Va vamos a jugar a la guerra.
En un escenario de guerra nuclear, el ataque ha de llegar por fuerza desde un avión o mediante un misil basado en tierra.
La capacidad de Corea del Sur reside por tanto en su potencial para detectar, monitorizar y suprimir un ataque de Corea del Norte.
Partiendo de la base de que el ataque ha de ser devastador para ser decisivo y forzar una muy rápida capitulación, cabe esperra que este se dirija contra un punto neurálgico de Corea del Sur. Un ataque nuclear sobre una zona de menor interés daría lugar a un contraataque que, en el supuesto de una guerra nuclear, sería devastador.
Por tanto, si se usa armamento nuclear, solo hay lugar a un ataque: el último.
Ahora bien, que ese ataque sea exitoso depende del fracaso de los satélites militares, y de todos los dispositivos de defensa activa y pasiva de Corea del Sur. Y cabe suponer que la defensa de Corea del Sur tendrá planificados todos los escenarios razonables en caso de que un misil vuele en dirección a su territorio continental.
Corea del Norte solo tiene un golpe. Puede intentar que sea devastador para lo cual sería razonable un ataque orientado a dispersar la defensa de Corea del Sur, solapando algún misil nuclear entre una lluvia de misiles convencionales o incluso recurriendo a la colocación solapada de algún artefacto nuclear en un objetivo secundario, un barco que se acerque a la costa por ejemplo.
A partir de ahí todo depende del éxito o fracaso defensivo de Corea del Sur, y también, de su capacidad de respuesta inmediata tan pronto como se constatase la agresión. Si en la doctrina militar sureña se asume que la agresión contra territorio continental implica la guerra total, Corea del Sur estaría en guerra aún antes de que se cerniese sobre ella la hecatombe nuclear, con EEUU respaldando un contraataque, posiblemente nuclear e indiscutiblemente nuclear en cuanto se descubriese o detonase cualquier arma nuclear de Corea del Norte.