Siento la muerte de cualquier persona de buena voluntad, Izcasti, entonces, mi pésame para la familia de este señor. Pero en este caso es de justicia decir que flaco favor nos hizo a los madrileños, y en especial a los que nos sentimos castellanos, con su himno de Madrid, una auténtica astracanada propia de un mediocre (no quiero enjuiciar si este hombre era un mediocre o no, pues no conozco su obra), prueba de ello es que en este encargo, hasta hay un fallo imperdonable, que el propio protagonista nunca se prestó a rectificar, tal era su voluntad de hacer las cosas bien hechas; me refiero a que al mencionar las provincias limítrofes de Madrid, se olvidó de nuestra querida Cuenca.
Para un madrileño que se siente castellano, desde es bastante triste e infamante que se diga:
Viva mi dueño
Que solo por ser alguien
Soy madrileño.
No hay alusiones a la cultura ni elogios al patrimonio natural madrileño, ni a sus gentes; se le llama "Flor del Desierto", ese desierto es Castilla, claro, cada verso es una infamia...
Para que comprobéis lo que digo pongo el susodicho himno:
Yo estaba en el medio:
Giraban las otras en corro,
Y yo era el centro.
Ya el corro se rompe,
Ya se hacen Estado los pueblos,
Y aquí de vacío girando
Sola me quedo.
Cada cual quiere ser cada una:
No voy a ser menos:
¡Madrid, uno, libre, redondo,
Autónomo, entero!
Mire el sujeto
Las vueltas que da el mundo
Para estarse quieto.
Yo tengo mi cuerpo:
Un triángulo roto en el mapa
Por ley o decreto
Entre Ávila y Guadalajara,
Segovia y Toledo:
Provincia de toda provincia,
Flor del desierto.
Somosierra me guarda del Norte y
Guadarrama con Gredos;
Jarama y Henares al Tajo
Se llevan el resto.
Y a costa de esto,
Yo soy el Ente Autónomo último,
El puro y sincero.
Viva mi dueño,
Que, sólo por ser algo,
Soy madrileño!
Y en medio del medio:
Capital de la esencia y potencia,
Garajes, museos,
Estadios, semáforos, bancos,
Y vivan los muertos:
¡Madrid, Metrópoli, ideal
Del Dios del Progreso!
Lo que pasa por ahí, todo pasa
En mí, y por eso
Funcionarios en mí y proletarios
Y números, almas y masas
Caen por su peso;
Y yo soy todos y nadie,
Político ensueño.
Y ése es mi anhelo,
Que por algo se dice:
De Madrid, al cielo.