… en altas ondas del ser,
– donde el espíritu es vértebra y luz –
allí te vi y oí, allí;
… ocurrió la noche en que morían los pájaros de frío;
sus corazones se helaban, su aliento se helaba,
y nadie entre sus manos había sostenido con tanto amor la vida,
nadie así sus templos,
su pálpito,
nadie así un temblor;
¿ … sabes ? sintiéndote y viéndote, el mundo estuvo estremecido
más allá del alba, mucho más;
por los arrabales, y al anochecer, aún retumba y quema la fe de tus palabras.
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Antonio Justel Rodriguez
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