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Autor Tema: Ando buscando una leyenda  (Leído 8510 veces)
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Godo de Castilla
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« : Marzo 25, 2006, 01:37:53 »


Pues eso.. que ando busacndo una leyenda que habla sobre la estantigua, y de como esta en una procesion de caballeros muertos llaman a las puertas de Leon incitando a los leoneses para que se unieran con ellos a la batalla de navas de Tolosa.

Me gustaria saber si alguien conoce los datos concretos al igual que la fuerte correcta del nombre del Rey etc etc etc.

Creo que otra leyenda castellana habla de un rey del que se comenta que cuando un infiel se acerca a su tumba los huesos tiemblan entrando en un estado de berserk a la castellana.

Hace tiempo uno de las personas mas interesantes que he conocido en los foros, llamado Ermitaño de moncayo me conto las dos leyendas. pero perdi la informacion sobre las dos y sobre el ermitaño.

saludos
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ASTILLA VISIGOTHORUM REGNUM
pepinero
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« Respuesta #1 : Marzo 25, 2006, 02:09:21 »


parece interesantes , a ver si nos enteramos que parecen estar interesantes ya nos direis.
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delia tejedor
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« Respuesta #2 : Marzo 25, 2006, 20:20:10 »


Que curioso, estantigua llamaba mi madre a alguna mujer seca de caracter y aspecto, que imponia con su presencia.
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Godo de Castilla
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« Respuesta #3 : Marzo 25, 2006, 21:43:35 »


La estantigua es la version castellana de la santa compaña o de la tradicion germanica de la jauria de wotan, creo que en Escandinavia a un mito similar se le conoce como Taakeferd.
Es uno de los multiples mitos, tradiciones y leyendas que dejaron los pueblos germanicos en Castilla
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ASTILLA VISIGOTHORUM REGNUM
ORETANO
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« Respuesta #4 : Marzo 26, 2006, 00:14:18 »


Godo el Ermitaño anda por aquí e incluso le podras mandar un privado. Saludos
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De vez en cuando es bueno recordar la clase de persona que se quiso ser.

Arthur Miller
El Ermitaño del Moncayo
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« Respuesta #5 : Marzo 30, 2006, 20:45:17 »


Je, je... Hola Oretano, soy como el genio de la lámpara, me llaman y me manifiesto. Coñas aparte, me meto en el foro de tiempo en tiempo, sólo para curiosear, así que a veces no estoy pendiente. Como te comenté, estoy apartado del castellanismo. Voy a comentar al Godo, otro de los viejos conocidos del foro de Zapata, lo que sé del tema (que no es sino refrescarle la memoria de lo que se habló en el mencionado foro hace algún tiempo ya).
Hola Godo, gracias por lo que pusiste más arriba. Simplemente te comentaré lo que pensaba y pienso del tema, que te adelanté hace tiempo, y por otra parte, no me extraña que no hayas encontrado referencias sobre el tema de la Vieja Hueste, Hueste Antigua o Estantigua, como se conoce popularmente al ejército de los muertos. En nuestra tierra existen magníficas recopilaciones de cuentos y leyendas (no hay más que ver la página de Joaquín Díaz), pero escasísimos estudios sobre los viejos mitos que se hallan en ellas, escondidos bajo toneladas de material histórico o cristiano católico. La pregunta es, ¿qué son esos mitos para diferir del envoltorio que llevan? Y la respuesta, clara, es que se trata de viejos temas míticos de la más remota antigüedad indoeuropea.

En nuestro folclore, nuestros viejos cantos nacionales reflejan estos mitos. No hay más que ver, recuérdalo, la estremecedora antigüedad del Romance de los 7 infantes de Lara, o de Salas; el viejo tema del pago con un caballo o un azor presente en el Fernán González para la independencia de Castilla frente a León, más romanizado, viejo tema germánico que se halla incluso en la Persia indoeuropea preislámica; el del Infante García; o el Walter de España, el “don Gaiferos” del posterior romancero, que aparece en el cantar de los Nibelungos, en la islandesa Thidreksaga o en el Biterolf; incluso en los estertores de nuestra poesía épica, el Romancero desarrollado desde el siglo XV, aparecen imágenes del Cid en actitudes más bien “paganas”: creo que en cierta ocasión puse un fragmento en el que el Cid, para vengar a su padre, invoca a las fuerzas del cielo, de la tierra, y a la espada (no Tizón, por cierto, vieja costumbre indoeuropea la de poner nombre a la espada), lo que nos recuerda los tres mundos de la metafísica hindú, principal fuente para el conocimiento de la indoeuropea. Espada que, según el romance, perteneció a un héroe de los 7 infantes de Lara, Mudarra, medio godo medio musulmán, vengador de sus hermanos (nuestro Feirefiz –hermanastro de Parsifal en el “Parzifal” de Eschenbach- castellano...) y una versión más, a la castellana, del caballero del Cisne.

Todo esto son reflejos de cómo es necesario llevar a cabo una importante labor de interpretación que desentrañe los temas míticos escondidos. Estos temas son comunes a los de las leyendas de nuestro entorno. En España, por ejemplo, es incorrecto hablar de mitología astur, cántabra, castellana, etc (por otra parte, ya que usamos términos como astur, en puridad deberíamos usar para la nuestra términos como “mitología cantabro-celtíbero- vacceo-vetona-carpeto-oretana...”, o algo así...). Sirve para estudiarlas mejor, focalizándolas, y examinando las variantes territoriales de un mismo mito. Pero hablando exactamente, se trata de mitología indoeuropea. Y todo ello tiene una razón de ser. En la Península Ibérica, a inicios de la Edad Media, la densidad de población es muy baja. Unos 5 o 6 millones de habitantes ocupan las costas andaluzas y levantinas. Su origen es vasco ibérico, y creen en las fuerzas de la naturaleza y en la vieja Diosa mediterránea, luego adoptada por los indoeuropeos  Un millón de personas ocupa la meseta y el resto. El origen de estos es indoeuropeo, con estos mitos referidos. Y cuando allí lleguen los visigodos, lógicamente encontrarán un sustrato cultural cercano. Además, hay que pensar que en lugares tan poco poblados, 100 o 200.000 individuos, o los que fueran, tuvieron importancia. Y eso se ve incluso en el germanismo del viejo derecho consuetudinario castellano. Tras la retreta del 711, en el norte se mezclarán más aún las cosas, y con el avance también, poblando de nuevo o entrando en contacto con núcleos de población de ascendencia celtíbera islamizados. Incluso en Andalucía, que al fin y al cabo es repoblada por castellanos en gran parte, bajo las vírgenes, trajes de faralaes y flamencorro, vamos a encontrar los viejos mitos indoeuropeos. Que no nos extrañe pues, que Rodrigo Díaz gustase de oír los viejos temas mitológicos árabes... Estos temas, no marroquíes, ojo, procedían de la Persia preislámica en gran parte, Persia indoeuropea, que debían recordar a nuestro héroe los escuchados al amor de la lumbre durante las largas horas del invierno mesetario de aquella época.
Pero además deberemos añadir a ese bagaje indoeuropeo lo que conocemos de los mitos europeos preindoeuropeos, ibéricos, y algunos elementos semitas que, en muchos casos, son idénticos a los de los demás pueblos caucásicos del mediterráneo preindoeuropeo (pese a ciertas indocumentadas opiniones nazis, los judíos son simplemente uno de esos viejos pueblos mediterráneos como vasco íberos, estruscos, cretenses, sardos, bereberes –la antigua población marroquí, actualmente son los rifeños, enfrentados a Rabat- , etc), aunque en menor medida, ya que al fin y al cabo, el aporte extrapeninsular se calcula en unas 150.000 almas, en un contexto de unos 6 millones, como decía anteriormente.

Cuando tenemos ya claro lo que son estos viejos mitos, podemos ponernos manos a la obra, y estudiar las diferentes ramas de la mitología indoeuropea puestas de manifiesto por Georges Dumézil: la grecorromana, la celta y la escandinava. Veremos así sus coincidencias, y podremos descubrir elementos en las nuestras. E ir más allá aún, y estudiar al padre de la criatura, la metafísica y épica hindú y persa. Es conveniente que leamos los himnos sagrados o Vedas, especialmente el Rig Veda; los comentarios derivados, de especulación cosmológica, los Upanishads; y la épica del Mahabarata (y dentro de él, el código del guerrero indoeuropeo o Bhagavad Gitá, y su correspondiente occidental clásico que es “El sueño de Escipión”, de Macrobio) y del Ramayana.

Ahora es cuando por fin estamos bien equipados para estudiar los contenidos míticos dentro de nuestras leyendas. De ahí la dificultad de encontrar estudios sobre el tema. Yo sólo conozco uno, hace unos meses, y fue una auténtica sorpresa, porque descubrí que mi intuición no era incorrecta, además de conocer a un excelente escritor y auténtico especialista. Se trata de Ángel Almazán de Gracia, que tiene una web (soriaymas) y desde ella, distribuye con su editorial personal (Sotabur) sus obras. La que yo menciono es un estudio de los mitos numantinos basándose en los textos hindúes, y a mi juicio, el resultado es asombroso, y la guía del método a seguir: “El enigma de la tradición hiperbórea de los celtíberos de Numancia”. Impresionante, si bien, para leerlo, es conveniente tener nociones de Georges Dumézil, Mircea Elíade, Ananda K. Koomaraswamy, René Guenon y Carl Gustav Jung.

Como preguntabas sobre la leyenda de la comitiva de guerreros muertos, recordarte que la saqué de una cita de Dios (es decir de Menéndez Pidal, el padre; el hijo sería don Claudio Sánchez Albornoz; y a este paso creo que nombraré a Almazán de Gracia mi espíritu Santo particular...), y decía que en vísperas de las Navas, una comitiva de muertos atravesó León: a medianoche, los golpes atronaron en las puertas de San Isidoro, asustando al personal... Eran los espíritus de Rodrigo Díaz de Vivar y de Fernán González que reclamaban la presencia de Fernando I para acudir juntos a la batalla. Me vas a disculpar, pero voy a citarme a mí mismo, y te anexaré parte de un escrito personal, que ya te puse en su momento:



“Menéndez Pidal, "La Epopeya Castellana a través de la Literatura Española", de la Colección Austral de Espasa Calpe. Problema: es el nº 1561 de la antigua serie, así que yo que tú intentaría localizarlo en la biblioteca de alguna facultad.

Sobre el tema de la Estantigua, busca por Hueste o Hueste Antigua a ver qué tal. Es un tema poco estudiado en Castilla (no así en Galicia u otras zonas norteñas) pese a que puedes encontrar rastros suyos en cuentos e historias de viejas de muchos de nuestros pueblos sobre fantasmas o seres extraños que vigilan o pasean por determinadas zonas. Es el viejo tema de la Hueste Antigua, pero con un lavado de cara, adaptado espontáneamente a los tiempos. Si te fijas, es lo que pasa con la leyenda de los guerreros muertos.  Incluso el primer disco de la Musgaña se llama "El Paso de la Estantigua", y aclaran en el cuadernillo que aparece en el CD que es un término castellano usado para nombrar las comitivas de las almas.

Por otra parte, en el folclore germánico se encuentra  la “hueste de Odín”, grupo de seres fantasmales que le acompaña en el fragor de la tormenta.

He leído cosas aquí y allá. Se hallan rastros en Béquer ("El Monte de las Ánimas", por ejemplo, donde vela el lugar el espíritu de los guerreros templarios muertos), en libros de folcloristas como Juan Blázquez Miguel que también utiliza el término estantigua (“Castilla la Mancha. Magia, superstición y Leyenda”, pág. 71. De entre todos los que trata,  comenta varios casos extraños, por ejemplo en La Guardia –Toledo-  donde supuestamente había brujas que abandonaban su cuerpo, y en espíritu acudían al akelarre, al Cerro de las Brujas de Montalvo, o a las Lagunas de Daimiel. Blázquez lo relaciona con el tema de los súcubos, seres malignos nocturnos, pero creo que se equivoca, creo que en el cuento late el viejo tema de las ánimas, porque que yo sepa es caso raro en nuestras leyendas el de un akelarre al que acude un grupo en espíritu y no en cuerpo. Otro caso el de las brujas que vuelan de Ademuz a Moya pero no pueden llegar porque las sorprende el amanecer y desaparece el hechizo – la Hueste es fenómeno nocturno- . O las que volaban en Santa Cruz o la Aliaguilla por las calles del pueblo durante la noche, cantando una canción –“pámpana rota, razimo del albar, nunca vi dueños a tal hora baylar”- que aterrorizaba a los vecinos en sus casas.  Relata también el caso de los soldados de la guarnición del Cerro del Águila, en Villaluenga de la Sagra, aterrorizados por unas manifestaciones fantasmales que luego atacaron al exorcista que habían enviado a llamar, durante el viaje. Las noches de tormenta, se acostumbraba a tocar una campana que había en iglesias y monasterios, la campana de María, y los lugareños aseguraban que entre los nubarrones se oían una serie de voces que gritaban “¡aprisa, aprisa antes que toque la campana!”, ¿viejo trasunto de la Hueste, de nuevo? Finalmente, es conocida la leyenda que cuenta que la zona de los Montes de Toledo está recorrida por misteriosos y silenciosos monjes encapuchados, al estilo de algunos descritos en la Santa Compaña gallega, supuestos guardadores de tesoros).

En los “Milagros de Nuestra Señora”, de Gonzalo de Berceo, en el milagro XXV aparece mencionada.

Caro Baroja en “Del Viejo Folclore Castellano” cita al padre Fuentelapeña, sacerdote del s. XVII, quien a su vez cita a un médico aragonés que afirmaba que los duendes, llamados trasgos en Castilla, hacían aparecer ejércitos de guerreros en el aire (como los que rondaban por el lugar donde, afirmaba, se había retirado el traidor Don Julián).
En el libro de José María Merino “Leyendas Españolas”, trata una leyenda que refleja ecos de la Hueste. Munio Sancho de la Finojosa, noble y piadoso caballero castellano, muere en batalla contra el moro sin haber podido realizar la promesa de peregrinar a Jerusalén. Ese mismo día, el patriarca de Jerusalén observa asombrado una comitiva de guerreros cristianos cubiertos de polvo que, tras orar ante el Santo Sepulcro, se desvanecen.

Te pongo estos ejemplos y libros por si te sirven como guía. Como ves, se trata de un tema disperso, no muy investigado en nuestro folclore”.

Junto a esta información mía, te anexo otra obtenida de las actas del congreso de Caminería hispánica. Se trata de otro caso extrapolable al de la Santa Compaña gallega o Hueste castellana. Resultará muy curiosa para los bercianos del foro, o para los que como yo, hayan recorrido la vieja ruta que lleva a Santiago de Compostela:

“A dos kilómetros escasos de la villa de Maranchón, siguiendo la carretera que conduce al pueblo soriano de Arcos de Jalón, a 1.363 m. de altitud sobre el nivel del mar y muy próxima al Alto de San Sebastián, se encuentra la Cruz de Hierro (1).
Se trata de un sencillo monumento que, en la actualidad, consta de una base de piedras de forma circular que sustenta un mástil de varios metros de altura (unos 4 ó 5) rematado por una pequeña cruz de hierro. Su origen según la tradición se pierde en los tiempos.
La Cruz de Hierro se encuentra junto a la cuneta de la actual carretera (una carretera que anteriormente sirvió de camino carretero que desembocaba en la vía romana de Emerita a Caesaraugusta, posterior Camino Real y actual N-II).
Se alza en lo alto de un puerto, casi en el límite de dos provincias (Guadalajara/Soria) y dos términos municipales (Maranchón/Layna), aunque en la antigüedad separase dos zonas geográficas netamente diferenciadas que la misma Cruz se encarga de señalar, "mirando" cada una de sus caras a una distinta vertiente hidrográfica: Tajuña/Jalón.
Sin embargo, creemos que el origen no estriba única y exclusivamente en servir como señalización y recordatorio religioso y protector de los caminantes, carreteros, trajinantes y recueros mercaderes. Quizá eso sea hoy o, mejor dicho, haya sido en siglos pasados, tras haber sufrido un proceso de paulatina cristianización. Este tipo de cruces tiene su origen, al menos muchas lo tienen, en montones de piedras que iban dejando a su paso los caminantes llegando a formar lo que se denominaron Montes de Mercurio, dios de los caminos y cuyo nombre, Hermes, significa "intérprete" o "mediador" por lo que también tiene la misión de conducir las almas de los muertos (2).
"[...] Los llamados Montes de Mercurio de naturaleza celta, con los que los caminantes señalaban, mediante montoncitos de piedra, lugares estratégicos de los caminos y que luego se cristianizaron con cruces [...]" (3).
En realidad todo esto no es más que la expresión humana de cierto miedo hacia lo desconocido, hacia los dioses manes -el espíritu de los difuntos- que de forma nada casual pueblan los caminos, especialmente las encrucijadas y los "puertos" o lugares elevados, allí donde puedan reclamar otros espíritus -otras almas- , según el sentido de las palabras de Macrobio: "Las cabezas se salvan con cabezas" (4).
Según este sistema típicamente "animista" el "alma" de una piedra puede servir como sustituta a cambio de otra humana, por eso para algunos pueblos trae mala suerte dar patadas a las piedras. Por lo tanto, encontramos quizá la solución al porqué los cristianos, peregrinos y caminantes, depositaban piedras a los pies de las cruces.
Se trata, pues, de un sustitutivo de los primeros sacrificios humanos.
Cristianismo -a través de la Cruz- y mal llamado "paganismo", se dan la mano en este monumento sencillo pero importantísimo a la hora de interpretarlo, de analizar sus funciones, desde el punto de vista etnográfico. Un "Monte de Mercurio" que sirve de base a una significación posterior, actual, cristiana o cristianizada, y siempre junto al camino.
Fuera disquisiciones más o menos metafísicas y siguiendo a Cabal, diremos que "A Mercurio, en los caminos y a modo de sacrificio, se le amontonaban piedras, que eran refugio de los manes" (6).
Y es que el origen de estos túmulos de piedras está junto a los caminos sirviendo para cubrir el cuerpo de los cadáveres: "Pero todos los muertos -seguimos a Cabal-, bajo el túmulo, reclamaban otros muertos, y se les ofrendaban sacrificios, aún en los tiempos históricos. En cada piedra del túmulo había además un espíritu, y añadir a estas piedras otras piedras, era añadir otro espíritu y responder a las ansias de cuantas vigilaban el sendero. Así, cada transeúnte, para evitar que los muertos le arrebatasen el suyo con alguna enfermedad, colocaba en el túmulo una piedra y aumentaba de este modo la muchedumbre de almas que había en él" (7).
Por lo tanto y sacando consecuencias de cuanto se ha manifestado, nos daremos cuenta de que en el túmulo coinciden varios elementos, algunos recogidos más arriba: "[...] Era el límite de la finca; señalaba el camino al transeúnte; se formaba entre el cielo y el infierno; amontonaba las almas, protegía y engendraba todo lo que era vida en la heredad; [...]" (8).
¿No es esta la configuración de la "Cruz de Hierro" de Maranchón, según se ha visto?
Debemos, por tanto, echar mano de aspectos tan interesantes culturalmente como el de la "Santa Compaña", también conocida como "Güestia" o "Estantigua" (Hueste antigua), como hechos relacionados con las "almas" de/y en los caminos, encrucijadas, puentes y otros lugares de tránsito, y que forman en conjunto un sistema de equilibrio entre la "superstición" y la "realidad", entendiendo por lo primero aquello que "sobre-está", es decir, aplicado religiosamente, la adoración o creencia hacia lo que no es adoración o creencia general -o sea, la que es extraña a la mayoría-, y, teóricamente, según algunos manuales y diccionarios al uso, lo contrario a la razón (realidad). Es decir, Aberglaube o miedo a lo desconocido y misterioso.
Nuevamente observamos otro aspecto de interés: la "Santa Compaña" es una muchedumbre de "almas en pena" que camina procesionalmente bajo las sombras de la noche. Es decir, que aprovecha la oscuridad para actuar. El hombre que debe salir obligatoriamente por la noche, tiene miedo: primeramente, a la misma oscuridad, y en segundo lugar, a los desconocidos seres que la pueblan (aunque sean imaginarios). Algo semejante ocurre con la "Cruz de Hierro" de Maranchón, a la que el caminante ofrecía una piedra -un "alma"- más al conjunto de las ya existentes. Una muchedumbre de piedras-alma que en cualquier momento, especialmente por la noche, pueden cobrar vida y tornarse peligrosas, provocando enfermedades, pérdidas económicas, destrucción de cosechas, extravíos, desgracias, en general, y hasta la misma muerte”.

Este texto proveniente de las actas del congreso que te menciono, es un ejeplo del trabajo a realizar, y te dará más pistas sobre la vieja leyenda y mito indoeuropeo de la hueste. Imagina si tenemos material para descubrir. ¿Acaso no es sugestivo que al norte de Burgos haya una sierra llamada “de la Salvación” (como el Montsalvatge o Muntschalvatsche “monte de la salvación” de los cuentos griálicos? ¿Y la existencia de un pueblo, en esa sierra, llamado Criales (¿Griales?)? ¿Y que en una ermita de allí, San Pantaleón de Losa, estuviera la famosa sangre que se licúa –un grial? Fíjate si hay material. Respecto al berserkr a la castellana, el tema me suena algo, pero de momento no puedo aportarte nada. Veremos más adelante. En cualquier caso, agradecería a cualquier forero toda clase de información folclórica que crea pueda tener dentro estos viejos mitos.

Un saludo.
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ORETANO
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« Respuesta #6 : Marzo 31, 2006, 10:04:10 »


¡Esos pedazos de mensajes del Ermitaño! De verdad que se aprende contigo. Un saludo
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Arthur Miller
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« Respuesta #7 : Marzo 31, 2006, 15:38:22 »


Ojiplático... me he quedado ojiplático... que grande... :shock:  :shock:
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delia tejedor
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« Respuesta #8 : Abril 05, 2006, 19:31:22 »


Falto unos dias y cuando vuelvo me quedo de un aire. Hay gente que sabe y otros que nos lo creemos. Saludos al narrador y sigue cuendo puedas y quieras :o
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Godo de Castilla
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« Respuesta #9 : Abril 29, 2006, 00:40:05 »


Joder gracias ermitaño impresionante como siempre
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ASTILLA VISIGOTHORUM REGNUM
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