principios y valores, recomienda «el orden más perfecto, el respeto más absoluto a cosas y a personas -aun a los adversarios-» y pide que todos los afiliados y simpatizantes se conviertan desde este histórico momento «en los defensores y guardadores más celosos del orden, del respeto, de la ley y de la justicia», según narra el 'Heraldo de Zamora' del día siguiente.
Meses después, en octubre, el ministro de Gobernación de la República, Miguel Maura, nombra a Mariano Quintanilla gobernador civil de la provincia de Zamora, cargo que nunca le resultó cómodo; de hecho, no permaneció en él mucho tiempo y pronto retomó su actividad docente. Su designación política le obligó a aplazar su boda con Elena García Fresnedo, su futura esposa.
Cuando estalla la guerra civil, el catedrático imparte clases en el instituto Calderón de la Barca de Madrid, donde vuelve a formar claustro con Antonio Machado. Después, la represión y el silencio. El fascismo nunca le perdonó ni sus ideas liberales ni los servicios prestados a la causa republicana como gobernador de Zamora, a pesar de su talante moderado y racional. En 1939, al regresar a Segovia, fue detenido, encarcelado y despojado de su cátedra. Al parecer, la intercesión del marqués de Lozoya, hombre de gran influencia durante la dictadura franquista, le libró de males mayores. Cuenta su amigo Juan de Vera que, falto de medios económicos propios para el sostenimiento de una familia con cuatro hijos, aceptó el cargo de profesor en un colegio particular de Olmedo, donde residió durante varios años. En 1949 reingresó en el cuerpo de catedráticos y pudo volver a ocupar su puesto en Ávila. Finalmente acabó jubilándose en el instituto Cisneros de la capital madrileña.
Mariano Quintanilla Romero vivió los últimos años de su vida volcado en la investigación de la historia local, que dominaba con precisión, y en la edición de 'Estudios Segovianos', la publicación de la Academia de Historia y Arte de San Quirce, heredera de la Universidad Popular, que él impulsó. Murió a los 72 años. Como subraya Mariano Gómez de Caso, su legado es inmarcesible.

Fuente: http://www.elnortedecastilla.es/20071125/segovia/hombre-sono-libertad-20071125.html
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