Villalar de los Comuneros volvió a acoger un año más a miles de castellanos y castellanas durante los días 22 y 23 de abril, jornada, la de este 2013, que volvió a expresar las contradicciones y las dificultades que atraviesan al pueblo castellano y que no por casualidad corren parejas a la descomposición del actual régimen. La fiesta popular, que conmemora la histórica resistencia comunera al proyecto imperial de Carlos V, sigue expresando una controversia latente entre quienes vemos en ella un espacio de reivindicación y lucha al que reclamamos como el día nacional de Castilla, o quienes desde el poder y sus medios de comunicación insisten en presentarla al pueblo como una fecha institucional -el día de la Comunidad y de la “identidad castellanoleonesa”-.
Desde Comunistas de Castilla creemos necesario recuperar Villalar como espacio sociopolítico de referencia de la izquierda combativa y la soberanía de castilla e insistimos en la relación inseparable entre la lucha popular por los derechos sociales -contra los recortes y la explotación- y la reivindicación de la soberanía popular del pueblo castellano. Esto pasa inevitablemente por superar el actual corsé de la fiesta institucional que desde la Junta de Castilla y León y la Fundación Villalar pretenden consolidar mediante un folklore regionalista anecdótico. Este año además hemos asistido al intento desde el Ayuntamiento de Villalar, del PSOE, de dejar la fiesta en manos de la gestión privada y exigir nuevos requerimientos económicos a las organizaciones populares que allí acudimos año tras año a mantener vivo el pulso de este pueblo al que están matando con sus políticas neoliberales.
Conviene recordar que la celebración de esta fiesta popular y del homenaje a la memoria de los comuneros, que se remonta a 1976, nunca fue del agradó de la derecha españolista (AP-PP) que hoy se pasea por la campa escoltada por la guardia civil protegiéndose de la tormenta social que han levantado. Esa derecha es en esencia la misma que primero optó por denegar el permiso para la celebración del primer Villalar, bloqueando los accesos principales y disolviendo a golpe de porra a los asistentes, la misma que más tarde renunció a reconocer la fiesta que finalmente sería oficializada por el gobierno autonómico en 1986 con el rechazo explícito del PP y que a partir de 1987 ya con José María Aznar al frente de la Junta intentó liquidar la celebración en la campa, sustituyéndolo por una serie de actos institucionales itinerantes. La socialdemocracia (PSOE), por su parte, ya en aquellos años había renunciado a su discurso histórico favorable al “derecho de autodeterminación” y el federalismo e intentó hegemonizarla de acuerdo a sus intereses electorales en el marco del régimen de las autonomías pactado en la transición. Finalmente unos y otros acabaron por consolidar “el Día de la Comunidad” como una fiesta institucional revestida de una pretendida concordia y folklore con un manifiesto común en el que se sentían cómodos y del que han venido participando las cúpulas sindicales de CC.OO. y UGT.
La autonomía y la bandera regionalista, se muestran hoy como símbolos deslucidos por la erosión de un régimen monárquico que ha fracasado para con los miles de parados y paradas, los trabajadores de las empresas afectadas por ERES, los habitantes de los pueblos afectados por el cierre de las urgencias, los estudiantes que no pueden hacer frente a sus matrículas, las familias amenazadas por el deshaucio y el pueblo ahogado por la deuda privada del capital financiero.
La autonomía como modelo territorial y político funcional al dominio de la oligarquía española y el capital europeo nos convierte en súbditos a merced de los intereses del caciquismo local, de la monarquía y la Unión Europea, nos impide vernos como un pueblo con madurez para levantarse y decidir su camino, colocándonos la correa de un régimen político, el monárquico español, y un sistema socioeconómico, el capitalismo, que no hacen sino favorecer la despoblación, la desindustrialización, los recortes, las privatizaciones, y la renuncia a nuestra soberanía en todos los órdenes. Es por eso que vemos con alegría cada bandera roja, cada pendón castellano -histórico o estrellado- que ondea en la campa de Villalar de los Comuneros como símbolos de legítima rebelión, destellos de conciencia popular que identifican que el proyecto autonómico no sirve, que no son integrables en los esquemas de tipo político y territoriales que las clases dominantes españolas tienen diseñados para someternos.
Crisis capitalista y alternativas
La crisis del capitalismo que se expresa con toda crudeza en Europa ha desembocado en una auténtica crisis política del régimen español salido de la transición. Como decíamos en uno de nuestros documentos:
<< La “transición” no significó la instauración de un nuevo orden democrático-burgués. Las burguesías periféricas pactaron un caciquil reino de las autonomías, y lo mismo hizo la “izquierda histórica” del PSOE y el PCE. Las fuerzas “democráticas” pactaron su inclusión en la élite política a cambio de la renuncia de sus programas: la autodeterminación, el socialismo, el comunismo. Ni siquiera la forma republicana de estado quedó salvada. La España de las Autonomías era, en el fondo, la misma España de antes pero renegociada con la izquierda entregada, cambio de nombre y expansión sin límites de la burocracia institucional política, donde todos tendrían su parcela de poder y privilegio.>>
Hoy, la monarquía, cuya restauración obedece al dictador, corroída por la corrupción y su compromiso histórico con las grandes fortunas ha consumido a marchas forzadas la imagen oficial construida durante años de mentiras dejando a la vista del pueblo sus vergüenzas autoritarias, vestigios de un franquismo adocenado, con una casta política en brazos de la banca y el gran capital dispuesta a aplicar desde el gobierno español y hasta sus últimas consecuencias los criminales planes de austeridad de la Troika agravando la situación del pueblo trabajador castellano.
En esta situación, los y las comunistas castellanos tenemos, modestamente, pero con toda la determinación, la voluntad de tender puentes para reforzar el campo popular y dar pasos en la construcción de un referente sociopolítico capaz de coordinar la protesta social y encaminarla hacia la ruptura con el actual régimen, la soberanía del pueblo castellano y la construcción de poder popular desde abajo para derribar el sistema capitalista.
Es por ello que este año apostamos por un mitin político unitario, organizado conjuntamente con Red Roja, organización comunista revolucionaria, como gesto de la necesaria unidad de la izquierda desde presupuestos de clase y de autodeterminación de los pueblos. El pasado año advertíamos cual era el horizonte hacia el que el capitalismo español y la U.E. nos estaban abocando con el lema “Nos llevan a la ruina. Es tiempo de lucha”. Este Villalar 2013 hicimos un llamamiento claro: “Haz que paguen ellos” señalando sin ambages a los responsables de la crisis y a quienes se muestran como colaboradores necesarios en que esta situación se mantenga.
Las intervenciones políticas denunciaron explícitamente las ilusiones que desde la izquierda del régimen plantean al pueblo una posible vuelta al raquítico “Estado del bienestar”, generando falsas esperanzas acerca de un capitalismo humano, en lo que no fue más que un etapa transitoria del capitalismo europeo de posguerra sustentada sobre el soborno de la clase obrera europeo a costa de la explotación de los pueblos del tercer mundo que de ningún modo puede constituir el horizonte hacia el que los pueblos debamos aspirar.
Por el contrario desde Comunistas de Castilla y Red Roja planteamos la necesidad de avanzar hacia la consolidación de referentes políticos en torno al rechazo del pago de la deuda, la lucha contra las políticas de la Troika, la ruptura con el actual régimen monárquico, el compromiso con el derecho de autodeterminación de los pueblos, la expropiación y propiedad social de la riqueza por el pueblo y la plena igualdad de las mujeres. Ello nos exige trabajar para forzar una salida a la crisis favorable al pueblo que sea a su vez un proyecto de futuro para Castilla y su pueblo trabajador. Ese es nuestro compromiso con nuestra gente y nuestra tierra.