Así me gustan a mi los pueblos: conscientes, viriles, enérgicos defensores de sus intereses.
Castilla despierta de un embarazoso letargo. ¡Más cuenta le hubiera tenido no adormecerse nunca! Cuando la pasividad o una inercia prolongada se apodera de un pueblo o una región, muéstranse coartadas las iniciativas, sucumben las voluntades ante la presión de un espíritu fuerte o atrevido; los hombres lentamente olvidan sus derechos, la indolencia es general, y mientras los vecinos se aprovechan y ensanchan el horizonte de sus medios de vida, se enrarece y reduce el ambiente de los perezosos, de tal modo que a veces sucumben absorbidos no por el más poderoso, sino por el más osado.
Castilla fue siempre parca en el pedir, a pesar de su fuerza indiscutible y de la razón que siempre llevó consigo. Esperaba resignada la satisfacción de sus más vehementes anhelos y de ello se aprovecharon otras regiones, engrandeciéndose a su costa.
En un periódico de la índole del nuestro, no es posible estudiar con el detenimiento preciso una tan compleja cuestión como la que absorbe la atención Nacional, pero sí es dable manifestar una opinión.
La mía es favorable en un todo a las pretensiones de los castellanos, y no ciertamente por animadversión a los catalanes, de los cuales admiro su espíritu progresivo y sólo encuentro censurable en ellos los accesos separatistas de que hacen ostentación apenas se les asigna una petición justa o injusta, insignificante o que encierre en sí gran importancia.
En el asunto de las «zonas neutrales», luchan opuestos intereses: de un lado los agricultores, en otro los industriales.
Ante el maremagnum de ideas expuestas en la prensa en pro y en contra de tal proyecto, no es factible hallar una fórmula que apacigüe los exaltados ánimos.
«Zona neutral» significa la supresión de las aduanas a favor de una región o un pueblo. Los catalanes ven en ello un porvenir lisonjero, los castellanos prevén su ruina.
Los primeros, utilizando todos los posibles medios, reclaman este privilegio; los segundos, cansados de soportar a los menos, pero que parecen los más por el estrépito que saben producir, se oponen tenazmente a ello; sacuden su apatía, despiertan de su suicida sopor y siempre modestos en el pedir, demandan justicia y que sus intereses, tan respetables como los que más, no sufran menoscabo ni se pospongan ante otros, nunca tan vejados.
Ha sido preciso que una amenaza seria se cerniera sobre los productos de los desolados campos castellanos para que resurja con bríos imponderables el regionalismo de Castilla, el más genuino representante de nuestra nacionalidad; amenazador, dispuesto a contender en honrosa lid con quien hostiga y hace caso omiso de cuanto se opone al logro de sus ideales.
Felicísimo puede ser para nuestra patria este resurgimiento de voluntades. Análogos hechos acaecieron antes en otras naciones y de ellos se derivaron utilísimas enseñanzas que imprimieron a su agricultura nuevos y provechosos derroteros y sirvieron para lograr un envidiable grado de perfección.
Pudiera ser este el punto de partida para lograr un decidido proteccionismo a favor de los medios de vida del agricultor y ganadero, primordial base para la reconstrucción y engrandecimiento de España.
El primer paso está dado; no volviendo al anterior estado de lenidad y pernicioso retraimiento en que se encontraban los castellanos, y con su constancia característica lograrán cuanto deseen, siempre que la justicia acompañe como hasta ahora a sus pretensiones.
Es consolador y vivificante el movimiento iniciado en los hoy mustios campos de Castilla, y uno un estentóreo ¡viva Castilla! a los muchos que se oirán en la gran Asamblea que hoy se habrá celebrado en Valladolid.
EL ÁGUILA. Año II – Núm. 27
Aguilar de Campoo, 30 de enero de 1915.Fuente.- http://elaguiladigital.com/2013/11/20/castilla-se-agita/?relatedposts_exclude=6149