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Autor Tema: Ángel García De Diego - El Renoir De La Ribera - Un copista en el Prado  (Leído 3298 veces)
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Ainhoa
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Diario de Burgos – Viernes 26 de Agosto de 2016

UN COPISTA EN EL PRADO

El burgalés Ángel García de Diego es uno de los pintores que se dedica a reproducir las obras de arte de este museo madrileño. Natural de Fresnillo de las Dueñas lleva más de 30 años en la gran pinacoteca, tiempo en el que ha copiado lienzos de Goya, Rubens, Velázquez o Renoir

EL RENOIR DE LA RIBERA

Ángel García de Diego trabaja como copista en el Museo del Prado desde hace más de 30 años. Actualmente reside en madrid aunque nació en Fresnillo de las Dueñas.

M.R. / Fresnillo de las Dueñas

Los retratos a carboncillo que realizaba en su juventud en un papel Guarro son solo los primeros trazos del cuadro impresionista que es su vida como artista. Ángel García de Diego, nacido en la localidad ribereña de Fresnillo de las Dueñas, lleva más de 30 años trabajando como copista en el Museo del Prado.
Desde pequeño ya apuntaba maneras, estudió solfeo y piano, aunque el destino le iba a llevar por otros derroteros. Opositó en el Ministerio de Obras Públicas y trabajó como jefe contable de la Dirección General de Carreteras. Se vio obligado a abandonar la música porque por aquel entonces "no se admitía si no era con un profesor". Sin embargo, este cargo sí que le permitió continuar con su afición por la pintura. "Me gustaba desde crío". En la escuela me liaba a dibujar en el cuaderno y el maestro me daba con una vara y me decía que no me iba a servir para nada", recuerda. Ahora, sus pinturas cuelgan de todas y cada una de las paredes de su casa. Sus preferidas decoran su vivienda habitual en Madrid. Allí, en la capital, es donde comenzó a estudiar Artes Aplicadas ya que no se podía permitir ir a Bellas Artes. Así practicó el dibujo y fue definiendo su técnica. "Empecé a trazar figuras con carboncillo en una escayola. El profesor me vio y me dijo que no había que empezar así. Le respondí que me dejara hacerlo a mi manera, que luego ya me corrigiese. Cuando regresó me contestó que no tenía nada que decirme, que le gustaba mucho la forma en que lo hacía", cuenta. Con un documento firmado por un profesor, se presentó en el Museo del Prado y fue admitido para trabajar como copista. Algo de lo que se siente orgulloso ya que "normalmente quien ha ido de esa forma, si no da la talla, no continúa".
Aunque su trabajo consiste en copiar obras de otros artistas, aboga por la libertad ya que, según él, "para pintar hay que tener ideas propias, agregar a lo que estudias tus propias posibilidades. No consiste en tener talento. El deseo de hacer las cosas y que te guste es lo que espabila a la mente". Precisamente el introducir algo de sí mismo en sus trabajos le ha ocasionado alguna que otra 'bronca', aunque también le ha permitido desarrollar su faceta creativa. "Una vez estaba en el museo copiando Los Borrachos de Velázquez, había agregado ya alguna de mis ideas pero me dijeron que no se podía hacer y tuve que borrarlo. Después seguí con ello en casa", cuenta como anécdota. Sin embargo, es consciente de que "siempre es bueno fijarse en quien sabe más que tú, aprender. Aunque hago copias libres me gusta fijarme en el original y luego incluir mis ideas".
Más allá de los libros, de las clases y la teoría "la técnica se estudia pero la tiene que descubrir uno", asegura. Y cita a Goya "ahora que estaba aprendido a pintar me tengo que morir. Y murió a los 95 años".

A lo largo de su trayectoria ha pintado al óleo alrededor de 200 lienzos, aunque "no estoy del todo seguro de la cifra". El propio Goya, Rubens, El Bosco, Velázquez, Rafael, El Greco o Renoir, son solo algunos de los artistas cuyas obras han pasado por sus manos. Su favorito es el impresionista francés, Renoir. "Me gusta mucho el impresionismo. El surrealismo también está muy bien, pero el que vemos ahora en exposiciones es una pena. Debe tener al menos una composición, equilibrio y contraste en las tonalidades, aunque no tenga casi figuras", explica.

Anécdotas. De la admiración por Renoir al enfrentamiento con Vela Zanetti. Tantos años en este oficio dan para un sinfín de historias que contar detrás de cada obra. Una vez "fui a ver al pintor a su casa, recomendado por un amigo. No me dejó pasar del portal. Le dije que solo quería ver las obras, que yo también pintaba. A esto, Vela Zanetti me contestó "ahora hay mucho fantasma que pinta". Señalándole el pecho, le respondí "y tú eres uno muy grande". Ahora tiene un retrato que le hizo anteriormente vuelto de cara a la pared.
Sus pinturas han viajado hasta países como China, Japón, Brasil o Estados Unidos. "Un grupo de chinos vieron cómo pintaba el Jardín del Amor de Rubens en una de las visitas que hicieron al museo. Uno de ellos dijo que me lo compraba y después me encargó cuatro más". Lo mismo ocurrió con una pareja que le encargó El Entierro del Conde Orgaz y que ahora cuelga de alguna pared de Nueva York. Sus trabajos se asemejan tanto a los originales que ha tenido problemas a la hora de enviar sus encargos incluso llegando a ser interceptados por las autoridades. "Una galería de Brasil me pidió cuatro cuadros. El detector de metales del aeropuerto detectó una armónica que había metido enrollada en los lienzos, me la había regalado un conocido que resultó ser el compositor de la canción de la serie infantil La Familia Telerín. Los agentes creían que los cuadros eran robados y tuve que enviar un certificado del museo que acreditaba que era yo quien los había pintado. Tras mandarlos desde Río de Janeiro a Brasilia, aunque su lugar de recogida era Sao Paulo, finalmente se los quedó mi nieta que también reside en el país". Entre los encargos más extraños que le han solicitado, en una ocasión "me pidieron que pintase uno de los retratos de Isabel II con la cara de la actriz Sharon Stone”.

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Fotografía: Wikipedia
Ángel García de Diego, copista oficial del Museo Nacional del Prado, realizando una copia del retrato ecuestre del Duque de Lerma de Pedro Pablo Rubens, en el propio Museo del Prado, Madrid, España.
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