Oh madre que cargas sobre la espalda
El peso de un pasado victorioso
Escondiendo el dolor bajo tu falda
Que el precio del triunfo es doloroso
Lo conocen tus campos y tus viudas
El alto precio al imperial coloso
Sembrado con oro y sangre, no hay duda
Que pariste los hijos más valientes
Que antes mueren por no pedir ayuda
Pues siempre codiciaste lo decente
Y nunca consentiste nada impuro
Dueña eres del silencio inteligente
Lo extenso en tu mirada es lo seguro
La dureza en tu caricia es lo tierno
De quien puede respirar aire puro
Soportas todo el frío del invierno
Pues tienes de Siberia las heladas
Como tienes el calor del infierno
Hoy miro con lágrimas derramadas
Por el mundo furioso tu castigo
Tanto pueblo y casa abandonada
De quien a todo un mundo dio abrigo
Con mano firme e intención severa
De tu ejemplo el indio fue testigo
En todas las desgracias la primera
Con ese instinto soberbio y altivo
En desmedido esfuerzo lo superas
Lo digan en Numancia los nativos
Si acaso algún miedo tu pecho cierra
Divinas causas han de ser motivo
¿Quién se atreve a partir esta tierra?
Cuna de reyes, hidalgos y santos
Desangrada en el peso de la guerra
En las que defendiste sola a tantos
Cargan ahora inquinas y rencores
A las que ayer rehusaste dar mal trato
Que sepan de tu entraña los horrores
Y vean en lejanos cementerios
Los cuerpos fríos de tus defensores
Que aprendan de tu vida los misterios
Que mientras otros ganaban dinero
Tu pagabas con muerte y plata el precio
Que fácil es vivir bajo tus fueros
Acogido a la furia de tu diestra
Que siempre defendió a los extranjeros
Que le pedían auxilio por propuesta
En nombre del honor, la fe o la raza
Cargó junto a su cruz la extraña a cuestas
Socorro fue su voz a tantas plazas
Que en todo el globo retumbo tu grito
El mismo olimpo lo creyó amenaza
Este es de Castilla su delito
Su quijotesca visión idealista
En un planeta en que es todo garito
Es su inmensa llanura cerealista
A la tierra brava manto dorado
Océano del oro a la humana vista
Sus románicos santuarios sagrados
Camino de lo eterno por lo austero
Plegaria que en silencio se ha gritado
Todo castellano es un jornalero
Como es señor, hidalgo y propietario
Con alma pura y rostro severo
No combate nunca por su salario
Sino en defensa de sus convicciones
Antes sufrirá la muerte al agravio
Poco dados a falsas emociones
Son sinceros y de fija mirada
Y tan leales como cabezones
Yo que hoy no soy Castilla altivo grito
Viva esta tierra en mil sangres regada
Viva esta raza feroz y sagrada
Que un día fue realidad y hoy es mito
Castilla
Tú me levantas, tierra de Castilla,
en la rugosa palma de tu mano,
al cielo que te enciende y te refresca,
al cielo, tu amo,
Tierra nervuda, enjuta, despejada,
madre de corazones y de brazos,
toma el presente en ti viejos colores
del noble antaño.
Con la pradera cóncava del cielo
lindan en torno tus desnudos campos,
tiene en ti cuna el sol y en ti sepulcro
y en ti santuario.
Es todo cima tu extensión redonda
y en ti me siento al cielo levantado,
aire de cumbre es el que se respira
aquí, en tus páramos.
¡Ara gigante, tierra castellana,
a ese tu aire soltaré mis cantos,
si te son dignos bajarán al mundo
desde lo alto!

