Yo, que soy de letras, no creo mucho en los análisis macroeconómicos porque me parecen, en cierta manera, una especie de producto estadístico y la estadística es una ciencia que me repugna por la poca claridad de sus fines

A mí me gustan más los análisis microeconómicos (claro, por aquello del humanismo) aunque seguramente son mucho más difíciles de perfilar que esta serie de grandes números porque no hay manera posible de reducir una familia, como unidad económica, a un único modelo. Además en su funcionamiento intervienen rasgos de comportamiento que son imposibles de valorar numérica o económicamente.
Con todo esto quería hacer un comentario que, en al fin y al cabo, viene a coincidir con lo que se está comentando: por qué Alemania ha salido mejor parada y más rápido de la crisis que España, pero visto desde el lado humano.
A mí no me extraña que los alemanes estén ya como una moto por la sencilla razón de que son gente, educada; independientemente del trabajo que ejerzan: uno puede dedicarse a la porfesión de albañil y, cuando cuelga el mono, irse al teatro, cosa que en la península es bastante poco frecuente, pues, aún a riesgo de generalizar y por tanto mentir, me atrevería a decir que los albañiles de aquí, al menos los de cierta edad, no sabrán casi ni leer y los más jóvenes puede que tengan entre sus mayores preocupaciones qué marca de whisky comprarán para el botellón del sábado. Pese a ello, conozco a alguno que ejerce de concejal de cultura en algún pueblo de Castilla.
Además de educados, son gente poco ostentosa. En alemania se gana mucho dinero y, pese a ello, uno no va en coche a todos los sitios, uno no farda de lo que gana o deja de ganar y muchísimo menos se empeña hasta los ojos simplemente para demostrar al vecino lo guay que es. Una manera de ser que por aquí está mucho más extendida, y ello pese a que no se gane tanto dinero.
También son gente trabajadora y saben que su trabajo es importate. Por eso lo hacen mejor y rinden más. Además sus cualificaciones son las adecuadas para sus tareas. Es raro ver a doctores trabajando en Carrefour y sin embargo, el Mercadona de mi barrio tiene un 50% de su plantilla licenciada en la universidad. No me extraña que las estanterías estén vacías muchas veces pues lo normal es que el reponedor se pregunte ¿qué coño hago yo aquí?
Además son gente ahorradora. Saben cuál es el valor del dinero y de las cosas. No se gastan un céntimo si no es estrictamente necesario y, cuando se lo gastan, inspeccionan hasta el más minucioso de los detalles para ver si la inversión ha sido satisfactoria. Ésto es aplicable a la mayor parte de las inversiones, en una ciudada alemana no se levanta una acera a no ser que la aviación aliada la haya volado por los aires (bueno, quizás exagere un poco

) pero cuando se ponen a hacerla el acabado podría durar cien años sin tocarla. En cambio en la calle Serrano, la cual me pateé ayer, y fue inaugurada flamantemente en el pasado mes de septiembre, las losas están en buena medida todas fuera de su sitio.
Por último son gente limpia: no en el sentido de la higiene corporal, que en eso los mediterráneos quizás sean más dados al uso de afeites y jabones, relacionado con el sentido ostentoso, de cara a la galería, que se suele gastar por estos lares. Me refiero al sentido de la higiene social y comunal. Mantenimiento de los bienes comunes y prespeto por los mismos, para prolongar su vida útil. También en las fábricas, aunque no sean de tecnología puntera, son como laboratorios por su pulcritud y se podría comer en el suelo. pero tampoco es sólo eso pues en zonas públicas hay también vandalismo, pero incluso el vandalismo es más cívico que aquí: un parque, aunque esté lleno de pintadas, seguirá manteniendo su funcion y uso común, las abuelas se sentarán al sol en un banco lleno de grafittis porque, auqnue esté pintado, ese banco seguirá estando utilizable. Los que conozcan Alemania o cualquier país centroeuropeo sabrán a lo que me refiero.
Y todo ello se refleja en sus políticos: ahí tienes a la Merkel, en su piso de una habitación, su eterna chaqueta gris, y su sesión de piscina municipal semanal, y en el otro lado a ZP, con su palacio de la Moncloa o, por poner un ejemplo de su equivalente ideológico, a Camps, vendido por unos trajes, eso sí, de marca.

A penas se nota mi gemanofilia ¿no?


