... esta noche pasada, tumbado en el lecho, sumido en la penumbra y boca arriba,
durante mucho rato, de tú a tú, con voz tensa y a brazo partido, departiendo estuve con la muerte,
y ello, sin que la arrogancia o el odio, la ira o el miedo lograran imponer su furia entre nosotros;
... sin embargo, y al fin, tras mirarnos uno al otro de forma poderosa, dura y fijamente,
acordamos salir a batirnos al mundo del deseo, al mundo de los sueños;
... al otro lado, dos soberbios caballos, negro y blanco, esperaban inquietos y briosos;
subimos a ellos, y conscientemente, cual exhalaciones y a todo galope, salimos, espoleándolos;
... me he detenido, y, sudoroso, mi caballo blanco tasca el freno y vuelve y vuelve la cabeza;
en realidad, todo, todo es silencio con más y más silencio,
de atrás no llega eco, luz diferente ni frecuencia alguna;
creo que he ganado la carrera.
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