La historiografía hispanovigótica nos asegura que en Wamba falleció el monarca Recesvinto y que, de acuerdo con la costumbre de la época, en este mismo sitio hubo que elegir a su sucesor, recayendo la elección en el noble y ya casi anciano Wamba, que en este lugar sería coronado como tal, prestando su nombre al lugar. La iglesia parroquial de Santa María conserva vestigios de esa época y de las que la siguieron, por lo que en ella hoy veremos restos mozárabes, románicos y góticos, incluido un ara romana dedicada a Júpiter. Ayudó mucho el hecho de que allí se instalase un importante monasterio en tiempos de la hegemonía de los monarcas leoneses, llegando a ser, en el siglo XII, bailía de la Orden de los Caballeros de San Juan de Jerusalén. Dentro de la iglesia se conserva un curioso y sugestivo osario, uno de los más grandes y llamativos de esta parte de la península. También han aparecido restos arqueológicos en su término municipal, como piezas de sílex talladas de tono opaco amarillento, posiblemente eneolíticas.

