Me parece asqueroso, patético y repulsivo meterse de esa forma en la vida privada de la gente. Supongo que a la gente que saca las fotos, a la gente que las cuelga en internet y a la gente que las ve, se la pela completamente en derecho al honor y a la propia imágen de las personas. Derechos constitucionales, por cierto.
Me hace gracia, o más bien me da pena, la forma en que algunos censuran la programación rosa pero luego pierden el trasero corriendo detrás de cualquier asunto que contenga el más mínimo morbo.
No sé, a mí lo que ocurra en
camas que no son la mía, mientras sea consentido y entre adultos, como que me da igual, y no solo eso, sino que haré lo posible por preservar la intimidad de la gente si de casualidad me topara con una situación en la que pudiera ponerla en peligro.
Me recuerda a la polémica con el magistrado Dívar. Si ha malversado dinero público, que se demuestre, como y en qué. Pero salir de ahí, y llegar a los extremos de especular con su orientación sexual me parece cotilleo puro y duro. Basta con que nos quedemos en que supuestamente malgastó el dinero del contribuyente en restaurantes, pues no oiga, aquí a especular sobre si el invitado era hombre, mujer y si Dívar es homosexual, como si eso fuera importante, como si eso fuera realmente relevante para el caso.
Lo dicho: sociedad de metomentodos, cotillas, etc. La vieja del visillo tiene mucho que aprender de algunos.

