Ya sabéis lo que me gusta escribir a mi a los programas y diarios: A sí que me he "rremangao" y les he mandado esta misiva:
Buenas tardes,
he escuchado con mucha atención el análisis que ha hecho Fernando Delgado en su "Diario de un mirón" sobre la realidad cultural diversa de la España actual y de la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha.(...)Estoy de acuerdo, ya hablando de Castilla-La Mancha, sobre la aplicación de esas dos anteriores ideas a esta comunidad autónoma, pues tanto a sido dividida terriotrialmente de manera arbitraria e irresponsable (a mi modo de ver) porque a la histórica región de Castilla la Nueva se le segregó la provincia de Madrid como si los madrileños no tuviésemos nada que ver con los toledanos o los alcarreños, del mismo modo que goza de riquezas culturales de alto valor (únase la imperial capital antes aludida y la mielera región natural a la extensa llanura manchega pródiga en vinos y directores de cine dignos de admiración, equiparables al más loco y entrañable de sus míticos personajes literarios). Igual que se le segregó Madrid a Castilla La Nueva, se condenó a las resultantes autonomías a competir con sus otros hermanos (los castellanoviejos, no menos divididos y diversos) por un pan que debían y tenían el derecho ancestral a disfrutar compartiéndolo.
No puedo estar de acuerdo, entonces, con la última de las observaciones que se hacen, ya que se habla de la "realidad nacional manchega". Yo, que soy de Madrid y de familia alcarreña (castellano-nuevo para entendernos), encuentro absurdo el que se proclame de esta manera la nación manchega: es como si mi vecino del 1º decide montar la república independiente de su casa con misión diplomática y todo.
No, Sr. Delgado. La realidad nacional a la que se debió referir es la Castellana. Esa que, como usted bien dice, es rica, diversa, grandiosa, admirable. Llena de contrastes y de culturas: desde las azules costas y verdes lomas de la Montaña hasta las pardas mesetas, desde la tranquila y apacible vida del pueblo hasta el frenesí trasnochador de las movidas madrileñas, desde el "correcto" sonido palatal de la LL vallisoletana hasta el gracioso aire andaluz del acento en Sierra Morena, pasando por el seco "ejque" madrileño y toledano. Esa es la realidad nacional diversa a la que seguro quería referirse, esa nación plural que haya su eco en la igualmente diversa nación española, de la que es su principal componente, esa nación, Castilla, que ha sido dividida artificialmente, olvidada y vejada durante ya 25 años y que a nadie parece interesar.
No es que no pueda entenderse España sin la inigualable y rica cultura manchega, es la riquísima y diversa cultura castellana la que no puede faltar en una visión completa de España. Y si queremos una España diversa, plural, rica, ilusionante, no debería dejarse de lado a los castellanos y sus ricas costumbres. Tan ricas, tan ricas, como sus suculentos 11 millones y pico de votantes.
Salvo esta puntualización quisiera no perder la oportunidad de agradecerles que el autor se haya acordado en su programa de los castellanos (aunque haya sido sólo en su faceta manchega).
AFM (Madrid)

