Pués si, y yo mismo no veo claro que en negocios privados no se pueda llevar a cabo.
Peor para ellos, menos clientela y peor imagen.
Pues es sencillo. Un negocio por muy privado que sea es un espacio abierto al público.
En tu casa puedes admitir a quien quieras (incluso aunque no seas propietario, solo inquilino), pero el negocio, aunque sea tuyo, no es un espacio privado.
Lo que determina estas cosas no es la propiedad sino que el espacio esté vinculado al ámbito privado del individuo o no.
Sobre el cartel.
La xenofobia del cartel es evidente y no admite muchos comentarios. Multa ejemplar y probablemente, retirada de la franquicia (el establecimiento es un franquiciado de Beep, empresa que ha declarado que investigará los hechos y que, probablemente por una mera cuestión de imagen no se quedará cruzada de brazos)
Sin embargo, si la xenofobia es un problema grave que hay que atajar de raiz, hay que valorar el problema desde diversos ángulos, y uno de ellos es la innegable oledada de delitos perpetrados por ciudadanos y bandas rumanas, situación que evidentemente potencia y refuerza la xenofobia y actua como potente legitimadora de determinadas actitudes.
Os hago notar, la originalidad del problema. Los rumanos no son negros, ni musulmanes, ni africanos. Son blancos, cristianos y europeos. La mala fama que se han labrado los rumanos está vinculada de forma evidente y bastante objetiva a la delincuencia. Rusos, griegos, bulgaros, eslovacos u otros ciudadanos de Europa del este no tienen esta fama ni despiertan la misma aversión.
No podemos pretender una solución al problema desde el discurso exclusivo contra la xenofobia que queda muy bonito pero no aporta nada nuevo. Por supuesto que la xeniofobia es condenable y debe ser atajada, como lo son los hechos que la motivan y potencian.
La delincuencia perpetrada por ciudadanos de Rumanía se ha convertido en un problema de seguridad de la mano del cual se propaga tambiñen un sentimiento de rechazo hacia los rumanos. Las asociaciones o grupos de ciudadanos rumanos que en la prensa de hoy aparecen indignados por el cartel deberían también indignarse y proponer medidas para atajar la otra cara de la moneda, la que vincula a nacionales rumanos con grupos de delincuentes.
Aunque no comparto en absoluto el cartel puedo comprender la indignación del señor que sufre robos reiterados sin que las FSE hagan algo evidente para defenderlo. Conozco un caso en el medio rural en el que el vecino de una localidad cuya casa estaba siendo asaltada por un grupo de delincuentes cargó la escopeta de caza y se lió a tiros provocando que los asaltantes saliesen literalmente por piernas. Si hubiese matado a alguien ¿el asesino sería él? ¿donde estaba la Guardia Civil?
La Guardia (in)Civil está poniendo multas de tráfico a vecinos mientras estos en mitad de la noche tienen que defenderse a tiros, como en el "Far West".
Si no se ataja la raiz del problema, el discurso contra la xenofobia es papel mojado. La gente tomará por su mano las garantías que no le da (y debería darle) el estado. Ese cartel no es la excepción, es la punta del iceberg. Problemas de este tipo obligan a acciones realistas y bidireccionales: hay que atajar tanto las manifestaciones de xenofobia como las causas que las provocan y la realidad es que a día de hoy el ciudadano medio se siente desprotegido frente a la delincuencia y en eso, las bandas de paises del este juegan un papel notable.
La masa no entiende de sutilezas y practica la generalización: las bandas de albanokosovares son transformadas en "todos los albanokosovares" y las bandas de rumanos son transformadas en "todos los rumanos". La gente, cuya formación política es escasa y cuya educación y valores humanos no son necesariamente ejemplares no comprende que esas bandas "rumanas" son un peligro para los propios rumanos y mete a todos en el mismo saco. Además, como buenos animales sociales la indignación de un colectivo humano se retroalimenta y amplifica, se mezcla con otros procesos mentales e ideológicos y se convierte en una bomba cuya explosión es imprevisible.
De forma que si nos quedamos en la mera condena de los hechos y no vamos más allá. Si no atajamos el problema desde su origen, la xenofobia seguirá avanzando y de su mano, la extrema derecha se extenderá para cubrir el hueco que deja la inoperancia y poco realismo de la izquierda cuando se plantean estos problemas. Es necesario atajar la delincuencia con firmeza y es necesario hacerlo ya. O dentro de unos años el mayor problema no será un cartel en un comercio sino un partido fascista implantado, representativo y lo peor, con respaldo social. ¿O pensais que el animalico este del cartel no cuenta con simpatías y que más de un cliente no habrá pensado al ver el cartel algo así como "ole tus güevos"?