Javier Velázquez me envía un sucedido de los tiempos de la guerra civil que, por una vez, nos hace sonreir. Lo transcribo tal cual.
En aquellos días en los que el Frente Popular se hizo con el control de la República, había en una carretera cercana a Madrid un control formado por varios milicianos cuya misión era comprobar la documentación de los que por allí pasaban. Una vez comprobada ésta, se la devolvían a su propietario quien, aliviado al no ser detenido, saludaba al jefe del control con un "adiós". El jefe, malhumorado, volvía a detener el coche y le recriminaba al pobre conductor: "Compañero, ese saludo es fascista. Ahora debes decir "¡Salud, camarada!" El hombre, muy cortado, repetía débilmente: "Salud, camarada" Y le dejaban marchar.
Así varias veces durante el día. Todos incurrían en el "saludo fascista". Hasta que en una ocasión, un conductor al recoger su documentación se dirige al jefe del control y le dice claramente: "¡Salud, camarada!". Este, muy satisfecho exclama: "¡Vaya, gracias a Dios que hay uno que saluda correctamente!"
Añade don Javier para su coleto: "Con la que está cayendo, cada día estamos más cerca de repetir escena tan boba".
Saludos comuneros.

