«Los derechos históricos sirven para que las regiones ricas exploten a las pobres»
A sus 82 años, el historiador burgalés Gonzalo Martínez Díez, galardonado con el premio Castilla y León 2005 de las Ciencias Sociales y Humanidades, reconoció sentirse «sorprendido» y «alegre» por el galardón recibido y por el hecho de que el reconocimiento esté dedicado a su obra, basada en la historia de Castilla.
El premiado apuntó que España atraviesa por un momento «muy serio» y que los derechos históricos que se recogen en la Constitución vulneran en cierto modo el sistema democrático. Martínez Díez, quien aclaró que su oficio «es el pasado», abogó por la Constitución de 1978, basada en los principios de convivencia y de progreso, pero no en los derechos históricos que, según apuntó, sirven para que las regiones más ricas «exploten» a las que están en peores condiciones.
A su juicio, estos derechos reconocidos en la Carta Magna rompen con los principios de solidaridad e igualdad y crean ciudadanos de «primera y de segunda», lo que afecta a la situación «evitable» a la que en su opinión está abocada España y a la que llegará si no se «cortan» los caminos basados en la creación de privilegios.
En esta tesitura, el papel de Castilla y León como Comunidad no es «útil» dado que «no puede hacer nada», por lo que la única solución radica en el uso que la ciudadanía puede hacer de su voto. «Ése es el consuelo democrático», señaló el historiador.
«Sánchez Albornoz decía que Castilla hizo a España y que España deshizo a Castilla», recordó Martínez Díez, quien reconoció que los ciudadanos de Castilla se han caracterizado siempre por ser unos «quijotes».
El principal obstáculo de la Comunidad es, en su opinión, el de la despoblación, problema que ha provocado que la provincia de Soria contase en el siglo XVIII con más población que el País Vasco aunque en la actualidad sea una de las que cuenta con menor porcentaje poblacional. «Castilla y León no tiene peso porque nos hemos quedado despoblados», señaló Martínez Díez, quien reiteró que el país está «haciendo hacia atrás» el camino que surgió en un «pequeño rincón» desde el que se formó España.