Es un hecho referido una y otra vez por los estudiosos de su vida y obra, que Machado era un admirador del paisaje pero no del “paisanaje” soriano, y por extensión del castellano.
Su boda con Leonor levantó mucha polémica en Soria; no se vio nada bien que un hombre tan maduro se casara con una cria de 15 años. Es conocido el episodio acaecido el mismo día de la boda, cuando a la salida de la iglesia, en la mismísima Plaza Mayor, la pareja de recién casados tuvo que escuchar los silbidos y abucheos de un grupo de mozos sorianos quintos de la contrayente, al parecer molestos porque D. Antonio “les había quitado una moza”.
Al margen de estas consideraciones, creo que es injusto valorar a Machado sólo por estas expresiones y no considerar el conjunto de su obra, que sin duda es un homenaje a Soria y a Castilla entera, el cual yo siempre le agradeceré.
Vistas aisladas podría verse en ellas una falta de respeto, pero leídas con los poemas de los que forman parte son a mi juicio expresión del dolor y la compasión que siente el poeta ante la situación que contempla de Castilla, y también para quien lo quiera ver así conmigo una llamada para levantarnos del suelo al que hemos caído. Es poesía y como poesía ha de ser valorada.
Si a Machado no le gustaban algunos de los castellanos con los que se topó es otro asunto, quizá tuviese sobradas razones o quizá fue injusto, pero al día de hoy el beneficio que ha traído su obra para Castilla es innegable; fuera de Castilla se conoce Soria por el C.D. Numancia y por Machado; el homenaje es merecido y yo me sumo.
¡Gentes del alto llano numantino
que a Dios guardáis como cristianas viejas,
que el sol de España os llene
de alegría, de luz y de riqueza!
Gracias D. Antonio y bienvenido otra vez a Castilla.
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