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Autor Tema: Los montes Torozos: entre la leyenda y la Historia.  (Leído 18258 veces)
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Maelstrom
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« : Julio 25, 2010, 20:40:27 »





I- Los montes Torozos: fisonomía y límites

Entre la Tierra de Campos y la campiña de Valladolid, a una altitud media de 820 metros sobre el nivel del mar, se extiende la comarca de los montes Torozos, meseta de naturaleza calcárea y fuertemente erosionada. Los Torozos arrancan en el Suroeste de Palencia y cruzan el Noroeste de Valladolid hasta llegar casi a Zamora.
El geógrafo Pedro Plans Sanz de Bremond describió así la fisonomía de esta comarca:

"Los Montes de Torozos se intercalan entre la Tierra de Campos y la Campiña de Valladolid. Son mesas alineadas de NE a SO, que constituyen un relieve residual. Separan los valles del Sequillo y del Pisuerga. Su límite meridional alcanza el Duero en Tordesillas y se ensanchan paulatinamente. Tienen una altitud que oscila entre los 800-850 metros. La hidrografía es muy pobre. En el interior se forman, temporalmente, pequeños encharcamientos o lavajos de los que parten arroyos. El escaso declive en sentido Noreste-Sureste orienta la red de cursos temporales. Los arroyos han situado sus cabeceras, por erosión remotante, en el centro de la plataforma. En el sector noroccidental de los Torozos (Villalba de los Alcores) se forma el Sequillo. El páramo avanza en forma de espolones entre los valles correspondientes a los cauces secos de arroyos; a ambos lados de cada espolón destaca la cuesta en la que terminan".

Parece ser (o al menos se admite generalmente) que los Torozos son accidentes, aislados por demolición de los depósitos que les circundaban. Según el erudito Justo González Garrido, esta comarca es una "meseta formada por aislamientos de las masad de terreno que en otro tiempo la rodeaban. Cerros testigos de las alturas lejanas que al final del período terciario alcanzara el territorio en virtud de la multisecular sedimentación que la evolución de los grandes cursos fluviales posteriores, que aún las cercan, han ido operando alrededor, dejándolos aislados en la campiña, sobre la que yerguen su horizontalidad." Siguiendo al mismo autor, la comarca que nos ocupa "comienza al SE de Palencia y termina en los alrededores de Tiedra. La parte NO se estrecha marcadamente y luego va ensanchando hacia su mitad. Va experimentando un descenso en su altitud por Trigueros, Corcos, Cigales y Mucientes hasta Fuensaldaña y la gran depresión de la Maruquesa, asomada ya a la ciudad".



En opinión de González Garrido, autor de un estudio muy riguroso y hondo sobre Torozos, esta tierra constituye el lomo de la provincia de Valladolid, a la cual cruza enteramente, para hacer una incursión en Palencia. Se embarca en un mundo de metáforas y la compara con el lomo o la espina dorsal de la provincia. Se refiere luego, al tratar de la silueta de estos montes, a una isla alzada sobre las aguas del mar. Y al referirse al estrechamiento que hacia el Norte experimentan los Torozos en el páramo de Autilla del Pino (y que alcanza una altitud de 860 metros) lo compara con la proa de un navío. Amplios senos y escotaduras remedan para él bahías y ensenadas, mientras que los valles adquieren apariencia (y hasta empaque) de estuarios y fiordos:

"Las escotaduras que frecuentemente interrumpen la línea del contorno, forman a veces circos más o menos amplios, modelados por una concentración de barrancos pluviales en el espesor de la masa".

La figura de los Torozos no es demasiado irregular. Tiene unos 248 kilómetros de perímetro, la mitad Sur se ensancha hasta los 35 kilómetros por 75 de eje longitudinal. La superficie comarcal se sitúa en torno a los 2000 kilómetros cuadrados. En estos parajes, sometidos al rigor de un clima extremado y seco (37º y -14º), se asientan 5 localidades palentinas (Autilla del Pino, Paradilla del Alcor, Paredes del Monte, Santa Cecilia del Alcor, Valoria del Alcor) y 39 vallisoletanas (Adalia, Almaraz de la Mota, Barruelo, Benafarces, Berceruelo, Casasola de Arión, Castrodeza, Castromembibre, Castromonte, Ciguñuela, Gallegos de Hornija, Marzales, Matilla de los Caños, Montealegre, Mota del Marqués, La Mudarra, Mucientes, Peñaflor de Hornija, Pobladura de Sotierra, Robladillo, San Cebrián de Mazote, San Pelayo, San Salvador, Tiedra, Torrecilla de la Torre, Torrelobatón, Urueña, Valdenebro de los Valle, Vega de Valdetronco, Velilla, Velliza, Villalba de los Alcores, Villán de Tordesillas, Villalbarba, Villanubla, Villasexmir, Villavellid, Wamba). Señalemos, además, que una serie de municipios tienen parte de su término municipal ubicado en los Torozos, aun teniendo fuera de ellos su núcleo edificado: Ampudia, Dueñas, Pedraza, Revilla, Torremormojón, Palencia y Villamartín de Don Sancho en la provincia de Palencia; Aguilarejo, Arroyo de la Encomienda, Corcos, Cigales, Cubillas, Fuensaldaña, Geria, Medina de Rioseco, La Overuela, Palacios de Campos, Pedrosa del Rey, Quintanilla de Trigueros, Simancas, Torrecilla de la Abadesa, Tordehumos, San Pedro de Latarce, Trigueros del Valle, Valverde, Valoria la Buena, Valladolid, Villalar de los Comuneros, Villabrágima, Villagarcía de Campos, Villaester, Villardefrades, Villavieja del Cerro, Villanueva de los Caballeros y Zaratán en la provincia de Valladolid. A todo estos municipios (siguiendo a Justo González Garrido) les consideraremos incluidos con mayor o menor fuerza en la comarca.



II- El nombre de los Torozos

Las explicaciones respecto al origen, fundamento o definición del término "Torozos" no son muy numerosas. Si bien, en determinados casos, bastante peregrinas. No están claros su origen y significación, ni en la geografía ni en la historia. No iluminan demasiado las crónicas cristianas, ni las árabes, que son las que aportan (éstas últimas en menor medida) las noticias más antiguas sobre la comarca. La memoria popular tampoco detalla nada.
Justo González Garrido se refiere a algunas interpretaciones:

-Para el riosecano Ventura García Escobar, la altiplanicie forma parte de una cordillera de montes que, arrancando del Pirinero, va a terminar en Portugal, cortándose en algunos puntos y ofreciéndose dividida en trozos. Y esta circunstancia es la que ha dado origen, por degeneración, al vocablo Torozos.

-Narciso Alonso Cortés pensaba que, con Torozos, podría querer aludirse al adjetivo "torcido". En definitiva, a los retorcimientos o formas tortuosas con los que se desarrollaban (por lo general) los robles y las encinas que poblaban estos montes.

-Teniendo en cuenta que estos montes se internan (por el Suroeste) hasta las proximidades de Toro, no faltan quienes creen que, por una ocurrencia popular, se puedan haber tomado las dos primeras sílabas de esta ciudad zamorana. No resulta tampoco muy fundamentado, ni satisfactorio.

Francisco Anton se refirió alguna vez a los topónimos (que parecen moriscos) de "Taraza" o "Tarasa", pero sin aclarar o plantear los motivos o la lógica de esa denominación, utilizada para la comarca que nos ocupa en algunos documentos del siglo X. Autores antiguos (como confirma Amando Represa en su modélico estudio sobre las comarcas de la provincia vallisoletana) le dan el nombre de Monte Cauro o Cauriense. Y textos del siglo XII diferencian, en la misma comarca, los montes de Torozos de los del Alcor.
Son numerosos quienes consideran a los Torozos formando parte de la que llaman enfáticamente "cordillera de los Alcores". Y quienes, al hablar de ellos, les definen como una cadena de Alcores. Es posible que ambas denominaciones se refirieran a extensiones distintas. Y que, con la inclusión de Torozos dentro de la cordillera de los Alcores, terminara por destruirse en binomio. Sin duda, en la lucha gramatical, la denominación Torozos terminó por emerger definitivamente. Diluyendo o soterrando (con su personalidad y su fuerza) no sólo el nombre de Alcores, sino otros nombres que coexistían.
Manuel Vallejo del Busto (investigador especialista en el Valle del Cerrato y docto en toponimias y etimologías) aventura lo siguiente: Torozos es una evolución lingüística que, procediendo del término latino "Altarium", deriva hacia los castellanos Autero-Otero-Otor, con significado (en este caso) de colina, cotarro, etc. El prefijo Tor sería una aféresis (o supresión de la "o" inicial) de la voz medieval Otor, que aparece como prefijo en algunos topónimos medievales castellanos, tales como Otor-De-Fumos (Tordehumos). Oz, sufijo muy antiguo donde aparece la consonante radical "z" (que es un genitivo especial ¿Euskera-Ibérico?) con el significado castellano de "De". Con dicho sufijo se formaron en la alta Edad Media bastantes apellidos, como Fernández (de Fernando o hijo de Fernando). Y finalmente "os", sufijo castellano de pluralidad. Como consecuencia de lo cual el significado del topónimo de los montes Torozos sería: los montes de las Colinas o de los Alcores. Alcor (del árabe Al-gor) significa colina, significado también del término Otor. Con lo que se habría conseguido unir en una sola denominación las dos denominaciones indistintamente empleadas. Lo que se prestaba, si no a la confusión, sí a la falta de precisión.



III- Aspectos que definen a esta comarca

El ilustrado valenciano Antonio Ponz, en su Viaje por España (2ª edición, 1788), describe a los montes de Torozos como una cordillera de lomas no muy elevadas y de valles poco profundos que casi divide a Castilla la Vieja en dos partes y que, "según dicen", se extiende desde los Pirineos hasta dentro  de Portugal, con cierta elevación en algunos parajes. Advierte que dicha cordillera no se encuentra, en ese momento de su viaje, "tan poblada ni tan continuada de árboles como se supone haber sido antiguamente, aunque hay trechos que cuentan leguas de espesura, y las plantas son regularmente carrascos, encinas, robles y, en las praderas, fresnos con otros árboles y arbustos".
Ventura García Escobar (que hace un canto idílico de la franja montuosa entre Rioseco y Valladolid, a la que denomina "Torozos" o "de Medina") afirma también que la altiplanicie forma parte de una cordillero que, arrancando del Pirinero, va a terminar en Portugal.
Ortega Rubio, refiriéndose a lo que llama "montañas de la provincia de Valladolid", aventura que pertenecen al Sistema Ibérico y, en parte, están enlazadas al Carpetovetónico. La única cordillera que para él merece tal nombre es la de los Alcores, que desde el partido de Mota del Marqués entra en el de Medina de Rioseco, donde se encuentra el famoso "Monte de Torozos".
Valentín Picatoste escribe que el terreno comarcal es llano en general, interrumpido por pequeñas lomas, en cuyas vertientes se forman muchos riachuelos. Y para él apenas merece el nombre de montaña la cordillera de los Alcores que cruza los partidos de Mota del Marqués y Medina de Rioseco, y donde se encuentra el Monte de Torozos, famoso en toda Castilla.
Pascual Madoz reseña en su Diccionario la cordillera de los Alcores, que ocupa la parte Noreste del partido de Mota del Marqués y penetra en el de Medina de Rioseco por el Suroeste, formando el famoso y antes temible Monte Torozos.
José María Quadrado, por su parte, escribe que "divide el distrito de Tordesillas del de Rioseco, corriendo de Levante a Poniente, una cordillera menos alta que escabrosa, repartida en ramales numerosos y surcada por hondos valles, cuyo núcleo forma el áspero Monte de Torozos, tan temido antes por los viajeros de Asturias y de Galicia".
Finalicemos con la opinión del ilustre geólogo Daniel de Cortázar y Larrubia, para quien no existe ninguna cordillera en la provincia de Valladolid, si bien hay en ella un sistema orográfico que convendría definir: "Hállanse constituidas las divisorias de las corrientes de agua que cruzan el país por dilatadas mesas, las más veces completamente horizontales y en ocasiones ligeramente quebradas por tesos y morones de poca altura. Estas mesas a las que dan en el país el nombre de páramos, se elevan por término medio unos 120 metros sobre el fondo de los valles más o menos anchurosos que las surcan". Llama la atención sobre el hecho de que "hacia el centro de la provincia las mesas o páramos presentan la particularidad de hallarse todas a una misma altitud, como si el terreno hubiera sido primeramente nivelado y después, en este gran macizo, se hubieran excavado las vaguadas de los ríos hasta una misma profundidad". Según su opinión, "entre los páramos debe citarse el conocido con el nombre de Monte de Torozos, que separa la cuenca del Pisuerga y la del Sequillo y en donde tienen su origen el río Hornija y su afluente el Bajoz, cuyas arroyadas bien pronto se profundizan hasta alcanzar el nivel general de las corrientes de la comarca".



IV- De algunos castillos y monasterios

Monasterios y castillos en los Torozos. Los primeros, recorriendo en una plegaria, en un coro ensimismado, los claustros de sus ruinas. O reunidos en un capítulo de ausencias. Porque es una nada de vestigios presentidos, en muchos casos, lo que de ellos queda. Perdidos ya casi hasta los últimos cuerpos incorruptos (¿no habrán ido muriendo en olor de santidad?) que reposaban entre sus piedras. ¿Dónde esperan la Resurrección, para acudir prestos cuando llegue el Día del Juicio Final, los restos de los Tello de Meneses, que descansaban en los labrados sepucros del monasterio de Matallana?
¿Qué se hizo de aquellos cenobios? El monasterio de San Román de Hornija, fundado por Chindasvinto; el de los Jerónimos de Valdebusto; el Franciscano de Valdescopezo, que bebía de la fuente de la Samaritana; el de Santa María, en Wamba...Yo creo que quizá sus espíritus han sido acogidos por el monasterio de Santa María de la Espina, fundado por Doña Sancha, hermana de Alfonso VII. Aunque esté destinado a los cometidos y a las misiones de un gran cenobio, en Santa María de la Espina se pasan las cuentas de azabache del tiempo, con devoción, cual si fueran las cuentas de un rosario interminable.
Y junto a los monasterios, los castillos. Los recintos monacales, erguidos o saqueados por los siglos, conservan una prestancia, un empaque de fortaleza... Los castillos en pie, y más aún, los que se yerguen carcomidos (abiertas las fauces de sus adarves, mostrando la rota dentadura de sus almenas o de sus boceles desgastados, bucando respiración a través del vacío de sus buhederas y troneras) nos salen al paso con un sosiego de convento, con unas pisadas de clausura, con un susurro de salmos impregnados de incienso y entonados por el alma con cipreses de un claustro.
Pudieron edificarse con intención defensiva, para fijar fronteras inatacables. Para refugio y seguridad de grandes señores. Pero su gesto se ha humanizado, perdiendo su ademán guerrero. Sus poderosas arquitecturas parecen renunciar a cualquier gesto de amenaza, a cualquier alarde bélico. Continúan, en muchos casos, oteando las lejanías, pero no para prevenir ataques invasores, sino para descubrir una paz de luces y de distancias, una meditación de caminos con cilicios, en cuya compañía poder hacer examen de conciencia. Yo diría que se han olvidado de todo, que han renunciado al Mundo y a sus vanidades y que sa han vestido su tosco, aunque bello, sayal de piedra.
Fuensaldaña, de los Pérez de Vivero, con los 34 metros de su torre del homenaje. Tiedra, que al parecer se comunicaba con las fortalezas del Villalonso y Mota del Marqués. Tordehumos, sin vigor ya para avisar o aletar a nadie con sus humaredas. Montealegre, que dijérase tallado a navaja sobre un monte y del que se asegura que nunca fue tomado por las armas. Villalba de los Alcores, fortaleza donde Manuel Azaña pasara algunos veranos. El solitario (y recientemente restaurado) torreón de Mota del Marqués...

« Última modificación: Julio 25, 2010, 21:03:22 por Maelstrom » En línea
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« Respuesta #1 : Julio 25, 2010, 20:49:09 »


V- De bandoleros y señores

La escasa densidad de población, las amplias extensiones sin habitar, dejaban en los pobladores de Torozos la angustia de un aislamiento invencible, la obsesión de encontrarse olvidados. La escasez, lo rudimentario y agreste de los medios utilizados para comunicarse, en medio de unas tierras y parajes ásperos y hoscos, les hacía sentirse (sin duda) como eternamente perdidos y amenazados.
Los malhechores se ocultaban en el refugio casi inexpugnable de los montes, que a la vez les servían como escenarios muy adecuados, si alguien se aventuraba en ellos, para sus asaltos y fechorías. Todavía se habla de ellos y se trata de indentificar algunos tramos de la denominada Senda del Ladrón. En Almaraz, hace un siglo, fue destruida una venta en la que los ladrones de entonces se reunían. En Cigales, con algo de fantasía, se puede reconocer la mesa de piedra en torno a la cual "El Pernales" y su banda realizaban el recuento y reparto de sus botines. Y hasta hay quien dice, algo soñador, que aún se escucha el cabalgar del "Blanqueta".
Surgía el miedo a lo conocido y a lo desconocido. Miedo o preocupación inconscientes, sin duda, y ya sin mucho fundamente. Pero yo diría que forma parte del carácter y de las preocupaciones de los habitantes de Torozos, y hasta de sus paisajes.
Ya en los primeros asentamientos, las familias se agrupaban en núcleos no demasiado alejados unos de otros, todo lo más a una distancia entre los 5 y los 10 kilómetros: equivalente al recorrido que un hombre podía realizar andando en una hora. Buscaban una seguridad para su existencia, en unos siglos de enfrentamientos, de inseguridades, de relaciones humanas desconfiadas, en los que siempre se presentía un ataque, una emboscada con el batir de las armas como ruido de fondo. Y todo en una época de correrías, invasiones, fijación y quebrantamiento de fronteras.
Y los campesiones buscan la protección contra aquel clima de amenaza bajo la dependencia más o menos exigente, más o menos cerrada, de un señor. Sitiéndose compensados al respirar bajo su amparo y tutela, o teórica protección. Para lo que era preciso intercambiar, comprometer o aceptar prestaciones y contraprestaciones. Si bien, a veces, pudiera ser el propio señor la primera amenaza de la que protegerse...
En la comarca de los montes Torozos, con sus procesos de evolución, se asientan los señoríos, la autoridad de un señor y la dependencia de ese señor. Y en el Fuero Viejo de Castilla se habla de señores y vasallos, de Behetrías, de Realengo, de Solariegos, de Abandengos e Infantazgos. Y también de los tributos o aportaciones al señor y al monarca: de enfurción y de yantar, martiniega, mañería, devisa, naturaleza, fonsadera, conducho, marzadga, pecho, serna, yantareja... Nombres de rica eufonía y cuyo contenido y alcance sería muy extenso intentar detallar.
En el Libro Becerro de las Behetrías, mandado hacer por Pedro I de Castilla, en el siglo XIV (e incluidos fundamentalmente en las Merindades de Campos y del Infantazgo de Valladolid) figuran algunos lugares enclavados en los Torozos. Inclusión que viene a representar como un reconocimiento de su antigüedad, de su existencia ya en aquellos años. Si bien su asentamiento, en la mayoría de los casos, provenía de algunos siglos anteriores.
Así, Montealegre, lugar solariego de Juan Alfonso de Alburquerque; Zigales, solariego de don Ñuño. Muzientes, que era de la Reina. Zaratán, del obispado de Palencia y de Las Huelgas de Valladolid. Arroyo, de la Orden de San Juan y que lo tenía don Ferrant Sánchez de Valladolid en encomienda. Fuent Saldaña. Bamba, lugar de la Orden de San Juan. Torre de Lobatón, solariego de doña Margarita. Robradiello, solariego de Gutiérrez Gómez Quexada. Villalar, de la Orden de Santiago, que le tenía Johan Pérez en nombre del Maestre. San Cebrián de Mazote, de las dueñas del monasterio de dicho lugar. Urueña, que era del Rey y Cabeza de la Merindad del Infantazgo de Valladolid. Villanueva de los Caballeros, de Gutiérrez Gómez de Quexada. Castromonte, lugar solariego de Johan Alfonso de Alburquerque. Castroponce, de la igleisa y del obispado y cabildo de León...La inclusión en el Libro Becerro de estos lugares, con su titulación y circunstancias viene a ser como el reconocimiento de esa nobleza que da la antigüedad, como una ejecutoria de su solera. Señoríos de los Torozos, en cuya andadura y desarrollo campean sus escudos sobre el blasón de la comarca. Apellidos, nombres y familias, que aparecen en los entresijos de su historia: los Alfonso, los Eriz, los Froilaz, los Ordónez, los Lara, los Sarmiento, los Haro, los Osorio, los Téllez de Meneses, los Quijada, Doña Sancha...



VI- Gracia y desgracia de los montes Torozos

En el Libro de la Montería de Alfonso XI (siglo XIV), cuando se enumeran los montes de Castilla la Vieja, no encontraremos referencia alguna a los Torozos, aunque se habla del "Monte de Rioseco", que sin duda abarcaba la misma zona y extensión. Y allí se dice textualmente que "es bueno de oso et de puerco en verano, et en invierno, et en tiempo que hay grana". Estos Torozos constituían desde siempre un cerrado bosque de robles y encinas. Fernando Colón aludía en 1751 a la grandeza de estos bosques.
Antonio Ponz afirmó que Torozos no se encontraba ya tan poblada ni tan continuada de arboles, aunque reconocía que había trechos que contaban con leguas de espesura. Ya destaca que muchos terrenos habían sido roturados para la siembra de centeno, viñas y trigo.
Se apunta (con no demasiado fundamento) que uno de los motivos que en tiempos de Felipe III tuvo la Corte para trasladarse de Valladolid a Madrid fue la escasez de madera y leña que se padecía por la disminución y mal estado del citado monte. José María Quadrado (en su Diccionario Geográfico de 1845-50) destaca la densa oscuridad provocada por ese arbolado tupido. Siendo éste utilizado por hordas de bandidos y escenario de feroces emboscadas.
Lo que sí es cierto es que el bosque, desde que en él se cazaba el oso, había ido disminuyendo considerablemente y sin descanso, en una destrucción progresiva, a medida que la civilización avanzaba. El proceso roturador, para la siembra de cereales fundamentalmente (que surgiría al iniciarse la colonización de la comarca antes del siglo VIII) sin duda cobraría una cierta importancia con la repoblación en el siglo X, dedicando al cultivo los mejores terrenos, en los valles y en los páramos. En el siglo XVII, en base a los estudios preparatorios para el Catastro del Marqués de la Ensenada, se cifraba la superficie de bosque en unas 32908 hectáreas que se repartían de la siguiente manera: 14819 pertenecían a los pueblos del páramo, 17513 las poseían otros concejos y 576 se hallaban en manos de los nobles. Así como los bosques de los concejos y de los nobles no estaban bien controlados, los grandes monasterios gestionaban bien los suyos.
Hay que destacar los hechos y dos fechas que marcan la reducción del monte: la Desamortización de Mendizábal en 1835 y la de Madoz en 1855. La primera libera los bienes de las Comunidades Religiosas, pasando por compra a manos particulares, para quienes resultaba más rentable la obtención de beneficios mediante el cultivo del cereal que con la explotación forestal. Se legalizan por otra parte las roturaciones arbitrarias, realizadas por los vecinos para obtener ingresos imprescindibles, durante la Guerra de la Independencia. Y la de Madoz liquidó los montes comunales y los de propios. Muchos montes públicos pasaron a ser enajenables. Se culminó el aprovechamiento con cereales de gran parte de los páramos, consevándose el bosque en los peores suelos. Surgieron las especulaciones. Y los Torozos se reducen en los siglos XVII y XX en más de 15000 hectáreas. Cifra que disminuye, en los últimos decenios, en más de 5000 hectáreas. En la actualidad el bosque más cerrado puede recorrerse en Urueña, Torrelobatón, Castromonte, San Cebrián de Mazote y Tordehumos. entre otros pueblos. Un monte menos tupido y más disperso puede recorrerse en Valdenebro de los Valles, Mucientes y Villalba de los Alcores.
En algunas manchas de monte predomina el quejigo, en otras la encina y en ocasiones se reparten el territorio. Junto a zonas con predominio de los carrascales, quizá las más extensas, otras son un feudo de los quejigos y del carrasco, plantado en las cuestas y laderas para sujección del terreno y sustituido (a la vista del poco éxito obtenido) por el pino piñonero,
Actualmente parece existir cierta preocupación por la conservación y protección de los machones de arbolado. Han sido numerosas las voes que han clamado en defensa del bosque en particular y del árbol en general. Antonio Ponz ya se refería, irónicamente, a la guerra declarada por los castellanos al árbol, "en estas tierras peladas por la desidia", que esgrimían entre sus argumentos que "los árboles crían páxaros y con su sombra quitan cosechas". Para el regeneracionista Julio Senador, el célebre notario de Frómista, hay dos calamidades en España: la inundación y la sequía, que proceden de la falta de arbolado. Durante años, muchos hombres de buena voluntad han trabajado sin cesar para persuadir de estas verdades al labriego de Castilla, pero todo ha sido inútil: "él continúa considerando al árbol como enemigo capital y lo extermina donde lo haya". Senador escribió sus obras fundamentales hace casi una centuria, pero muchas de sus propuestas siguen aún vigentes...



VII- De cañadas y rebaños

Los rebaños trashumantes son ya un recuerdo borroso por la viejas cañadas, saqueadas y olvidadas en muchos tramos. La llamada Cañada Real Leonesa Occidental (que entraba por Mayorga y que a través de variados cordeles buscaba en diversos tramos a la llamada Leonesa Oriental en puntos como La Mudarra o Castrodeza) atravesaba varios pueblos de los Torozos, como Berrueces, Castromonte, Peñaflor de Hornija y Torrelobatón. Las ovejas (en hatos más o menos nutridos) recorren ahora los campos en busca de pastos, pero sin marcarse itinerarios, olvidando sus viejas y tradicionales rutas hacia la invernada. Regresan a Urueña desde las tierras llanas en donde han ramoneado los pastos, a las órdenes de un recio pastor.
A veces, la blancura en marcha del rebaño atraviesa abrigando una lejanía sobre la que el cielo, despejado por el repicar de sus esquilas, va profundizando en la nitidez de sus azules en los que no se descubre la presencia, ni el menor recuerdo, de una nube. Todas las nubes parecen haber caído sobre esos rebaños que avanzan casi delicadamente, para no levantar ninguna polvareda que pueda enturbiar o velar el azul del cielo castellano. Los rebaños, regresando desde las campiñas, ascendiendo a la altiplanicie (especialmente cuando llegan hasta Urueña, penetrando en el pueblo por las puertas de su muralla) tienen algo de enigmático y de mitológico. Y precisamente en una comarca en la que los mitos siempre son derrotados o no tenidos muy en cuenta por la realidad, más poderosa, pujante, tan asentada y viva, tan descaradamente presente y vencedora de todo. ¿Pretenden pasar estos rebaños a alguien escondido bajo su disfraz de lana, burlando a un sol ya bajo y neblinoso; el único ojo cegado de un fantasmal Polifemo?
En Torozos, lo que intentan los rebaños es alcanzar con sus esquilas ese sonar a campanillas que ha de tener el buen cisco o picón de encina que con tanta entrega, conocimiento y habilidad, obtenían los carboneros de estos pagos quemando gavillas de encina, celebrando el ritual casi religioso del fuego y las cusqueras. Y cuando las ovejas no deambulan, nos parece escuchar (pese a que nada tiemble en la atmósfera) el resuello de un rebaño en su acercarse y su distanciarse...

« Última modificación: Agosto 13, 2010, 17:21:19 por Maelstrom » En línea
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« Respuesta #2 : Julio 25, 2010, 20:58:04 »


BIBLIOGRAFÍA

Corral Castanedo, Antonio.- Los Montes Torozos (aproximaciones a una comarca). (1999)
Cortázar, Daniel.- Descripción física, geológica y agrológica de la provincia de Valladolid (Memorias de la Comisión del Mapa Geológico de España). (1877)
Gavilán, Enrique.- Valladolid: tierras de pan y vino. (1971)
González Garrido, Justo.- Horizontes de Castilla. Los montes de Torozos. Comarca Natural. (1955)
Ortega Rubio, Juan.- Los pueblos de la provincia de Valladolid. (1895)
Ponz, Antonio.- Viaje por España (1787)
Quadrado, José María.- Recuerdos y bellezas de España. Valladolid, Palencia y Zamora. (1861)
Represa, Amando.- Valladolid y sus comarcas. (1991).
Senador Gómez, Julio.- Castilla en escombros. La leyes/las tierras. El trigo y el hambre. (1915)
Vallejo del Busto, Manuel.- El Cerrato castellano. (1978)


« Última modificación: Enero 28, 2011, 00:01:16 por Maelstrom » En línea
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« Respuesta #3 : Julio 25, 2010, 21:33:51 »


Sobre el origen del topónimo Torozo, puede ser interesante indagar en su origen etimológico. Que yo tenga constancia, en el extremo suroccidental de la meseta existen varios cerros y montes con el topónimo Torozo, por ejemplo al noreste de la provincia de Badajoz entre las poblaciones de Cabeza de Buey, Zarza-Capilla y Peñalsordo se alza la sierra del Torozo. En Ciudad Real también existen algunos cerros y sierras con el topónimo de Torozo, todos en el entorno del Valle de Alcudia-Sierra Madrona. Y mas al sur, en los Pedroches cordobeses también se alza algún cerro con este topónimo, además de un cortijo conocido como el Torozo a orillas del rio Zújar. Al suroeste de la provincia de Toledo, en la comarca de La Jara también aparece este topónimo en el lugar conocido como Rincón del Torozo. En este caso yo creo que la aparición de este topónimo en estas zonas es debido mas que nada a la transhumancia y a la Mesta, pastores de esa comarca vallisoletana irian extendiendo el topónimo por sus lugares de invernada y han llegado hasta nuestros dias.

Sin embargo hay constante que se repite, este topónimo aparece ligado casi exclusivamente a elevaciones o zonas montuosas. En el texto se indica la posibilidad de que Torozos derive del prefijo tor-/otor- que significaría colina. Esta opción me parece bastante acertada, ya no solo aparece en este topónimo concreto, si no en muchos otros que designan zonas montuosas como Tortosa, Torina, Toruño, Torrizo, etc. E incluso se podría extender a otros como Teruel, Terroña, Turruel,etc.. en los que el tor- podría haber derivado en ter, tur...

Otra posibilidad que se me ocurre, es que Torozo esté relacionado con los robles, concretamente con el roble rebollo. La denominación científica actual de este árbol es que quercus pyrenaica, aunque anteriormente fue denominado quercus tozza, la segunda parte tomada de una acepción celta. En muchas zonas especialmente del oeste-noroeste de la meseta este roble era llamado tozo y creo que también torozo. En la actualidad en la provincia de Valladolid este árbol no está presente, pero si quizás en la antigüedad, quizás los Montes Torozos tomaran su nombre de este árbol.
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Mozolo
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« Respuesta #4 : Julio 27, 2010, 13:34:26 »


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Si que quedan algunos rebollos en Torozos, entre Zaratan, Villanubla, Ciguñuela existe un pequeño rebollar entremezclado con un quejigar. No se si serán relictos, o de una repoblación de hace años. En una ladera cerca del arroyo hontanija
Pero ahi están
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« Respuesta #5 : Julio 27, 2010, 14:15:33 »


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Si que quedan algunos rebollos en Torozos, entre Zaratan, Villanubla, Ciguñuela existe un pequeño rebollar entremezclado con un quejigar. No se si serán relictos, o de una repoblación de hace años. En una ladera cerca del arroyo hontanija
Pero ahi están


¿Puedes aportar algún dato más?

No existen citas actuales de rebollos en Valladolid (lo cual no quiere decir que no existan por completo), y sería interesante investigar su procedencia y su estado. ¿Estás seguro que son robles rebollos? En esas poblaciones tan cercanas a Valladolid capital la precipitación anual está en torno a 450-500 mm, insuficiente para este árbol y mas aún con sequía estival. Solo podrían sobrevivir si se estuviesen asociados a algún cauce fluvial, que imagino que será el caso. Inmediatamente al oeste de Zaratán se que hay una pequeña depresión surcada por algún arroyo con presencia de quejigos, ¿es esa la zona?. Lo cierto es que rebollos en algún momento han tenido que existir en esa zona, porque al oeste de Ciguñuelas existe el topónimo de el Rebollar, por ejemplo el arroyo del Rebollar que además parte del municipio de Robladillo.
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« Respuesta #6 : Julio 27, 2010, 14:40:37 »


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Si que quedan algunos rebollos en Torozos, entre Zaratan, Villanubla, Ciguñuela existe un pequeño rebollar entremezclado con un quejigar. No se si serán relictos, o de una repoblación de hace años. En una ladera cerca del arroyo hontanija
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¿Puedes aportar algún dato más?

No existen citas actuales de rebollos en Valladolid (lo cual no quiere decir que no existan por completo), y sería interesante investigar su procedencia y su estado. ¿Estás seguro que son robles rebollos? En esas poblaciones tan cercanas a Valladolid capital la precipitación anual está en torno a 450-500 mm, insuficiente para este árbol y mas aún con sequía estival.


Y además es calizo el terreno. Sin duda se trataría de un emplazamiento excepcional.
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El estado español : estructura caciquil garante de las mayores injusticias que se pueden encontrar en Europa. Castilla: primer pueblo sometido y amordazado por él. Nuestro papel no puede ser echarle encima este yugo a cuantos más mejor, sino romperlo por fin y librar con ello al mundo de esta lacra.
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« Respuesta #7 : Julio 27, 2010, 16:42:34 »


La provincia de Valladolid es mayormente arcillosa



En cualquier caso, aunque el rebollo sea mayormente de suelos silicios, no es un calcífugo estricto. Hay buenos rebollares en el Sistema Ibérico, Serranía de Cuenca y Guadalajara, montes calizos de Cantabria... Siempre y cuando sean suelos descarbonatados.

Mozolo, ¿tienes alguna foto donde se vean los árboles y las hojas? Puede ser también que se trate de individuos híbridos, ya que los quercus se hibridan con mucha facilidad y es difícil determinar de que especie se trata concretamente. Por ejemplo el híbrido entre quejigo y roble rebollo (quercus x welwitschii) que presenta unas hojas ligeramente lobuladas y mayor adaptación a la sequía.
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« Respuesta #8 : Julio 27, 2010, 20:18:34 »


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Si que quedan algunos rebollos en Torozos, entre Zaratan, Villanubla, Ciguñuela existe un pequeño rebollar entremezclado con un quejigar. No se si serán relictos, o de una repoblación de hace años. En una ladera cerca del arroyo hontanija
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No existen citas actuales de rebollos en Valladolid (lo cual no quiere decir que no existan por completo), y sería interesante investigar su procedencia y su estado. ¿Estás seguro que son robles rebollos? En esas poblaciones tan cercanas a Valladolid capital la precipitación anual está en torno a 450-500 mm, insuficiente para este árbol y mas aún con sequía estival. Solo podrían sobrevivir si se estuviesen asociados a algún cauce fluvial, que imagino que será el caso. Inmediatamente al oeste de Zaratán se que hay una pequeña depresión surcada por algún arroyo con presencia de quejigos, ¿es esa la zona?. Lo cierto es que rebollos en algún momento han tenido que existir en esa zona, porque al oeste de Ciguñuelas existe el topónimo de el Rebollar, por ejemplo el arroyo del Rebollar que además parte del municipio de Robladillo.


Ahi es, de hecho debia ser el arbol dominante en esa zona, por los terminos como has comentado. Es una zona con buena retención de agua, de hecho el cereal en esa zona sigue verde mucho más tiempo que en otras zonas de la provincia.
Datos de pluviometria no tengo, pero rondara los 500 mm (Valladolid tiene unos 440mm y La Santa Espina 520mm), que pueden ser suficientes, pues hay rebollares en Burgos con apenas 600mm. Además el mes más caluroso no sobrepasa los 20º, Villanubla anda por los 19.5º más o menos
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« Respuesta #9 : Julio 28, 2010, 04:11:42 »


Lei un libro sobre la provincia de Valladolid que citaba dicho robledal, aunque no recuerdo el nombre, era con encuadernación en espiral...
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