Conviene no olvidar dos cosas:
1º) Los mitos siempre parten de una verdad sin la cual no se puede construir el mito. Si Fernán González o el Campeador o los protagonistas del movimiento comunero han trascendido a su tiempo es porque en su época tuvieron una repercusión para sus coétaneos sobresaliente, otra cosa es que después, y buscando otros fines o intereses, se hayan exagerado determinadas cualidades, circunstancias de estos personajes. Ahora bien, eso no les resta, ni les quita su valor como hombres o su importancia histórica.
2º) Si respecto a un pueblo no hay mitos, este es Castilla, cuya historia se conoce al dedillo. Exceptuo mi afirmación en el caso del Campeador que, conviene no olvidarlo, representa el mito del hombre que gracias a su voluntad y esfuerzo consigue ascender socialmente hasta las castas más elevadas de su tiempo y el reconocimiento unánime del pueblo.
Bien está que los historiadores analicen con objetividad la historia, y traten de separar la realidad de la ficción, pero estos dos periodistas están cogiendo el todo por la parte de forma interesada, porque una actitud honrada no es criticar a determinados personajes míticos para cualquier castellano a partir de lo que dice una crónica de un rey concreto, sino situar a los personajes en su justo lugar en base a todas las fuentes documentales o arqueológicas de que se dispone, e insisto, cualquiera de estos personajes fueron sobresalientes en su tiempo y dignos de admiración hoy y en el pasado. Además, tampoco comparto eso de que Alfonso X manipulara la historia de Castilla exagerando determinadas cualidades de algunos personajes, para lograr una mayor afirmación de su reino, y ello por algo muy sencillo, la lectura estaba al alcance de muy pocos, por tanto, la justificación de este tipo de crónicas no era tanto convencer a nadie de la bondad o maldad de estos personajes, sino de escribir para adular a los reyes y a la aristocracia del aquel tiempo, pero nunca se escribía con rigor histórico, entre otras cosas, porque en el momento de su redacción se desconocía muchos hechos del pasado que hoy gracias a la investigación histórica si conocemos.
Ninguna persona mediante versada se toma con literalidad las crónicas históricas, ni de Alfonso X, ni de los reyes de León, ni la de los musulmanes, ni ninguna otra. La historia es mucho más compleja y simplificarla normalmente lleva al error como les ha sucedido a estos periodistas metidos a historiadores, aunque escribiendo en un periódico sectario como es el Público no es de extrañar encontrar este tipo de tonterías con apariencia de verdad.
El artículo se parece muchos a algunas críticas que he leido de pasajes de la Biblia, que se toman al pie de la letra para decir después que la historia a desmentido su veracidad, olvidando que dichos pasajes se escribían con una finalidad concreta que no tenía porque ser el de responder fielmente a los hechos como sucedieron, sino otra muy distinta. Lo mismo ocurre con estas crónicas históricas, ningún historiador serio parte de su veracidad pero si son muy intersantes como documentos que situan al investigador en la mentalidad de la época.
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