Enrique Castro Delgado nació en Madrid en 1907. Hijo de padre gallego y madre segoviana, crece en el seno de una familia modesta del barrio de Argüelles. Es precisamente en éste barrio, en el café España de la calle Princesa, donde asiste a las tertulias políticas de los obreros que allí se reúnen. Desde muy joven tiene ya claro que el movimiento obrero y la lucha de clases van a ser el motivo de su vida.
Su primera militancia se desarrolla en la UGT, organización en la que ingresa con 18 años. Ejerce pequeños trabajos metalúrgicos, que le sirven para relacionarse con varios líderes obreros. El sufrimiento y las penurias que le causan sus trabajos le harán interesarse por el comunismo.
Ya en 1931, participa en las convulsiones que llevan a la proclamación de la II República. Aunque los acontecimientos no se desarrollan como él desearía:
"Hoy necesitaríamos cien muertos para que la cosa empezara bien".
Durante los primeros años del nuevo régimen forma parte de varias organizaciones juveniles comunistas, viéndose envuelto en numerosas revueltas, una de ellas contra el presidente Alcalá Zamora, al que apodaba
"Su Majestad Niceto I". Por aquellos días Castro Delgado recorre las calles de Madrid con sus camaradas gritando
"¡Abajo la República burguesa! ¡Arriba los soviets de obreros y campesinos!". Formando ya parte del PCE, comienza a escribir en "Mundo Obrero", órgano de expresión del partido. Los comunistas tuvieron, desde finales de 1933, una organización paramilitar, las MAOC (Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas). Al frente de estas milicias clandestinas se sitúan Castro Delgado y Juan Modesto (antiguo sargento destinado en Marruecos).
El 19 de julio de 1936, el general sublevado Fanjul se atrinchera en el Cuartel de la Montaña con el objetivo de tomar Madrid. Contaba con 2000 soldados y unos 500 monárquicos, así como grupos de falangistas. Castro Delgado se pone entonces a la cabeza de la MAOC de Cuatro Caminos. Sus milicianos rodean el cuartel, que es bombardeado durante 5 horas. Obreros de la UGT, anarcosindicalistas, mineros asturianos y Guardias de Asalto mantienen a raya a los militares sublevados, evitando así la extensión del alzamiento. La Guardia Civil se une a los atacantes, llegando a regalar sus tricornios a los milicianos.
El día 20, pocos minutos antes del mediodía, los sublevados dejan de oponer resistencia y la puerta del cuartel cede por completo. Los asaltantes entran por fin al edificio, matando a la mayoría de los sublevados. Castro Delgado, uno de los primeros en entrar, retrata de manera cruel el momento:
"Matar...Matar...Seguir matando hasta que el cansancio impida matar más...Después...Después construir el socialismo" (declaraciones al periódico
“Milicia Popular" Año I, nº4)
La toma del Cuartel de la Montaña se considera la primera acción bélica de las milicias comunistas madrileñas. Desde aquel momento, Castro Delgado será considerado comandante en jefe.
En la calle Francos Rodríguez, en un convento salesiano recién incautado, Castro Delgado se reúne con los también comandantes Casado, Heredia y Barbado. José Díaz, Francisco Antón y Dolores Ibárruri están presentes en la reunión por parte de la dirección del PCE. El objetivo de ésta asamblea es crear una verdadera unidad de combate, una unidad republicana disciplinada y ejemplar. Nace así el Quinto Regimiento.
En Madrid había ya nombrados cuatro regimientos. Pero aquellos quedaron sobre el papel, mientras que el Quinto Regimiento dispuso de 6000 hombres en menos de 10 días. No cabe duda de que la férrea disciplina que existe en esta unidad despierta un enorme interés.
Por si fuera poco, el Quinto Regimiento tenía la colaboración no sólo de los militares profesionales que habían sido del PCE antes de la guerra (como el teniente coronel Luis Barceló, jefe de la instrucción general de milicias, por ejemplo) sino también de otros oficiales profesionales que, a pesar de ideas liberales republicanas, fueron atraídos hacia el PCE debido a su propaganda, pero sobre todo por su disciplina y organización. José Martín Blázquez, un oficial no comunista, escribió en su libro
"I Helped to build an army":"Al Partido Comunista debe habérsele concedido el crédito de haber establecido el ejemplo de aceptar la disciplina. Al obrar de ésta manera no sólo aumentó enormente su prestigio, sino también sus efectivos. Sucedía con frecuencia que cuando me acercaba a un hombre que partía hacia el frente y le preguntaba:
-Pero ¿Por qué te alistaste en el Partido Comunista? Tú nunca fuiste comunista ¿No es así? Siempre has sido republicano.
Él respondía rápido:
-Me alisté con los comunistas porque están disciplinados y desempeñan su labor mejor que cualquier otro."Una ventaja no menos importante que la colaboración de éstos oficiales fue el trato preferente que recibía el Quinto Regimiento en la distribución de armas enviadas a España por la URSS. En realidad, fue por éste trato privilegiado, así como por la oportunidad dada a un gran número de hombres para adiestrarse como tanquistas en la URSS, por lo que el Quinto Regimiento reclutó a un considerable número de personas ajenas al comunismo.
El primer batallón del Quinto Regimiento está compuesto por 1500 combatientes. Una unidad de éste batallón, dirigida por Castro Delgado, combatirá en Somosierra, intentando cortar el paso a las tropas del general Emilio Mola. También participará de manera activa en las batallas del Cerro Garabitas y de la Casa de Campo.
En septiembre del 36, el Gobierno de la República es renovado, siendo nombrado ministro de Agricultura el comunista Vicente Uribe. Gracias a éste, Castro Delgado se convierte en Director de la Reforma Agraria. Desde el primer instante su objetivo es el de promeover una refoma agraria que socialice las tierra cultivables, así como procurar víveres para las tropas de todos los frentes. A pesar de su nuevo cargo, Castro Delgado seguirá unido al Ejército Popular republicano y a la primera línea de batalla, pues también es comisario político.
Al terminar la Guerra Civil, huye a París. Desde allí, ayudado por los servicios secretos soviéticos, se traslada a Moscú junto a otros destacados comunistas. Castro Delgado trabajará allí para la Internacional Comunista, hasta su disolución por orden de Stalin en 1943.
Parece ser que nunca se adaptó a su nueva vida en Moscú.
"Nos han engañado con su propaganda y su paraíso, éste es el peor infierno que haya existido jamás" ;dice Castro Delgado a Caridad Mercader (militante del PSUC y madre del asesino de Trotsky).
En 1945 se exilia a México, en la más absoluta pobreza económica y moral. Los últimos días de su existencia aparecen difuminados y oscuros. Finalmente, tras publicar dos libros en los que ataca al comunismo, Castro Delgado regresa a España. Fallece en 1964.