Calendario Juliano, elaborado por el astrónomo griego Sosígenes de Alejandría, pero fue Julio César (de quien toma en nombre) el que lo difundió por todo el Imperio romano en el año 46 a.C. La era Juliana comienza, pues, en el año 45 a.C.; muy poco utilizada. Este se llama año de confusión, debido a que se tuvieron que añadir 85 días para compensar los errores acumulados. Para ello se agregaron dos meses entre noviembre y diciembre, uno de 33 días y otro de 34, además del mes intercalado en febrero.
La reforma juliana era, en esencia, el calendario egipcio según la reforma de Cánope. Consistió en tomar como inicio del año el 1 de enero, en lugar del tradicional 1 de marzo. Consta de 365 días divididos en 12 meses, excepto los años bisiestos que tienen 366 días, y añaden un día adicional al mes de febrero. El calendario juliano cuenta como bisiestos todos los años cuyo número es divisible por 4, aunque terminen en doble cero. Con este calendario se comete un error de 7,5 días cada 1000 años. El día adicional se añadía tras el 23 de febrero (sexto calendas de marzo), por lo que recibía el nombre de bisexto calendas de marzo, de donde viene el nombre de bisiesto. El equinoccio vernal debía ser el 25 de marzo.
Los meses quedarían así: januarius (31 días), februarius (29 ó 30 los años bisiestos), martius (31), aprilis (30), maius (31), junius (30), julius (31), augustus (30), september (31), october (30), november (31) y december (30). El mes de quintilis se consagró en honor a Julio César en el año 44 a.C., por iniciativa de Marco Antonio, y el mes de sextilis a Octavio Augusto, por incitativa del Senado en el 23 a.C. Para satisfacer la vanidad de Octavio Augusto se dio al mes consagrado en su honor 31 días, quitándoselo a febrero, y para que no hubiese tres meses seguidos de 31 días september pasó a tener 30 días, october 31, november 30 y december 31.
La manera de contar los días siguió la tradición romana hasta que los visigodos introdujeron la costumbre de numerar los días, que no sería oficial hasta que lo adoptase Carlomagno. No obstante, hasta bien entrada la Edad Moderna, la manera de referirse a un día concreto era aludiendo al santo que se conmemoraba. Así, por ejemplo, es muy común encontrar expresiones como: llegamos el día de san Froilán.
Este calendario se mantendría hasta la reforma gregoriana, pero en el año 321 el emperador Constantino introdujo una novedad, la semana de siete días: domingo, lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado. Además, decretó que el domingo (dies solis) fuese día de descanso para adorar a Dios, en detrimento del sábado, tradicional no sólo entre los judíos sino también entre los gentiles. Y es que si Jesucristo había muerto el sexto día de la semana judía había resucitado en domingo. Por otro lado, se satisfacía a otra religión muy popular: el culto a Mitra, que adoraban al sol. Recordemos que la semana de siete días se hallaba presente en el calendario egipcio.
El calendario juliano lo conservan todavía algunas Iglesias ortodoxas, y en las naciones musulmanas lo empleaban para los cálculos astronómicos y los usos de la agricultura.
El calendario ruso es el juliano aunque con ciertas modificaciones. Hablamos del calendario usado en Rusia antes de la Revolución. La reforma del calendario juliano usada en Rusia se debe a Pedro el Grande, en 1700. Partían de la era Bizantina, que comienza con la creación del hombre en el año 5509 a.C. y empezaba el año el 1 de septiembre.