Este año 2005 se han cumplido 25 años de la publicación del libro de J. P. Mañueco "EL NACIONALISMO, UNA ULTIMA OPORTUNIDAD PARA CASTILLA".Libro este que fue en su día la referencia ideológica de los castellanistas y enganche de los que no lo eran.
He tecleado el titulo de ese libro en Google y no sale nada util.
Pero tecleando J P Mañueco me ha salido esta pagina con cosas de Castilla
http://www.democracia-real.org/html/index.phpY una entrada que me ha parecido todavia más sorprendente
Juan Pablo Mañueco. ¿ALGÚN PARTIDO DEMOCRÁTICO QUIERE DOS MILLONES DE VOTOS?
Enviado el Martes, 13 diciembre a las 08:14:58 (9 reads)
Ni éstos ni aquéllos
Funcionarios nobiliarios y la plebe laboral
o Cómo cualquier partido podría conseguir dos millones de votos más
Porque, efectivamente, también podría denominarse este comentario: Cómo cualquier partido podría conseguir dos millones de votos más... si hubiera algún partido democrático.
Expliquemos el primer título... La función “pública”, o sea, esa bicoca por la cual los “servidores del pueblo” tienen mejores condiciones y horarios de trabajo que el “pueblo presuntamente servido por sus servidores” (y a esta altura del texto su capacidad intelectiva debería haberse percatado ya de tres o cuatro engaños que el sistema le ha metido en la cabeza), se entendería mucho mejor si se le diera el nombre histórico que, en realidad, le corresponde: empleo nobiliario.
En efecto, desde que la Restauración del XIX volvió a otorgar a los “servidores del Estado” (o sea, a quienes se sirven de él y de los dineros del pueblo) el carácter vitalicio de sus puestos laborales, quedó reinstaurado de hecho y de derecho el viejo sueño de la pequeña nobleza del Antiguo Régimen: comodidad, poco trabajo, nula eficiencia y carácter perpetuo.
Desde entonces, progresistas y moderados, isabelinos y carlistas, abandonaron sus viejas rencillas bélicas y caminaron todos juntos por la senda de los escalafones, tomados al asalto para ellos mismos y su clientela política... Y hasta hoy, porque en España se formaron verdaderas dinastías funcionarias que perduran hasta nuestro días, salvo por la incorporación de nuevos adeptos que cada cambio de Gobierno logra introducir en ese paraíso de la molicie y la pigricia.