Maelstrom
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« : Mayo 02, 2012, 23:58:00 » |
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INTRODUCCIÓNEl objeto de estas lÃneas es la persona de Blas Infante, su pensamiento y su práctica, y, junto a ello, algo casi indisoluble, el movimiento que fundó y lideró, el andalucismo —al que denominamos histórico, éste es el que se desarrolló durante su vida—, y que acabaron trágicamente (la persona y el movimiento) en los primeros compases de la Guerra Civil Española. Para conocer cómo es un pueblo, uno de los pilares imprescindibles es su dimensión histórica. Sobre todo es importante conocer a las personas, los acontecimientos y las ideas que han sido especialmente significativas en la historia de nuestro pueblo. Y la persona, los acontecimientos y las ideas que vamos a tratar nos pueden ayudar a comprender algunas cosas de la AndalucÃa actual. Blas Infante encarna el mejor andalucismo, el más honrado y comprometido socialmente, el más identificado con los explotados de nuestra tierra. En cuanto a los acontecimientos históricos, hablaremos de una época convulsa en la que España y AndalucÃa estuvieron sometidas al cruce de varias crisis económicas, territoriales y sociales, y en la que empezó a despuntar con fuerza un fenómeno que hoy es esencial para entender nuestra realidad sociopolÃtica: las reivindicaciones nacionalistas y regionalistas. Y, por último, aquellas ideas nos pueden servir para entender algunas imágenes e interpretaciones que aún hoy se mantienen sobre la realidad de AndalucÃa como pueblo y sobre el andalucismo. Se hace difÃcil, sin embargo, hablar de un personaje histórico como Blas Infante cuando hoy es revindicado por todas las fuerzas polÃticas, las instituciones y los grupos sociales en AndalucÃa. Hoy en dÃa vemos su nombre puesto a calles, plazas, avenidas...; está reconocido no sólo popularmente, sino de forma oficial como “padre de la patria andaluzaâ€, tal y como recoge el Preámbulo Oficial del Estatuto de AutonomÃa. 1Estamos ante un caso en el que el mito, el personaje histórico, eclipsa a la persona real. No obstante, la popularidad y la difusión de la figura de Blas Infante vienen paralelas al desconocimiento de su pensamiento y de sus prácticas sociocultural y polÃtica, cuando no de la caricaturización folclorizante de sus ideas. Y es que estamos ante un personaje que dentro de los movimientos nacionalistas-autonomistas del primer tercio del siglo XX tiene un pensamiento y una praxis bastante singular, un activista y un pensador difÃcilmente encasillable, en el que encontramos elementos de las diferentes corrientes ideológicas de la época de crisis que le tocó vivir. Su obra intelectual es compleja, e incluso contradictoria, paradójica podemos decir, y criticaremos algunos de sus planteamientos filosóficos e ideológicos. Pero esta crÃtica no quita un ápice para que reconozcamos en él a una persona rebelde, utópica, solidaria, pasional, que vivió por y para nuestra tierra y que, además, murió por defenderla. Nos vamos a aproximar a la figura de Blas Infante siguiendo su vida y su actividad andalucista, asà como el desarrollo de su pensamiento. La metodologÃa que voy a seguir en la exposición es ir desarrollando un doble itinerario, su itinerario biográfico y su itinerario filosófico-ideológico, podemos decir. Iré, por lo tanto, desgranando brevemente las distintas etapas de la vida de Infante y del origen y desarrollo de aquel incipiente andalucismo, para en cada una de esas etapas pararme a analizar el pensamiento, las ideas fuerza que influyeron en él y en el andalucismo. Vamos a seguir el siguiente esquema: ITINERARIO BIOGRÃFICO2 / ITINERARIO IDEOLÓGICO1. Infancia y juventud (1885-1910) / 1.1 Fuentes ideológicas 2. Los orÃgenes del andalucismo (1910-1916) / 2.1 El andalucismo regionalista 3. La crisis del estado oligárquico (1917-1923) / 3.1 El andalucismo nacionalista 4. De la dictadura a la república y la guerra (1923-1936) / 4.1 El andalucismo liberalista Terminaré con un apartado donde reflexiono sobre la relación entre el pensamiento de Infante y el andalucismo histórico y el llamado “nuevo andalucismo†surgido tras la dictadura franquista. Dedicaré especial atención a su pensamiento, a las diversas etapas en que podemos dividirlo. Pero empecemos a desarrollar su itinerario biográfico hablando de su infancia y juventud. Trasladémonos a sus primeros escenarios vitales. 1. INFANCIA Y JUVENTUD“Yo tengo clavada en mi conciencia, desde mi infancia, la visión sombrÃa del jornalero. Yo le he visto pasear su hambre por las calles del pueblo, confundiendo su agonÃa con la agonÃa triste de las tardes invernales...â€. El Ideal AndaluzCasares, 1885-1895 • Nace el 5 de julio de 1885 en el seno de una familia de labradores acomodados. • Escenario rural andaluz de finales del XIX. La cuestión agraria. • Descubre la situación de los explotados: los pobres que son mandados a la guerra de Cuba por no tener para pagar el rescate, los gitanos que son expulsados del pueblo, pero sobre todo la situación desesperada del jornalero andaluz. Archidona, 1896-1900 • Estudia el Bachillerato en los Escolapios. • Decadencia española. Crisis del 98, ruina polÃtico-económica de España. Casares, 1901-1903 • Interrumpe los estudios por problemas económicos familiares. • Trabaja con su padre en el Juzgado Municipal. Granada, 1904-1906 • Se matricula por libre en la Universidad de Granada en Derecho y en FilosofÃa y Letras. • Descubre la cultura de Al-Andalus. • Etapa de intensa formación filosófica e ideológica (historia árabe, nueva filosofÃa alemana, literatura hispánica, orÃgenes del flamenco, antropologÃa gitana, arte, geografÃa, derecho, religión, música...). Casares, 1907-1909 • Oposiciones a notarÃa. • Encuentros con los primeros regionalistas (constantes idas y venidas a Sevilla, Juegos Florales del Ateneo de Sevilla).[iii] 1.1 FUENTES IDEOLÓGICAS. EL “CRISOL†DEL PENSAMIENTO BLASINFANTIANOEmpecemos ahora a caminar por su itinerario ideológico. Infante, además de un activista, es también un teórico que desplegó una enorme energÃa intelectual en desarrollar lo que podemos llamar, siguiendo el léxico blasinfantiano, el ideal andaluz y los fundamentos de AndalucÃa. El Blas Infante pensador desarrolla, a través de su obra escrita —una docena de libros, además de numerosos artÃculos, cartas y manuscritos inéditos—,[iv] un pensamiento que nutrió ideológicamente a aquel andalucismo histórico que empezaba a dar sus primeros pasos al principio de la segunda década del siglo XX, y en cierta manera también inspira a los actuales andalucistas que se sienten herederos de aquél. La etapa de infancia y juventud es en lo ideológico una etapa de formación, en la que Blas Infante va adquiriendo las referencias ideológicas que serán las fuentes que alimenten su pensamiento. Esta etapa de formación habrÃa que extenderla también a los primeros años en la notarÃa de Cantillana del RÃo, a la que llega en 1910, con tan sólo 25 años. En esos primeros años, Blas Infante entra en contacto con los primeros intelectuales regionalistas sevillanos y con el movimiento georgista, y continuará pegado a la realidad rural y jornalera desde su notarÃa, en la que intentará ayudar asesorando legalmente a los más desfavorecidos y donde tendrá contacto permanente con las ideas ácratas y libertarias dominantes en esos ambientes. Ya en 1914, cuando presente su Ideal Andaluz en el Ateneo sevillano, podemos decir que ya se ha formado la base intelectual y filosófica de su pensamiento, que servirá de soporte ideológico al naciente andalucismo. No obstante, cuando uno se acerca al pensamiento de Infante, al principio le puede resultar demasiado difuso, cambiante e, incluso en algunas de sus facetas, extravagante y contradictorio. Sin embargo, veremos que existe una relativa coherencia si somos capaces de deshacer la madeja de las diversas ideas y corrientes filosóficas que sobre él y los andalucistas de principio de siglo influyeron. Para intentar desentrañar este pensamiento, este crisol, podemos decir usando otro vocablo blasinfantiano, vamos a analizar las diversas fuentes filosóficas y aquellos autores que más le influyeron ideológicamente. El regeneracionismo (JoaquÃn Costa) Es evidente que una de las fuentes en las que bebe su pensamiento es el regeneracionismo. El siglo XX en España y en AndalucÃa nace bajo la conmoción que supuso el desastre del 98, cuando España pierde los últimos reductos de su imperio colonial: Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Coincidiendo con ello, también cobran fuerza las reivindicaciones periféricas en Cataluña y el PaÃs Vasco, lo que crea el sentimiento de decadencia y de peligro de desmembramiento de España. Junto a esto tenemos una situación socioeconómica muy precaria en general y especialmente subdesarrollada y antagonista en el caso de AndalucÃa, donde la riqueza estaba concentrada en una muy minoritaria oligarquÃa terrateniente, mientras la mayorÃa social la constituÃan las enormes masas de jornaleros sin tierra y campesinos pobres. En lo polÃtico, regÃa el sistema parlamentario ficticio instaurado por Cánovas del Castillo con la restauración borbónica, basado en el turno de gobierno entre los partidos liberal y conservador. Pese a que, a partir de 1890, se estableció el sufragio universal masculino, el turno de gobierno era pactado por los dos partidos dominantes y la Corona, y se mantenÃa por una red de corrupción y clientelismo polÃtico que garantizaba el fraude electoral. Este panorama lo podemos resumir con el significativo tÃtulo del libro de JoaquÃn Costa OligarquÃa y caciquismo, obra que influyó decisivamente en el joven Blas. 5Frente a este escenario tan crÃtico, se levantan en los ambientes intelectuales distintas voces que pretenden acercar la España oficial a la España real. Por lo tanto, en principio hemos de entender el regeneracionismo como una reacción patriótica frente a la situación de crisis y decadencia que vivÃa España. Entre estas voces podemos incluir a una gran parte de los incipientes regionalismos y nacionalismos, y más concretamente al andalucismo de Blas Infante. Podemos decir que toda la obra intelectual del ideólogo andaluz no es otra cosa que un esfuerzo por regenerar a AndalucÃa, como podrÃa resumir las primeras palabras de El Ideal Andaluz: “Éste es el problema: AndalucÃa necesita una dirección espiritual, una orientación polÃtica, un remedio económico, un plan de cultura y una fuerza que apostole y salveâ€. Pero, junto a la regeneración de AndalucÃa, también la de España. Para Infante, la regeneración de España debe darse por la fuerza regenerativa de sus regiones, como muestran estas otras palabras de El Ideal Andaluz: “...El alma española no es otra cosa que el resultado de la convergencia en suma de las energÃas regionales. (...) Las regiones, por tanto, no han de esperar a ser redimidas por la nación, sino que, al contrario, por ellas ha de ascender la fuerza inicial por cuya virtud se redimirá la patriaâ€. Como dice J. A. Lacomba, “el proyecto de Infante es, por consiguiente, una propuesta regeneracionista, integradora y solidaria: regeneración andaluza para, de esta manera, ayudar a la recuperación española. 6La autonomÃa andaluza y el federalismo ( Pi y Margall) La regeneración andaluza debe pasar por que AndalucÃa tome conciencia de sà misma y sea dueña de su propia historia. Blas Infante, superando el debate estrictamente culturalista en el que andaba inmersa la intelectualidad andalucista de la época, plantea la necesidad de dotar a AndalucÃa de instituciones polÃticas que le otorguen el protagonismo necesario. Su propuesta plantea articular AndalucÃa de forma federal de abajo a arriba y, a la misma vez, reestructurar profundamente en la misma lÃnea un estado como el español decadente y centralista que no se ajustaba a su realidad plural. Tenemos aquà otra de las constantes ideológicas en Blas Infante que hicieron de hilo conductor en su militancia andalucista: el federalismo de base pimargalliano. Ya en 1914, nuestro joven notario se tenÃa muy aprendida la obra principal del ilustre catalanista, reclamándose, siguiendo a Pi y Margall, de un regionalismo federalista. Como dice J. Acosta Sánchez, “sin analizar la profunda influencia pimargalliana, no se pueden entender el pensamiento y la acción del lÃder andaluz... Desde esa constante que fue la influencia de Pi Margall, sobre todo a través de su obra Las nacionalidades, el pensamiento polÃtico de Blas Infante recupera cierta coherenciaâ€. 7 Desde esa perspectiva federalista, la lucha por la autonomÃa se convertirá en uno de los principales ejes del programa andalucista. Pero la idea de autonomÃa de Blas Infante es muy diferente a las propuestas que se debatieron en su tiempo 8 y también a la autonomÃa que hoy tenemos. Su idea de autonomÃa tenÃa como pilares la utopÃa federalista y una concepción radical de la democracia y la soberanÃa popular. Para Infante, la autonomÃa era mucho más que una mera descentralización administrativa; él la entendÃa por estratos, esto es, en la base está la autonomÃa individual, las personas deben de ser libres para decidir autónomamente: “En la forja de las autonomÃas individuales, está la base indeclinable de la creación y de la autonomÃa de los pueblosâ€, nos dirá en sus Fundamentos de AndalucÃa. En el siguiente estrato se encuentra la autonomÃa municipal, que para Infante era la comunidad básica de la que debÃa partir la soberanÃa popular, como escribirÃa en 1931 en su libro La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado Libre de AndalucÃa, en el que define a AndalucÃa como “un anfictionado 9 de pueblos animados por el mismo espÃritu y fundamentados en la misma historiaâ€. Y aclaraba más: “A AndalucÃa corresponde un estatuto verdaderamente federalista, es decir, de abajo a arriba y no de arriba a abajo como el catalán. (... ) Considero principios capitales sustantivos de aplicación a toda la región, y según sus tradiciones, la autonomÃa municipal. Las villas, las aldeas o las alquerÃas andaluzas, sin prejuicio de las cargas generales, se regÃan libremente durante Al-Andalusâ€. Siguiendo su esquema de democracia radical “de abajo a arriba†que para él tiene el antecedente en la época musulmana, el siguiente plano eran las provincias, que se constituirÃan en “estadosâ€, regidos éstos por una “Corporación autónomaâ€, que se articularÃan para la expresión unitaria de AndalucÃa en el “Consejo o Junta de relación o de Gobierno de AndalucÃa que representarÃa a todos los Estados ante el Poder Federal españolâ€. Influencias anarquistas (Proudhon, Vallina...) Quizás ésta sea una de las caracterÃsticas más singulares del pensamiento de Blas Infante dentro del panorama regionalista-nacionalista. Pero ¿cómo explicar esta aparente extravagancia en el pensador andalucista? Dos razones nos pueden ayudar a entenderlo. La primera tiene que ver con la situación social propia de AndalucÃa y las relaciones de Blas Infante con el movimiento jornalero. Cuando Infante irrumpe en el incipiente debate regionalista, introduce otra novedad, que no andaba muy cercana a los ambientes intelectuales en los que se desarrollaba el primer andalucismo culturalista: la preocupación social y, más en concreto, la situación sangrante de los jornaleros andaluces. Su preocupación por la tierra y el problema latifundista llevó al lÃder andalucista a implicarse en los ambientes jornaleros y en las luchas campesinas, intentando ayudar jurÃdicamente a los braceros, desde su notarÃa de Cantillana primero y después en Coria del RÃo, frente a los abusos de los terratenientes. En la AndalucÃa rural de aquel tiempo, la CNT era muy mayoritaria, por lo que parece claro que debió influir muy tempranamente en las ideas de nuestro joven pensador. La confluencia con el anarquismo fue muy importante, sobre todo en las épocas de mayor cantidad de luchas campesinas como fueron el llamado “trienio bolchevique†(1917-1919) y la República. La segunda razón la hayamos en su propia formación intelectual. Como señala Acosta Sánchez en el artÃculo anteriormente citado, todo guarda coherencia con la intensa influencia de Pi y Margall: “Su sentida simpatÃa con el anarquismo (...) se comprende si se sabe que el federalismo pimargalliano arraigaba en Proudhon, quien fue a la vez maestro de Bakunin y padre del anarquismo. Hay que recordar con Nettiau que el anarquismo se llamó primero federalismoâ€. Esta carga ácrata en el pensamiento blasinfantiano se irá acentuando, haciéndose más patente durante la Segunda República, cuando se situará claramente en la órbita del confederalismo libertario. Durante esa etapa defenderá a los anarquistas de forma expresa y hasta entusiasta: “La lógica anarquista actual es otra, como lo demuestra la desaparición de los atentados ácratas, tan frecuentes en el principiar de nuestro siglo. Sindicatos para defender intereses próximos y un anhelo firme de cultura emancipadora†( La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado Libre de AndalucÃa). El pensamiento fisiocrático y la cuestión agraria (Henry George) Como venimos comentado, junto a la preocupación federal-autonómica, la otra gran reivindicación constante en Blas Infante y los andalucistas históricos es el problema de la tierra. Sin embargo, pese a lo que hemos señalado de las influencias anarquistas, aquel grupo de intelectuales y profesionales pertenecientes a la pequeña burguesÃa y a las clases medias acomodadas busca para esta cuestión una singular solución que se alejaba tanto de la colectivista-anarquista, como de la comunista, ambas dominantes en el pensamiento revolucionario de la época. Esta solución fue la fisiocracia, 10 antigua doctrina que se remontaba al siglo XVIII y basada en la creencia de una armonÃa natural preestablecida por la naturaleza, a la que habÃa que restaurar simplemente devolviendo a la tierra su función central en la vida de la sociedad, de ahà la importancia de la agricultura para los fisiócratas. 11 Tal doctrina fue recuperada y mitificada, a finales del siglo XIX, por el izquierdista estadounidense Henry George, en su famoso libro Progreso y miseria. Para los georgistas, habÃa que suprimir la propiedad privada de la tierra, diferenciando entre propiedad y posesión: sólo se puede ser propietario de lo producido por el propio trabajo. La libertad descansa sobre esos pilares: la propiedad común de la tierra y de los recursos naturales, y la propiedad privada de los frutos del propio trabajo. Ante el gran problema de la justa distribución de la tierra, ellos planteaban una solución de carácter fiscal: el llamado “impuesto únicoâ€, que habÃa de gravar, no las rentas derivadas de su explotación, sino el valor originario de la tierra. Tal doctrina se difundió por AndalucÃa a comienzos del siglo XX y un año antes de la presentación de El Ideal Andaluz en el Ateneo Sevillano, en 1913, tuvo lugar en Ronda un congreso fisiocrático en el que Blas Infante participó activamente. El georgismo se convirtió asà en el programa económico del andalucismo, en una realidad como la andaluza especialmente favorable a la aplicación de los postulados fisiocráticos, donde el sistema de propiedad latifundista venÃa caracterizado por la ociosidad y el absentismo de los terratenientes. La famosa consigna “La tierra para el que la trabaja†puede resumir la interpretación que hará Blas Infante de la doctrina fisiocrática en el contexto concreto andaluz. Blas Infante, junto con otras figuras andalucistas de la época como el técnico agrario Pascual Carrión, se dedicará a este asunto y se pueden observar sus aportaciones georgistas en los documentos de la Asamblea de Córdoba de 1919 y en el Proyecto de la Comisión Técnica de 1931, intento fallido de reforma agraria ya en la II República.  
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« Respuesta #1 : Mayo 03, 2012, 00:00:13 » |
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El idealismo filosófico, humanismo y universalismo (Krause, Hegel) Si en lo polÃtico El Ideal Andaluz se relacionaba estrechamente con planteamientos regeneracionistas y autonómico-federalistas, y en lo económico, al georgismo, en lo filosófico está en la estela del filósofo alemán Krause, quien promulgaba alcanzar la vida racional a través del derecho para llegar a lo que para él era su ideal de humanidad, la federación universal. Como dice Lacomba en su libro TeorÃa y praxis del andalucismo, “la concepción del ideal de Blas Infante es, en verdad, una amplia meditación filosófica, de claras resonancias krausistas, sobre el Ser, la Vida y el Universo. Hay un ideal de vida —el más amplio y que da sentido a los demás—, un ideal humano y un ideal de las nacionesâ€. En coherencia con esta base filosófica, el proyecto blasinfantiano tiene una firme actitud integradora y solidaria con los pueblos tanto del Estado español como del mundo. Es más, para Infante son precisamente el universalismo y el humanismo dos de las señas diferenciadoras más importantes de la cultura andaluza; “la más honda peculiaridad del carácter andaluzâ€, asegura. No obstante, el sistema filosófico krausista tiene algunas otras caracterÃsticas, al menos problemáticas, pienso, como es su fuerte concepción idealista. Ese idealismo filosófico es evidente en Infante hasta en el tÃtulo de su libro de juventud: El Ideal Andaluz. Englobamos en idealismo aquellos sistemas filosóficos que consideran la Idea como principio del ser y del conocer, o sea, el idealismo llevado a su extremo tiende a negar la realidad del mundo exterior y sólo la admite como una expresión de la idea. Otro filósofo idealista que influirá decisivamente en el pensamiento blasinfantiano es Hegel, para quien la historia no es más que la realización de la idea. Tanto Infante como otros pensadores andalucistas de la época (José MarÃa Izquierdo, Alejandro Guichot, Isidoro de las Cagigas...) están impregnados por estos aires de idealismo filosófico que soplaban de Alemania, y sus escritos están llenos de esencialismos e intemporalidades. Esto enlaza con la última de las caracterÃsticas del pensamiento de Blas Infante que vamos a analizar. La visión esencialista de la historia y la cultura andaluzas (JoaquÃn Guichot y Alejandro Guichot) Se idealiza a AndalucÃa, su cultura, su historia, engrandeciéndolas idÃlicamente y cayendo en la abstracción y la metafÃsica, alejándose de la AndalucÃa real. Según esta visión, la historia de AndalucÃa está atravesada por un hilo conductor que va desde Tartesos hasta la actualidad. Para ellos, existe una idea de AndalucÃa, una constante que se asemeja a un rÃo cultural subterráneo que fluye bajo las distintas etapas históricas. Esta constante aparece en la obra blasinfantiana bajo múltiples nombres —genio andaluz, sustancia, ser, fundamento...—, pero siempre es esa esencia imperecedera que habita el alma andaluza y que permanece imperturbable a los avatares históricos. Para Infante, las decadencias o los renacimientos de AndalucÃa a través del tiempo se deben a su acercamiento o a su alejamiento de su Esencia o Ideal. Eso le lleva a mitificar épocas como la originaria Tartesos, la Bética romana o, sobre todo, Al-Andalus, más concretamente el periodo del Califato, cuando para él ese Ideal se manifiesta libremente en todo su esplendor. Esta concepción de la historia y de la cultura andaluzas nos la encontramos ya en la Historia General de AndalucÃa de JoaquÃn Guichot y, más expresamente, en su hijo, Alejandro Guichot, que en 1913, un año antes de la presentación de El Ideal Andaluz en el Ateneo Sevillano, la defenderá en varios artÃculos sobre el Ideal en la historia de AndalucÃa en la revista Bética. Infante asumirá la posición de estos historiadores andalucistas y la desarrollará. Esa mitificación y ese idealismo le llevan a defender algunos planteamientos tan exóticos como fuera de la realidad. Por ejemplo, para Blas Infante el jornalero encarnaba la verdadera esencia de AndalucÃa, eran los sobrevivientes de Al-Andalus, los descendientes directos de los antiguos moriscos 12 y en ellos, bajo unas vidas de miseria y explotación, se ocultaba la verdadera cultura andaluza, que, liberada de esas cadenas, volverÃa a deslumbrar al mundo. En coherencia con esto, defenderÃa planteamientos como la necesidad de refundar Al-Andalus o el panandalucismo, hablando de la AndalucÃa de las dos orillas, la peninsular y la africana, y proponiendo algunas barbaridades, como que Marruecos se integre en la federación andaluza como una provincia-estado más 2.1 LOS ORÃGENES DEL ANDALUCISMO. LA ETAPA REGIONALISTA“Este es el problema: AndalucÃa necesita una dirección espiritual, una orientación polÃtica, un remedio económico, un plan de cultura y una fuerza que apostole y salveâ€. Primeras palabras de El Ideal Andaluz. Cantillana, 1910-1916 • Notario de Cantillana del RÃo. • Construcción del regionalismo andaluz: -Debates en el Ateneo de Sevilla. Regionalismo Culturalista. -Entra en contacto con el movimiento georgista. En 1913, Congreso Internacional Georgista en Ronda. -En 1914, presenta El Ideal Andaluz en el Ateneo de Sevilla y lo publica un año después. -En 1916, funda el primer Centro Andaluz en Sevilla, del cual es presidente. Publicará también La obra de Costa. 2.2 El andalucismo regionalista Retomemos de nuevo el itinerario ideológico. El joven Blas Infante se instala en la notarÃa de Cantillana del RÃo y entra en contacto prontamente con los georgistas andaluces y con el núcleo de intelectuales más o menos andalucistas que pululaban en torno al Ateneo de Sevilla, por aquel entonces en su edad de oro, y la revista Bética. Es precisamente en esta segunda década del siglo XX cuando aparece, al calor del regeneracionismo y la sensación de decadencia del Estado, no sólo en AndalucÃa, sino en diferentes pueblos del Estado español, el debate regionalista, que unos años antes habÃa prendido con fuerza en las sociedades catalana y vasca. Es en este ambiente propicio que aparece el debate en torno al Ideal andaluz, nombre bajo el que se camuflarÃa el incipiente regionalismo andaluz, al que podemos calificar de elitista, culturalista, heterogéneo y un tanto contradictorio en sus planteamientos. El término Ideal andaluz aparece por primera vez en una conferencia de José MarÃa Izquierdo en 1913, en la que habla de “la necesidad de dotar a AndalucÃa de un idealâ€. El debate continuará en la revista Bética con los artÃculos de Alejandro Guichot a los que antes nos referÃamos. También en 1913 tendrá lugar el congreso fisiocrático de Ronda, lugar de encuentro entre regionalistas y georgistas andaluces. En medio de estos debates, el 23 de marzo de 1914, Blas Infante hace presentación y lee en el Ateneo Sevillano su memoria titulada Ideal Andaluz y que un año después publicarÃa con el mismo nombre. El Ideal Andaluz, su libro de juventud, pronto se convertirÃa en el evangelio ideológico de aquel incipiente movimiento andalucista. Aquella memoria que presentó Infante a la Sección de Ciencias Morales y PolÃticas del Ateneo hispalense sintetizarÃa lo más valioso de aquellos debates, y lo desbordarÃa sobrepasando lo estrictamente cultural y entrando, como ya dijimos, de lleno en la realidad andaluza, poniendo en primer plano lo que serÃan los dos ejes reivindicativos del andalucismo histórico: la falta de autonomÃa y poder de decisión polÃticos y la problemática social andaluza caracterizada por la sangrante cuestión de la tierra. En aquella ponencia estaban ya totalmente reconocibles las distintas fuentes ideológicas ya reseñadas: el regeneracionismo costiano, el federalismo pimargalliano, el idealismo filosófico, las concepciones organicistas de la sociedad, la doctrina fisocrática... Tenemos que estacar, sin embargo, otros aspectos importantes y rara vez reconocidos que caracterizan a esta obra fundamental, la más conocida sin duda de Infante: la españolidad de su Ideal Andaluz y el rechazo de toda posibilidad de nacionalismo. No es una casualidad que el debate regionalista aparezca camuflado bajo el término de Ideal Andaluz. Se debe, sin duda, a la necesidad de conectar con una sociedad que se sentÃa española, y a la que incluso el término regionalismo, con toda su carga de ambigüedad, podÃa espantar y, aún más, que sentÃa que AndalucÃa representaba lo más auténtico de España, sentimiento éste que sigue gozando de muy buena salud en nuestro pueblo. La españolidad del libro de Infante queda clara en las siguientes palabras: “El Ideal Andaluz cosiste en triunfar en el pugilato que entre todas las regiones se establece en Españaâ€. Y añade: “AndalucÃa ha de tener como ideal el predominio de su cualidad como inspiradora en la obra del progreso españolâ€. Como señala Acosta Sánchez, se trata de un regionalismo extrovertido, que mira más hacia fuera que hacia dentro. Es la “AndalucÃa por España†más que la “AndalucÃa para sÃâ€. Es un regionalismo antirregionalista, casi. DifÃcilmente podrÃa emplearse para aludir a ese Ideal Andaluz el término andalucismo. Blas Infante está entonces muy lejos del nacionalismo andaluz. No cabe la menor duda. “En España —afirmará para despejar la más mÃnima duda— sólo hay regiones. Sólo regiones puede haberâ€. Sin embargo, en muy poco tiempo, estos planteamientos derivarÃan, al igual que en otros pueblos de España, a posiciones claramente nacionalistas. 3.1 LA CRISIS DEL ESTADO OLIGÃRQUICO. LA ETAPA NACIONALISTA“Andaluces: AndalucÃa es una nacionalidad, una realidad nacional (...) La personalidad de AndalucÃa (...) se destaca hoy más poderosamente que la de ninguna otra nacionalidad hispanaâ€. Manifiesto andalucista del 1 de enero de 1919 en Córdoba, redactado por Blas Infante. Cantillana, 1817-1918 • En 1917. Descubre la Constitución de Antequera de 1883, texto de los federales andaluces en el que se proclama la soberanÃa de AndalucÃa. • En 1918. La Asamblea Andalucista de Ronda, a propuesta de Blas Infante, asume la Constitución de Antequera y aprueba los sÃmbolos de AndalucÃa: la bandera, el escudo y el lema programático, AndalucÃa para sÃ, España y la humanidad. • Los andalucistas participan en las revueltas jornaleras del llamado “trienio bolchevique andaluz†(1917-1919). Sevilla, 1919-1922 • En 1919, Manifiesto del 1 de enero en la que se reivindica a AndalucÃa como nación y la Asamblea de Ronda, dedicada a la cuestión agraria. • Continúan las agitaciones jornaleras. Blas Infante y los andalucistas combinan la reflexión con la acción. En 1920, publica Motamid, último rey de Sevilla y, en 1921, Cuentos de animales y La dictadura pedagógica. 3.2 El andalucismo nacionalista La incipiente y tibia etapa regionalista durarÃa tan sólo unos años, y ya en 1917 habla del nuevo nacionalismo andaluz, representado por los Centros Andaluces que él preside. En los siguientes años, concretamente durante el conocido como “trienio bolchevique andaluz†(1917-1919), se darÃa una radicalización de sus planteamientos tanto en el campo nacional como a nivel social. Podemos decir de forma muy esquemática que lo que se da en Blas Infante y en el pequeño movimiento andalucista es un giro a la izquierda y a posiciones claramente nacionalistas. El ejemplo más claro de ese inequÃvoco nacionalismo lo encontramos en el manifiesto andalucista del 1 de enero de 1919 redactado por el propio Infante: “Andaluces: AndalucÃa es una nacionalidad, una realidad nacional. (...) La personalidad de AndalucÃa (...) se destaca hoy más poderosamente que la de ninguna otra nacionalidad hispánicaâ€. La pregunta serÃa: ¿Cuáles fueron los factores que más influyeron en este brusco viraje? Radicalización de las reivindicaciones nacionalistas periféricas, “la cuestión autonómica†En 1917, se agrava la crisis del sistema canovista ya iniciada en 1898, amenazando muy seriamente con la descomposición del Estado. El sistema de turnos de partidos está totalmente agotado y se hace imperante la necesidad de incluir a los sectores marginados por este sistema, especialmente al movimiento obrero y a los nacionalismos periféricos. A las presiones nacionalistas inicialmente de Cataluña y el PaÃs Vasco, se unirÃan, sobre todo tras el final de la Primera Guerra Mundial, también Galicia, PaÃs Valenciano y AndalucÃa, asà como planteamientos regionalistas-autonomistas en Aragón, Asturias, Murcia, Santander, Canarias..., mostrándose a las claras la necesidad de articular un nuevo modelo de Estado. Este estallido de las reivindicaciones autonomistas, ya sean de carácter nacionalista o regionalista, se debe, además de a la propia dinámica interna de la sociedad española, a una coyuntura internacional muy favorable. La Primera Guerra Mundial acaba con el triunfo de los nacionalismos frente a los imperios. Esto exacerbó los nacionalismos, no sólo de las potencias participantes, sino de los demás paÃses europeos. 13 Al calor de la llamada doctrina Wilson, según la cual si se colocaba al mundo “sobre una base nacional, se cimentarÃa sobre una paz duraderaâ€, se firmará la paz de ParÃs de 1919-1920, que supone el reconocimiento del Principio de las Nacionalidades y lo consigna en la legislación pública de Europa. En este contexto, cabe insertar la agudización de las sacudidas autonomistas en España. Es lógico, por lo tanto, que el nacimiento del nacionalismo andaluz haya que situarlo también en torno a esos años. Otro factor importante que acelerarÃa la deriva nacionalista de Blas Infante y los andalucistas será el descubrimiento, en 1917, del texto de los federales andaluces de la Asamblea de Antequera de 1883 como base para la Constitución de AndalucÃa, en cuyo primer artÃculo se proclama nada menos que la soberanÃa de ésta. La Asamblea Andalucista de Ronda de 1918 asumirÃa la Constitución de Antequera como base de su proyecto polÃtico. Radicalización de las reivindicaciones obreras, la “cuestión social†La larga agonÃa del estado oligárquico creará un clima de alta inestabilidad polÃtica, y se sucederán los cambios de gobierno, evidenciándose la imposibilidad del sistema de superar la crisis. Esto crea en toda España una situación social alarmante, sobre todo para los estratos sociales más desfavorecidos. En esa coyuntura, el movimiento obrero, por primera vez en la historia de España, amenaza seriamente con un levantamiento revolucionario, sobre todo a partir de la alianza entre la UGT y la CNT. Las reivindicaciones obreras también tendrán una situación internacional estimulante, especialmente a raÃz del triunfo revolucionario en la Unión Soviética. A partir de febrero de 1919, la cuestión social en toda España desbordará y marginará a la cuestión autonómica, que, aunque solapada y bloqueada, queda sin resolverse, por lo que estallará años más tarde de nuevo en la coyuntura favorable de la primavera de 1931, con la proclamación de la República. La conflictividad social tendrá especialmente virulencia en Barcelona y AndalucÃa. En el caso andaluz, las agitaciones y las revueltas campesinas ponen en primer lugar el problema latifundista y las reivindicaciones jornaleras. En las huelgas revolucionarias que se sucederán a lo largo y ancho de la geografÃa andaluza participarán activamente Blas Infante y los andalucistas, uniéndose a la protesta con el grito de “Viva AndalucÃa Libreâ€, aunando asà en esta consigna las luchas social y nacional. En este clima se celebra la Asamblea Andalucista de Córdoba de 1919, que estará dedicada especialmente a la cuestión agraria. A pesar de que, como hemos visto, el posicionamiento nacionalista de Blas Infante durante estos años es claro, ello no quiere decir que hubiera una ruptura total con sus planteamientos anteriores, más bien al contrario; habrÃa que hablar de una continuidad de fondo, lo que si se produce es una radicalización de sus planteamientos federalistas y anticentralistas. “España ha muerto —dirá claramente—, sólo las nacionalidades peninsulares se aprestan a vivirâ€. Pero, a pesar de la muerte de la, “vieja Españaâ€, queda viva una esperanza en el horizonte la idea “de la federación de nacionalidades de Iberia o Estados Unidos de Españaâ€. Al fin y al cabo, bajo la nueva terminologÃa nacionalista persisten los viejos planteamientos federalistas, esto es, “la autonomÃa para todos en el seno de la federaciónâ€.  
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« Respuesta #2 : Mayo 03, 2012, 00:01:19 » |
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4. 1 DE LA DICTADURA A LA REPÚBLICA Y LA GUERRA. LA ETAPA LIBERALISTA“La nación no existe realmente ni en la Naturaleza ni en el espÃritu (...). Los pueblos son entes no polÃticos, sino culturales (...). El concepto estado no podrá elaborar la nueva historia. La humanidad aspira a otro resultadoâ€. Fundamentos de AndalucÃa Madrid, 1923 • La dictadura de Primo de Rivera le sorprende en Madrid. • Represión; se cierran los Centros Andaluces. Isla Cristina, 1924-1930 • Se instala cerca de la frontera portuguesa, temiendo la represión. • Se disuelve el movimiento y desaparece toda actividad andalucista. • Se repliega a su vida privada familiar y al estudio. En 1928, nace su primera hija. • Etapa prolÃfica en la investigación. En 1929, escribe OrÃgenes de lo flamenco y secreto del cante jondo y comienza con su gran obra inconclusa, Fundamentos de AndalucÃa, con la que inicia una labor autocrÃtica sobre las etapas pasadas y el cuestionamiento del principio de las nacionalidades. • Durante estos años, viajará a Marruecos (a la tumba de Motamid), a Portugal y a Galicia. Sevilla, 1931-1933 • Fin de la dictadura y proclamación de la Segunda República; renace la esperanza. • Reconstitución del movimiento andalucista con la creación de las Juntas Liberalistas.[xiv] • Nueva etapa de gran activismo: -En 1931, forma parte, junto a Pascual Carrión, de la Comisión Técnica Agraria para la solución del problema de los latifundios. Se presentará a las elecciones en una candidatura republicana andalucista. Se acusa a la candidatura de preparar una insurrección armada para el dÃa antes de las elecciones. Se defiende de las calumnias en el libro La verdad sobre el Complot de Tablada y el Estado Libre de AndalucÃa. -Mayor vinculación con los anarquistas andaluces, con los que compartirá durante 1931 y 1932 las páginas del órgano de expresión AndalucÃa libre. -En 1933, se celebra en Córdoba una Asamblea de los Municipios y las Diputaciones, que aprueba el Anteproyecto de Estatuto de AutonomÃa. Pese a que no le satisface el texto, lo apoya crÃticamente. Se vuelve a presentar a las elecciones por Málaga. Coria, 1934-1936 • Se instala en la “Casa de la AlegrÃaâ€, en Coria del RÃo. 15• A pesar de sus crÃticas, forma parte de la Comisión Proestatuto. • Está profundamente decepcionado con la polÃtica, como escribirá en sus Cartas Andalucistas (1935). • Compagina la actividad proautonómica con periodos de aislamiento y soledad. • En 1936, se crea Acción pro Estatuto Andaluz. En Cádiz, se iza por primera vez la bandera andaluza; en Jerez, habla por la radio del inmediato estatuto; en Sevilla, junto a la tricolor, se coloca la bandera andaluza en el ayuntamiento. • Estalla la guerra civil. Es detenido el 2 de agosto por los falangistas y finalmente fusilado en la madrugada del 11 a la altura del kilómetro 4 de la carretera de Carmona. 4.2 El andalucismo liberalista (o antinacionalista) Será durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), en la etapa que hemos denominado de “exilio interior†de Isla Cristina, cuando se produzca este último viraje en el pensamiento blasinfantiano. En torno a 1928-1929, empieza su gran obra de madurez, la inconclusa Fundamentos de AndalucÃa, con la que inicia una labor autocrÃtica sobre las etapas pasadas, emprendiendo un furioso ataque contra el nacionalismo en general, intentado refutar el principio de las nacionalidades. Estos planteamientos serán corroborados en su siguiente libro, La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado Libre de AndalucÃa (1932) y sus últimos escritos. Con ello empieza la última etapa de su pensamiento, en la que entenderá la liberación de AndalucÃa de una forma más profunda y trascendental, asà como menos burguesa y europea. Es lo que llamamos la etapa liberalista o antinacionalista, o también denominada por algunos autores de andalucismo trascendental o paradójico. Si analizamos sus Fundamentos de AndalucÃa, su ataque al nacionalismo y al concepto propio de nación no puede ser más patente. Como muestra, entresaco algunas frases muy claras: “La nación no existe realmente ni en la Naturaleza ni en el espÃritu (...), como objetividad real, no puede llegar a ser comprobada porque no existe (...). Ha fracasado, prácticamente, la idea de nación (...); siempre llegué a sentir una repugnancia invencible ante ese nombre, y, sobre todo, ante este calificativo [el de nacionalista] (...). Son realmente pintorescas las elucubraciones de los tratadistas que, sin haber llegado a descubrir qué sea la nación, hablan de naciones, mayores o menores de edadâ€. Y, si no existe la nación, menos aún puede existir —nos dirá— “el estúpido fetiche denominado Principio de las Nacionesâ€. La denuncia que en este libro hace al Principio de las Naciones, asà como a su alternativa, a la que llamará “Principio de las Culturasâ€, está impregnada de una fuerte carga anarquista, libertaria, de crÃtica a la polÃtica existente, y más concretamente a una Europa de entreguerras en las que en nombre de ese principio se oprimÃa a pueblos dentro de la propia Europa y se mantenÃa un colonialismo vergonzoso. “Este principio es principalmente polÃtico —a cada nación un Estado— y como polÃtico, particularista, excluyente (...); nosotros elaboramos otro, más seguro, principalmente humano, universalista (...), el cual podemos venir a denominar el principio de las culturasâ€, según el cual, “los pueblos son entes no polÃticos sino culturales.(...)â€. “El concepto de Estado no podrá llegar a elaborar la nueva historia. La humanidad aspira a otro resultado, y esa aspiración sólo puede llegar a satisfacerla mediante la aplicación del principio de las culturasâ€. Para Infante, con el nuevo principio, “la fundamentación de AndalucÃa es tan sólida que acaso ningún pueblo del mundo pueda llegar a asentarse sobre el mismo con más fuerza o más derechoâ€. Pero, cabe preguntarse, ¿cómo justifica Infante sus anteriores etapas regionalistas y nacionalistas? La respuesta la tenemos en los dos libros ya citados: “Pero, como hemos dicho que el principio de las nacionalidades es un comodÃn, nosotros, para demostrar ante el mundo gobernado por ese principio qué éramos, principalmente, no tuvimos inconveniente en demostrar que, según el principio de las nacionalidades, AndalucÃa era una nación (...), un ente principal (...). Y nos llamamos regionalistas o nacionalistas (...). Surgidos nosotros con el nombre de grupo regionalista o nacionalista andaluz, evitamos el que los intereses aludidos levantasen esta bandera y dificultasen nuestra labor de restaurar la verdadera personalidad de AndalucÃa (...). El regionalismo universalista se les habÃa anticipado (...); sostener la defensa de aquellos valores universales era lo propio de AndalucÃa (...)â€. La mejor prueba, viene a decir Blas Infante, de que aquello no era nacionalismo consistÃa en que se negaba a sà mismo: “Se trataba de un nacionalismo antinacionalista (...), de un regionalismo o nacionalismo no exclusivista (...), internacionalista, universalista; lo contrario de todos aquellos nacionalismos inspirados por el principio europeo de las nacionalidadesâ€. Esta justificación táctica que apunta el propio Infante no es suficiente para entender este nuevo cambio de rumbo. HabrÃa que añadir al menos dos razones que creo son de peso. Una primera, ideológica: su mayor vinculación con los anarquistas andaluces. En la época republicana es cuando Blas Infante y los andalucistas tienen una más fuerte relación con los anarquistas, de la que es buena muestra la amistad de Infante con el doctor Pedro Vallina, lÃder libertario sevillano. Especialmente significativo es el hecho de que, durante los años 1931 y 1932, andalucistas y anarquistas compartan el órgano de expresión AndalucÃa libre, e incluso que, al parecer en 1932, Infante pudo haber ingresado en la CNT, pero el enfrentamiento que tenÃa entonces ésta con el doctor Vallina, y al posicionarse Blas Infante con éste, lo alejó definitivamente de la organización anarcosindicalista. La lÃnea libertaria que ya estaba presente en su El Ideal Andaluz, que se agudizó en La dictadura pedagógica, ahora se hace patente en sus últimos libros y escritos. En esta última etapa, Infante, ideológicamente, se sitúa de forma clara en la órbita del confederalismo libertario; de ahà su furibundo ataque al estado, al principio de las nacionalidades y su defensa de los pueblos como entidades culturales. La segunda razón es de carácter histórico. Si en su deriva al nacionalismo influyeron acontecimientos muy importantes de carácter local e internacional, lo mismo ocurre en este nuevo viraje. Por un lado, el nacionalismo catalán, de carácter burgués, de la Liga Regionalista, se habÃa desacreditado ante la dictadura de Primo de Rivera, y, por otro lado, el principio de las nacionalidades sobre las cuales la doctrina Wilson pretendió fundar “una paz duraderaâ€, se estaba desacreditando como instrumento de liberación de los pueblos en una Europa de entreguerras en la que era esgrimido como un argumento a favor de los poderosos. Una última constatación a realizar: el andalucismo de Blas Infante durante esta última etapa profundiza más en ese esencialismo histórico y cultural que ya veÃamos desde su El Ideal Andaluz, se aleja de la realidad, se vuelve más metafÃsico y trascendental. Asà lo explica Acosta Sánchez: “El rechazo por Infante del concepto de nación, del principio de las nacionalidades y del nacionalismo significaba el rechazo de Europa. Y, por tanto, la pretensión claramente expuesta de restaurar Al-Andalus. ‘Europa ha quebrado’, ‘Hermanos de Afro-Asia, henos ya despiertos’. (...) El libertarismo ideológico se vuelve al pasado, en donde se encuentra el ‘Ser’ de AndalucÃa. ‘Yo no me propongo fundamentar una nación, sino un SER’, dirá Infante en Fundamentos de AndalucÃa. Se trata de lo que en otro lugar hemos llamado ‘nacionalismo trascendente’, versión metafÃsica del andalucismo antinacionalistaâ€.  
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« Respuesta #3 : Mayo 03, 2012, 00:03:05 » |
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ApéndiceANDALUCISMO HISTÓRICO Y “NUEVO ANDALUCISMOâ€. RUPTURAS Y CONTINUIDADESTras el largo paréntesis de la dictadura, en los últimos años del franquismo se empieza a recuperar la memoria histórica y con ella la figura de Blas Infante y el andalucismo histórico. Pero el andalucismo que se desarrollará durante el tardofranquismo, la transición y posteriormente la democracia será ya muy diferente de aquel andalucismo histórico. Sin embargo, nuestra visión del andalucismo viene condicionada (como no podÃa ser de otra forma) por la imagen que dan los que desde entonces se denominan como tales (empezando por el Partido Andalucista, el PSA...) y que en su pensamiento y su práctica se dicen herederos de Blas Infante y del andalucismo histórico. Por otro lado, desde que se recupera la democracia, el término andalucista es un calificativo que se disputan polÃticos y partidos de todo el arco parlamentario andaluz, llegando muchas veces a ser nada más que una coletilla polÃticamente correcta y sin contenido. Es evidente que entre aquel viejo andalucismo histórico y el llamado “nuevo andalucismo†hay continuidades, pero también rupturas con diversos planteamientos, algunos de ellos forman parte de lo más valioso del pensamiento blasinfantiano. 1. En el pensamiento de Blas Infante no podemos traducir andalucismo por nacionalismo Como ya hemos visto, las posiciones de Blas Infante van fluctuando, aunque siempre dentro de una apuesta por los derechos de AndalucÃa y por un estado federal que reconociera la pluralidad de los diferentes pueblos que lo componen. En una primera etapa, Infante defiende un tÃmido regionalismo, que niega toda posibilidad de nacionalismo: “En España sólo hay regionesâ€,16 dirá. Posteriormente, al calor de las reivindicaciones nacionalistas en España y Europa, levantará la bandera del nacionalismo, “Andaluces: AndalucÃa es una nacionalidad, una realidad nacionalâ€. 17 Al final de su vida, su posición polÃtica deriva hacia una especie de nacionalismo trascendental, antiburgués y universalista alejado de la historia concreta de AndalucÃa, rechazando tanto el regionalismo de su primera etapa como el nacionalismo convencional de la segunda: “Yo no me propongo fundamentar una nación, sino un SERâ€. 18 Al margen de sus contenidos concretos en cada etapa, si algo caracteriza el “itinerario intelectual†de Infante, es precisamente la búsqueda, la inquietud intelectual y la autocrÃtica, el no aferrarse a dogmas y verdades, la constante duda. Por lo tanto, traducir el andalucismo de Blas Infante por nacionalismo sin más es una simplificación de su pensamiento que muchas veces se hace por conveniencia desde posiciones nacionalistas. 2. Andalucismo y humanismo. La tensión entre particularismo andaluz y universalismo Ésta puede ser quizá una de las caracterÃsticas más singulares del pensamiento blasinfantiano en el contexto de los regionalismos-nacionalismos ibéricos. Su fuerte humanismo y universalismo le alejan de los planteamientos nacionalistas al uso. Nunca ve al pueblo vecino como competidor o enemigo, sino, muy al contrario, como aliados en la causa andalucista y en su ideal de humanidad. No hay un atisbo de anticatalanismo o antivasquismo en sus textos, lo cual no se puede decir de muchos de los que actualmente se denominan andalucistas. Tampoco hay ninguna muestra de antiespañolismo; para él, su proyecto andalucista era totalmente compatible con una idea de España plural y descentralizada. El lema AndalucÃa por sÃ, España y la Humanidad lo resume muy a las claras. Este andalucismo extrovertido ha sido muy criticado por algunos pensadores andalucistas posteriores, ya que no encaja con la ideologÃa nacionalista, que siempre pone el acento en buscar los particularismos, lo diferente. La tensión entre su universalismo y su defensa de lo particular andaluz ha sido llamado nacionalismo paradójico y se le ha echado la culpa de la falta de sentimiento nacional andaluz (“el universalismo andaluz ha restado fuerza al particularismo andaluz, inevitablemente, y ha tenido que bloquear las consecuencias polÃticas de la fuerte identidad del pueblo andaluzâ€, dice Acosta Sánchez). Sin embargo, yo creo que esa actitud abierta, integradora, humanista y solidaria es una de las caracterÃsticas más positivas del andalucismo de Blas Infante. 3. Andalucismo y polÃtica Especialmente interesante me parece la relación de Blas Infante y el andalucismo histórico con el mundo de la polÃtica institucional y los partidos polÃticos. Lo primero que hay que constatar es que el andalucismo histórico nunca se organizó de forma partidista, sino que, en una primera fase, lo hizo en Centros Andaluces y después, durante la Segunda República, en Juntas Liberalistas, entendiéndose siempre como un movimiento de concienciación y liberación andaluza autónomo de los partidos polÃticos, aunque en él podÃan participar, y de hecho participaron, personas que perteneciesen a diferentes partidos. Para Infante, el andalucismo debÃa ser una forma superadora de las perspectivas parciales de los partidos polÃticos, con los que será muy crÃtico. Como señala Lacomba, “Infante arremeterá contra éstos y contra los polÃticos de la época, sacando a la luz sus miserias. Débase ello, fundamentalmente, a tres razones: a su escepticismo sobre la operatividad parlamentaria, tal como existÃa; a la fuerte impregnación libertaria de su pensamiento; a su recelo hacia los partidos que parten el cuerpo social y que a la postre se transforman en simples —o complejas— máquinas electorerasâ€. 19 Aunque evidentemente su pensamiento tiene una fuerte carga polÃtica, Infante nunca pensó en crear un partido regionalista o nacionalista andaluz y fue receloso de la participación electoral, lo que no impidió que él mismo, al calor de las esperanzas suscitadas por la República, participara en las elecciones en dos ocasiones. 20 No obstante, tenemos que entender que estas participaciones fueron coyunturales y oportunistas, en el sentido que le sirvieron como medio para potenciar sus ideales andalucistas y que en todo momento su militancia partidista fue subsidiaria de su militancia andalucista. Su posición ante la polÃtica, que no podemos pararnos a explicar aquà con toda su profundidad, es compleja, siendo consciente de sus servidumbres y vicios de base, pero, por otro lado, no cayendo en el antipoliticismo simplón, mayoritario en los ambientes anarquistas. Al contrario del andalucismo histórico, el llamado “nuevo andalucismo†toma forma partidista (PA, PSA...),21 entrando de lleno en la arena polÃtica. Lo peor es que con ello el andalucismo abandona su dimensión de movimiento social, de concienciación y liberación andaluza, su preocupación por la cultura, por los problemas sociales... Su aparición en la vida pública (como ocurre con el resto de los partidos) se reduce cada vez más, sólo durante los periodos electorales o cuando tienen suficiente apoyo electoral, a la gestión de las instituciones. Además, tienen la desfachatez de presentarse ante los andaluces como “la única y genuina expresión de la identidad polÃtica de AndalucÃa†(VII Congreso del PA). Esta expresión nos parece arrogante, excluyente y antidemocrática. No alcanzan a ver ninguna contradicción de fondo en su participación polÃtica institucional, abandonan toda tensión crÃtica ante la polÃtica, aquello que tanto caracterizó el pensamiento y la praxis de Infante. 4. Reivindicación de su ética a favor del pueblo andaluz y de los más explotados Estamos aquà ante otra caracterÃstica claramente reivindicable del ideólogo andalucista, el sentido integral que daba a su liberación andaluza. Para Infante, liberación no era sólo el reconocimiento de los derechos colectivos de AndalucÃa como pueblo, como se suele ver con una mirada chata desde posiciones puras nacionalistas, sino también de cada uno de los andaluces y las andaluzas concretos. AndalucÃa no puede ser libre si la mayorÃa de los andaluces vive una vida de esclavos. De ahà la prioridad que daba a la cuestión social, a una liberación que lo fuera también de la miseria y de la explotación de los más desfavorecidos, en aquel tiempo, los jornaleros y los campesinos pobres. Hay que recuperar el Blas Infante humanista y libertario, su idea radical de democracia y soberanÃa entendida de “abajo a arribaâ€, empezando por la autonomÃa individual, “base indeclinable de la creación y de la autonomÃa de los pueblosâ€, 22 su sentido de la necesidad del reparto de las riquezas, de que todos los andaluces y las andaluzas tenemos derecho a disfrutar de los recursos que nos da la naturaleza, que nos da nuestra tierra. Cierto es que ya no vivimos en una polarización social tan aguda como en el primer tercio del siglo XX, protagonizada por la cuestión de la tierra y la lucha jornalera. Pero un planteamiento coherente de los que se dicen herederos de Blas Infante serÃa preguntarse quiénes son hoy los más desfavorecidos en AndalucÃa, cómo se puede hacer hoy una AndalucÃa más igualitaria, cómo combatir hoy la nueva pobreza y la exclusión social a la que está sometida una parte importante de la población andaluza tanto en el mundo rural como urbano. 5. CrÃtica del idealismo y del esencialismo. La concepción trascendental de la historia y la cultura andaluzas Donde sà hay continuidad con el pensamiento de Infante es en sus aspectos más idealistas y esencialistas. En los congresos del PSA-PA, se define a AndalucÃa como “una nacionalidad transhistórica (...). Desde la época tartésica, la historia de AndalucÃa es un hilo ininterrumpido...â€. (II Congreso). “La identidad de AndalucÃa constituye un sustrato original al que se suman aportaciones culturales foráneas como Roma, el islam, el cristianismo, etc.â€. (VII Congreso). Volvemos otra vez a buscar la Esencia, el Genio, el Ser de AndalucÃa; volvemos otra vez a la metafÃsica para fundamentar a AndalucÃa, como si ésta “fuera una realidad más allá de la historia y no un producto de ellaâ€. 23Si se quiere ser lucido y analizar a AndalucÃa con un mÃnimo de realismo, hay que huir de la tentación de buscar las esencias andaluzas y rechazar cualquier tipo de explicaciones metafÃsicas y atemporales. No existe el SER andaluz, ni el genio, como pretendieron Blas Infante y los primeros andalucistas, y actualmente se sigue pretendiendo desde cÃrculos nacionalistas. AndalucÃa, como cualquier otro pueblo, es el resultado de su historia real, esto es, de un sinfÃn de factores, de luchas y conflictos. No se puede seguir justificando la existencia de la nación andaluza desde la mitificación de los rasgos culturales y la historia de AndalucÃa. Como decimos en nuestro libro Una apuesta por AndalucÃa, “no es, por tanto, la existencia de Tartessos y Argantonio o el esplendor del Califato, la supuesta realidad colonial andaluza o unos hipotéticos rasgos antropológicos del pueblo andaluz lo que hacen de AndalucÃa una nación. Nada de eso puede estar por encima de los sentimientos y los deseos de la propia gente de AndalucÃa.† 
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« Respuesta #4 : Mayo 03, 2012, 00:05:53 » |
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BIBLIOGRAFÃAEscritos de Blas Infante 24 Obras fundamentales1915 El Ideal Andaluz 1916 La obra de Costa 1920 Motamid, último rey de Sevilla 1921 Cuentos de animales 1921 La dictadura pedagógica 1928 Fundamentos de AndalucÃa (inconcluso) 1929 OrÃgenes de lo flamenco y secretos del cante jondo 1931 La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado Libre de AndalucÃa Otras obras1916 Manifiesto del Centro Andaluz 1919 Manifiesto nacionalista de Córdoba 1919 La Sociedad de Naciones y el Ideal Andaluz 1921 Reelección fundamental 1934 Al-Mansur (Manuscrito) 1935 Cartas Andalucistas 1936 Manifiesto pro Estatuto 1936 El Libro Nuevo (Manuscrito) Sobre la vida de Blas InfanteBlas Infante, Vida y muerte de un hombre andaluz, J. L. Ortiz de Lanzagorta, Sevilla, 1979 Blas Infante, La forja de un ideal andaluza, J. A. Lacomba, Fundación Blas Infante, Sevilla, 1983 Tiempo de siembra. Blas Infante: La niñez y el colegio 1855-1901, E. Iniesta, Ayuntamiento de Archidona, 1996 España o las Españas. Debate con Blas Infante, E. Iniesta, Comares, Granada, 1998 Con razones de niños. Encuentros con Blas Infante, Antonio Muñoz Sánchez, Ediciones Alfar, Sevilla, 1983 Blas Infante. Perfiles de un andaluz, J. A. Lacomba, J. Acosta y J. L. Ortiz de Lanzagorta, Diputación de Málaga, 1985 Sobre el andalucismo histórico25TeorÃa y Praxis del Andalucismo, J. A. Lacomba, Ãgora, Málaga, 1988 Blas Infante y el despliegue del andalucismo J. A. Lacomba, Editorial Sarriá, Málaga, 2000 PaÃs Andaluz, M. Ruiz Lagos, CSIC, Jerez, 1978 El andalucismo militante. Dialéctica y crónica del ideal andaluz, M. Ruiz Lagos, CSIC, Jerez, 1978 Sobre la transición autonómica Forjar AndalucÃa, M. Clavero Arévalo, Argantonio, Sevilla, 1980 BibliografÃa sobre la autonomÃa de AndalucÃa, Hijano del RÃo y Ruiz Romero, Ayuntamiento de Sevilla, 1996 Pueblos del Estado Español. AndalucÃa, M. Lambao y M. A. Sacaluga, La Gaya Ciencia, Barcelona, 1977 SociologÃa de la transición andaluza, J. Mª de los Santos, Málaga. Ãgora. 1990. 1 Proposición no de ley 6/83, referida a Blas Infante en las ediciones oficiales del Estatuto de AutonomÃa para AndalucÃa, aprobada por el Pleno del Parlamento en sesión celebrada los dÃas 13 y 14 de abril de 1983, para que conste como preámbulo de dicho Estatuto. “La historia ha reconocido la figura de Blas Infante como padre de la patria andaluza e ilustre precursor de la lucha por la consecución del autogobierno...â€. 2 Las fechas que aparecen entre paréntesis en el “itinerario biográfico†sólo se corresponden de forma relativa con sus etapas ideológicas, ya que estas ondulaciones de su pensamiento tienen que ver con un proceso en el cual se hace difÃcil poner una fecha de inicio o de final. 3 En su Ideal Andaluz, Infante nos resalta el discurso de Mario Méndez Bejarano en los Juegos Florales de 1909 como un momento importante en su toma de conciencia andalucista: “...es la primera y espontánea manifestación pública patentizadora de que el patriotismo andaluz no está muertoâ€. 4 Ver bibliografÃa. 5 Esa influencia es tal que un año después de publicar El Ideal Andaluz, en 1916, escribirá un libro sobre el ilustre regeneracionista titulado La obra de Costa. 6 De su libro Blas Infante y el despliegue del andalucismo 7 Del artÃculo titulado “La teorÃa del andalucismo en Blas Infante. Perfiles ideológicosâ€. 8 Tanto con los proyectos de mancomunidad de la etapa monárquica, con la bases para el Estatuto de 1933 ya en la República, a los que critica por ser “una mera descentralización administrativaâ€. 9 Un anfictionado es una confederación de pueblos que, manteniendo su propia autonomÃa, se reúnen para temas de interés general. 10 Sus principales figuras han sido desde entonces Quesnay, Dupont de Nemours y Turgot. 11 En cierta manera, el actual ecologismo es una especie de neofisiocracia. 12 Estudios históricos posteriores han dado al traste con esta idea; al parecer, la limpieza étnica de Castilla fue muy eficaz, y se estima que en AndalucÃa después de la expulsión de los moriscos quedó tan sólo un 10% aproximadamente de población autóctona. Eso quiere decir que la inmensa mayorÃa de los andaluces actuales somos descendientes de aquellos repobladores castellanos o de otros colonos procedentes del resto de los reinos peninsulares. 13 Esta coyuntura provocarÃa movimiento en nacionalidades integradas en diferentes estados: Bélgica, Dinamarca, Suiza, Gran Bretaña... 14 El termino liberalista no hay que relacionarlo con liberal, con el que habitualmente se confunde, sino con el de liberación. 15 Actualmente, la Casa Museo de Blas Infante. ( www.casamuseoblasinfante.org). 16 El Ideal Andaluz, Blas Infante, 1914. 17 Manifiesto andalucista del 1 de enero de 1919 en Córdoba, redactado por Blas Infante. 18 Fundamentos de AndalucÃa, Blas Infante, 1929. 19 Juan Antonio Lacomba Abellán, TeorÃa y praxis del Andalucismo. 20 En 1931, se presentará en las listas del Partido Republicano Federal (PRF) y, en 1933, en la Candidatura de Izquierda Republicana Andaluza (coalición de los partidos Radical Socialista e Izquierda Radical Socialista). 21 Eso no quiere decir evidentemente que no haya sectores andalucistas actualmente fuera de las órbitas de esos partidos (SOC, intelectuales independientes…), pero lo que hay es poco y tiene escasa incidencia. 22 Blas Infante, La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado Libre de AndalucÃa, 1931. 23 Una apuesta por AndalucÃa, 1998. 24 Además Blas Infante dejó un gran número de manuscritos, artÃculos para prensa, entrevistas... 25 Algunos de los temas referente a los apartados 3 y 4 son tratados también en nuestro libro Una Apuesta por AndalucÃa. ArtÃculo de Paco Doblas para http://www.pensamientocritico.org/Fuente.- http://www.pensamientocritico.org/pacdob0305.htm 
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caminante
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« Respuesta #5 : Mayo 03, 2012, 00:39:03 » |
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Blas Infante detestaba a Castilla y a todo lo que de castellano hay en AndalucÃa, que no es poco. Por el contrario la "AndalucÃa" en la que el creÃa era descendiente directa de Al Andalus, tanto es asà que la bandera andaluza que el diseñó tiene el verde islámico, y el mismo parece ser que se convirtió al Islam. Muy respetable, pero tan respetable como opinar lo contrario, es decir: AndalucÃa tiene muchÃsimo más de castellana que de islámica.Lo cual no quiere decir en absoluto que AndalucÃa sea Castilla. Es mi opinión, la de un castellano que vive en AndalucÃa hace muchos años.  
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Torremangana II
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« Respuesta #6 : Mayo 19, 2012, 02:26:19 » |
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Blas Infante detestaba a Castilla y a todo lo que de castellano hay en AndalucÃa, que no es poco Dejando aparte la empanada mental que el susodicho tenÃa sobre conceptos como 'regionalismo' o 'nacionalismo', efectivamente era un tipo bastante poco cultivado en por ejemplo historia. Desconocer el origen de andalucia (que solo incluye los territorios de 3 de los 4 reinos moros del sur peninsular, pues Granada en origen no era Andalucia), que data de fernando III el santo o que la población mora fue literalmente barrida, borrada, expulsada y suplantada por pobladores castellanos cristianos tras la reconquista es lamentable. Andalucia mal que le pesen a ciertos paletos andaluces es etnica, cultural, juridica y religiosamente, castellana, es Castilla la NovÃsima... otra cosa es que Castilla la NovÃsima no sea sino un concepto geográfico como lo es Castilla la Nueva o la Vieja, partes de Castilla toda... El verde islámico del trapo de andalucia es junto con cierto tufillo anticastellano de los nuevos andalucistas lo mas lamentable que ha quedado del susodicho. Un andalucismo no anticastellano ni antiespañol ni pro-moro es perfectamente posible y deseable... y si de paso acierta en dar soluciones y respuestas válidas al problema económico de fondo andaluz serÃa la hostia.  
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En el fondo del catalanismo, de lo que en mi PaÃs Vasco se llama bizcaitarrismo, y del regionalismo gallego, no hay sino anti-castellanismo, una profunda aversión al espÃritu castellano y a sus manifestaciones (Unamuno) Hablad de castellanos y portugueses, porque españoles somos todos (LuÃs Camões)
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caminante
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« Respuesta #7 : Mayo 19, 2012, 03:51:47 » |
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Blas Infante detestaba a Castilla y a todo lo que de castellano hay en AndalucÃa, que no es poco Dejando aparte la empanada mental que el susodicho tenÃa sobre conceptos como 'regionalismo' o 'nacionalismo', efectivamente era un tipo bastante poco cultivado en por ejemplo historia. Desconocer el origen de andalucia (que solo incluye los territorios de 3 de los 4 reinos moros del sur peninsular, pues Granada en origen no era Andalucia), que data de fernando III el santo o que la población mora fue literalmente barrida, borrada, expulsada y suplantada por pobladores castellanos cristianos tras la reconquista es lamentable. Andalucia mal que le pesen a ciertos paletos andaluces es etnica, cultural, juridica y religiosamente, castellana, es Castilla la NovÃsima... otra cosa es que Castilla la NovÃsima no sea sino un concepto geográfico como lo es Castilla la Nueva o la Vieja, partes de Castilla toda... El verde islámico del trapo de andalucia es junto con cierto tufillo anticastellano de los nuevos andalucistas lo mas lamentable que ha quedado del susodicho. Un andalucismo no anticastellano ni antiespañol ni pro-moro es perfectamente posible y deseable... y si de paso acierta en dar soluciones y respuestas válidas al problema económico de fondo andaluz serÃa la hostia. Pero es que un andalucismo no anticastellano serÃa un andalucismo inteligente que buscarÃa en Castilla una grandÃsima parte de sus señas de identidad, y por lo tanto serÃa un andalucismo procastellano. Y hoy el viento no sopla en esa dirección, polÃticamente hablando. De todas formas el andalucismo lleva camino de situarse en el mismo nivel de relevancia polÃtica del castellanismo.  
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Tizona
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« Respuesta #8 : Mayo 20, 2012, 03:14:56 » |
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Blas Infante detestaba a Castilla y a todo lo que de castellano hay en AndalucÃa, que no es poco. Por el contrario la "AndalucÃa" en la que el creÃa era descendiente directa de Al Andalus, tanto es asà que la bandera andaluza que el diseñó tiene el verde islámico, y el mismo parece ser que se convirtió al Islam. Muy respetable, pero tan respetable como opinar lo contrario, es decir: AndalucÃa tiene muchÃsimo más de castellana que de islámica.Lo cual no quiere decir en absoluto que AndalucÃa sea Castilla. Es mi opinión, la de un castellano que vive en AndalucÃa hace muchos años.
No es que lo parezca, según se dice, es cierto que se convirtió al Islam. Lo que falta por saber es si recibÃa estÃmulos de los paises islámicos o no. Por otra parte, ese curriculum es un concatenamiento de itinerantes frivolidades y de inestables convicciones. Para los hispanos Un renegado de sus raices y para el Islam un advenedizo.  
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« Última modificación: Mayo 20, 2012, 03:20:52 por Tizona »
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Mudéjar
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« Respuesta #9 : Mayo 21, 2012, 00:08:10 » |
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Maelstrom otra vez posteando un texto muy interesante.  
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