Otro año más llegamos a Villalar, día Nacional de Castilla, envueltos en esta miserable situación económica, política, social y cultural que se ha venido llamando “crisis”. Lo que ha cambiado es el partido en el Gobierno Central, que viene dispuesto a darnos dos tazas de caldo del que no nos gusta, una vez que el PSOE se ha hundido tras los resultados del 20N.
Estamos asistiendo a un progresivo cambio de modelo en la gestión de servicios públicos, que con todas sus carencias, límites y dificultades, seguía presentando una calidad bastante considerable, al menos en cuanto a Educación, Dependencia y Sanidad. Bajo el eufemismo de ‘reformas’, y el no demasiado afortunado concepto de ‘recortes’, lo que se está produciendo en realidad es un sostenido y progresivo desmantelamiento del sistema público para sustituirlo por un modelo de servicios privados que tendrán -o no- calidad en función de lo que cada ‘usuario/a’ pueda permitirse. A ello hay que añadir el importante retroceso en materia de derechos laborales, después de que se aprobase el abaratamiento del despido y se concediesen a la patronal todas sus peticiones, en un contexto de un paro juvenil del 50%. Todo esto puesto que, según nos dicen, hay que hacer penitencia para pagar la deuda originada por haber vivido por encima de nuestras posibilidades como nuev@s ric@s; lo que en realidad no quieren que se sepa es que los intereses del capitalismo especulativo están por encima de las necesidades básicas y el bienestar de la población a la que han sometido con esta idea de que la debacle financiera tiene su origen en la deuda de las familias y la pequeña empresa, cuando la inmensa mayoría de la gente trabajadora no se ha enriquecido ni especulado, como han hecho ciertas sanguijuelas del mundo de las finanzas.
Ya que parece ser que la falsa idea de que “hay que recortar o el barco se hunde” se ha extendido entre amplias capas de la sociedad, desde Yesca apostamos por recortar una monarquía putrefacta, inservible, anacrónica, cara y que es cada día más vergonzosa e indefendible, pero que permanece aún como un pilar indiscutible del Estado español, sistema infecto de corrupción, explotación, precariedad, estulticia y opresión, que es gestionado por autómatas al servicio de personajes sin escrúpulos. Apostamos también por recortar las artificiales autonomías castellanas, entidades administrativas y territoriales que no correspondían a criterios culturales, históricos o geográficos ni a demandas de la población, sino a los intereses del Gran Capital y de algunos partidos políticos durante la mal llamada Transición, especialmente al PSOE; y reivindicamos así la unidad de Castilla como pueblo y sujeto político, siempre desde la descentralización, la potenciación del sistema comarcal, el respeto y mantenimiento de nuestra cultura popular y nuestros recursos naturales y humanos, al contrario que el oportunista intento del españolismo más ultra, que busca homogeneizar a las naciones bajo jurisdicción del Estado con la excusa del ahorro. Apostamos por recortar las ayudas a las organizaciones eclesiásticas, los rescates a la banca privada y el gasto en personal y armamento policial. También por recortar los privilegios de la casta política y las poltronas de los falsos sindicalistas y advenedizos que buscan trepar en el entramado del bipartito PPSOE.
Por otra parte, creemos imprescindible construir soberanía; la soberanía como esencia intrínseca y derecho de cada pueblo a gestionar los recursos propios. Hoy en día las decisiones económicas y las políticas a aplicar para la consecución de dichas medidas recaen muy lejos del pueblo castellano: muy lejos en lo geográfico, puesto que los verdaderos centros de decisión que rigen nuestra calidad de vida se encuentran fuera de Castilla; y muy lejos en lo social, dado que los representantes del FMI, del BCE y del gran capital financiero y especulativo se hallan a años luz del común de la gente y de nuestras preocupaciones como pueblo trabajador. Por tanto, hemos de reivindicar que el sujeto de decisión y acción sea el pueblo y no los tan cacareados mercados, que siembran incertidumbre, terror y penurias a cada movimiento de la Bolsa; y hemos de reivindicar, como comuneras y comuneros, que el resultado del ejercicio de la soberanía sea la mejora de las condiciones de vida de la gente normal y corriente, y muy especialmente, las de la juventud.
Nosotr@s lo tenemos claro: cuando lleguemos a la vejez no caminaremos cabizbaj@s por no haber dado lo mejor que teníamos por conseguir el cambio social y político de raíz que necesita el pueblo castellano, o por tener que decir a las generaciones que vendrán que nos resignamos y no plantamos batalla cuando vinieron a arrebatarnos nuestros derechos y conquistas sociales que tanto costó conseguir. Pero no luchamos para lavar nuestras conciencias, luchamos por una Castilla libre, socialista y feminista en la que nadie sea más que nadie, luchamos porque creemos sinceramente que l@s comuner@s del Siglo XXI podemos vencer; la Historia así lo demuestra, el mañana también lo hará.
¡La lucha comunera continúa; joven, pasa a la acción!
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