Se echa de menos que entre la alta intelectualidad castellana, que la hay, no quiera destacarse nadie por su identificación con Castilla, su gran historia y sus formidables cultura y lengua. Me acuerdo en estos momentos de un hombre, ya desaparecido, que se comprometió con Castilla y mostró sin aspavientos pero con firmeza la dignidad de Castilla: Claudio Sánchez-Albornoz.
Reproduzco un texto de homenaje a esta gran figura castellana, del libro "Las Raíces de un Pueblo. Aproximación al Hecho Nacional Castellano":
"Claudio Sánchez-Albornoz, oriundo familiarmente de Avila -la tierra castellana que su corazón asume- nació en Madrid el 7 de abril de 1893. Doctor en Historia por la Universidad Central en 1914 y catedrático en Barcelona y en Madrid hasta el estallido de la guerra civil. Académico de la Historia desde sus 32 años, en él se dan cita los máximos galardones nacionales e internacionales que historiador alguno pueda pretender, fruto del rigor científico de sus investigaciones y de la pasión indeleble de un intelectual enamorado de su oficio.
Al advenimiento de la República fue diputado por Avila, rector de la Universidad Central, ministro de Estado y embajador, y posteriormente, de 1962 a 1970, ocupó el cargo de presidente del Gobierno Republicano en el exilio.
Toda la amargura del mundo hubo de confluir en el corazón de este castellano, cuando los crueles avatares del momento le obligaron a abandonar su patria en llamas para iniciar la penosa aventura del destierro, y resulta fácil comprender íntegramente la magnitud de esta tristeza en el caso de una persona como D. Claudio, vida vocacionalmente entregada al estudio y a la reflexión sobre una tierra perdida al otro lado de un océano infinito.
Algún día -cundo Castilla vuelva, cuando otra vez sea- tendrá que rendir un homenaje unánime a este hombre profundísimo, capaz de emocionar a todo aquel que no esté sordo cuando sus labios pronuncian la palabra CASTILLA, y se alzan, con la autoridad incontenible que da el conocimiento, a narrar la historia de un pueblo digno de ser nombrado: el pueblo castellano.
Claudio Sánchez-Albornoz, abulense arrancado de Castilla, castellano dotado de todas las alturas, conciencia misma de la castellanía, cuya voz se quiebra de experiencia cuando refiere sus gestas y se traspone de dolor cuando contempla su cruda realidad presente, sólo tiene un nombre que le haga justicia: MAESTRO henchido de castellanidad".
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