COMUNICADO DE TIERRA COMUNERA EN PALENCIA EN EL HOMENAJE A LOS COMUNEROS DE CASTILLA
Asistimos en estos días al 485 aniversario de las Comunidades de Castilla. Entonces, miles de castellanos se levantaron para defender la dignidad de su pueblo, pisoteada por el absolutismo imperialista de Carlos V. Se levantaron para defender los fueros y libertades de esta tierra, para defender a Castilla de la amenaza que se cernía sobre su industria textil, sobre las condiciones de vida del campesinado y sobre la autonomía de las Cortes castellanas frente a la Corona. Lucharon juntos campesinos, clérigos, artesanos de todos los oficios, miembros de la pequeña burguesía urbana e incluso elementos de la baja nobleza defensores de los intereses nacionales, a lo largo y ancho de las mesetas y montañas castellanas. Lucharon contra el entonces ejército más poderoso de la Tierra, compuesto por mercenarios de toda laya y apoyado por la alta nobleza y otros elementos traidores locales. Lucharon y perdieron contra las tropas imperiales de Carlos V y su camarilla flamenca, cuyo proyecto uniformizador y sometedor de los pueblos de Europa, pronto comenzó a tambalearse, desangrado por las innumerables guerras de conquista en las que se embarcó.
A pesar de la derrota, la llama comunera siguió encendida y otros recogieron el testigo. Por eso reivindicamos a Padilla, a Bravo, a Maldonado, a María Pacheco, Juan de Zapata, Antonio de Acuña y a tantos comuneros anónimos que lucharon con ellos. Porque sus ideales siguieron y siguen vivos. Siguieron vivos con el Empecinado, defensor de Castilla contra otro imperialismo, esta vez el napoleónico, del que salió vencedor. Posteriormente defendió las libertades constitucionales frente al absolutismo borbónico de Fernando VII, lo que le costó la vida. Pero otros recogieron el testigo y en el primer tercio del siglo XX floreció en Castilla un movimiento regionalista y regeneracionista defensor de nuestra economía y reivindicador de nuestra cultura.
Hoy, los comuneros del siglo XXI tenemos que luchar contra un imperialismo de dos caras: una que invade países, a la vieja usanza, y otra que actúa muy sibilinamente, en forma de una mala entendida globalización, que anula las culturas locales, y en forma de deslocalización, que destruye nuestro tejido empresarial.
Los comuneros de hoy tenemos que apostar por la cultura de la paz y por el entendimiento entre pueblos y reforzando nuestras señas de identidad. Tenemos una oportunidad muy importante con el nuevo Estatuto. Desde Tierra Comunera propugnamos un Estatuto que reconozca nuestra trayectoria histórica y nuestro autogobierno, y que posibilite la unidad de nuestras tierras. Queremos que sea algo más que una bonita declaración retórica de buenas intenciones. Queremos que sea instrumento útil para nuestro resurgimiento económico, que sirva para evitar la deslocalización de empresas, como en el caso de Fontaneda, que tanto nos hizo sufrir a los palentinos; que sirva para que ningún joven más tenga que emigrar por falta de trabajo; que sirva para proteger nuestro medio ambiente; que sirva para recuperar nuestra cultura tradicional, hoy tan amenazada y minusvalorada, y nuestro sentimiento identitario como pueblo. Por todo esto y por mucho más, desde Tierra Comunera queremos homenajear a los comuneros, no por nostalgia, sino porque ellos nos marcaron el camino a seguir y porque sus ideales están más de actualidad que nunca y serán las bases de una sociedad más justa y próspera en el futuro.
¡¡VIVA CASTILLA!!