La violencia contra las mujeres es cada vez más frecuente entre los jóvenes.
Los expertos llevan tiempo advirtiéndolo, pero no por ello deja de sorprender. La violencia machista no es «cosa de hombres y mujeres a la antigua», entrados en años y criados en una sociedad mucho más rancia y patriarcal que la actual. Desgraciadamente el fenómeno no conoce edad, y las nuevas generaciones reproducen algunos de los peores patrones de conducta de sus mayores, también el maltrato entre la pareja.
El
30% de las mujeres asesinadas por sus maridos, novios o ex desde 2003 t
enía menos de 30 años. Otro tanto ocurre con las órdenes de protección; cuatro de cada diez concedidas por los jueces tienen como destinatarias a chicas de veintitantos, y l
as llamadas al 016 de ayuda a las maltratadas son, en un 29,3%, de chicas muy jóvenes. La juventud no es un rasgo sólo en las víctimas, también de los agresores; de esta forma, un 17,7% de los hombres menores de 30 años creen que el hombre agresivo es más atractivo. Sin embargo, aún es peor que un 4,5% de las mujeres menores de 30 secundan ese planteamiento enfermizo.
«Algo no se ha hecho bien a lo largo de todo este tiempo», admitió este miércoles la ministra de Igualdad en una cadena de televisión. Bibiana Aído reclamó una reflexión colectiva y «profunda» sobre las causas que ayudan a perpetuar la violencia de género entre los jóvenes. «Se trata de gente que ha nacido en democracia y que, teóricamente, ha crecido en una sociedad igualitaria», añadió.
http://www.eldiariomontanes.es/20091112/sociedad/destacados/violencia-contra-mujeres-cada-20091112.html____________________________
Tenía guardado un texto de Antonio Doctor Romero (del 2007):
Esa violencia está enraizada en la vida que llevamos y no queremos cambiar. En primer lugar coloco el trabajo, asalariado o no, como fuente de frustraciones, cabreos y estrés que no podemos descargar en su momento y contra el agresor, porque sobre la mente pesa el temor a perder el empleo o los clientes o el negocio que estamos a punto de ultimar. Y las deudas que tenemos pesando como una losa sobre nuestras decisiones. Por otro lado, la omnímoda presencia de la publicidad, incentivándonos a comprar y comprar y comprar, una publicidad que despierta la envidia, el deseo de poseer algo por que lo posee ya el vecino o el pariente. Y para remate, el peso muerto de la religión católica, con el concepto que difunde sobre la mujer desde que existe. (y no solo él, al que cito preferentemente por la proximidad con las tradiciones del pueblo español, sino también el Islamismo, otra religión más creada por y para los hombres). Y modernamente, el concepto de competitividad que nos está llevando a sentirnos más fuertes en la medida en que buscamos y encontramos las debilidades que aquejan a los que nos rodean, familia incluida. No tengo ninguna duda de que esta vida que llevamos produce descargas emocionales, que las pagan, como es de esperar, los que son más débiles que nosotros.

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Como no cambiemos, el futuro esta muyyy oscuro.

