La conocida revista de divulgación esotérica, Año Cero, en el número de enero - 2004 (Año XV/01-162), publicó un artículo firmado por Mar Rey Bueno, en el que plantean una conocida tesís en torno al Grial, titulado: " El Grial en Burgos ". A continuación reproduzco el citado artículo.
El Grial en Burgos.
¿Estuvo el mítico Mont-Salvat en tierra española?
La mitología del Grial, tal y como fue conocida por la Europa de las Cruzadas, ubica la localización exacta del cáliz sagrado en el norte de España, junto a las estribaciones del Pirineo, en una cordillera o montaña llamada Mont-Salvat. Con semejantes pistas, eruditos e historiadores de todas las épocas se han afanado por encontrar tan preciada reliquia en tierras catalanas, aragonesas y gallegas. Pero ¿cuántos Montes Salvados o Sierras Salvadas hay en España? Todo parece indicar que una sola, situada en los confines de las tierras burgalesas.
En los siglos XII, XII y XIV comienza a ver la luz en Europa un número creciente de poemas que tienen por argumento las historias de los Caballeros de la Mesa Redonda del Rey Arturo. De ellas surge la leyenda de la búsqueda del Santo Grial y las aventuras de su máximo representante: Perceval. Los autores más importantes de este ciclo son Robert de Boron, Chrétien de Troyes y Wolfram von Eschenbach. Ellos serán los responsables de crear, en el imaginario popular, la creencia en un cáliz, copa o piedra sagrada custodiada en Mont-Salvat.
En la zona más septentrional de Burgos, mezclados con torreones y mansiones señoriales, casas solariegas y castillos medievales, se elevan cuatro templos románicos vinculados desde antiguo con dicha leyenda. La historia de esta zona se remonta a la época de los celtas autrigones. El paso de los romanos dejó una importante calzada y los tiempos medievales fueron testigos del nacimiento de la palabra Castilla: fue en el monasterio de Taranco, fundado en el año 800, donde se redactó el manuscrito que citaba, por vez primera, dicho nombre. Cuatro siglos después, sería esta misma zona, con tan rico patrimonio histórico, la elegida para construir algunas de las iglesias románicas más característicos de la provincia de Burgos.
Siguiendo las directrices de la llamada Escuela de Mena-Villadiego, se levantaron en la zona norte burgalesa tres destacados templos: San Pantaleón de Losa, Vallejo de Mena y Santa María de Siones. Sus ricas ornamentaciones historiadas, tanto en el exterior como en el interior del edificio, y sus ubicaciones en parajes rurales, aislados y solitarios, han ayudado a conformar a su alrededor un aura mitológica, directamente vinculada con el cáliz sagrado, los secretos de los templarios y el siempre polémico y misterioso Priorato de Sión.
San Pantaleón de Losa
Coronando un inmenso atolón rocoso, semejante a un navío embarrancado, se levanta una diminuta y hermosísima ermita románica en el pueblo de San Pantaleón de Losa. Con la silueta de la Sierra Salvada al fondo, y en un paraje natural que respira espiritualidad y sensación de secretos ocultos, el singular santuario impone su presencia en toda la región. Según las palabras del experto en esoterismo y simbolismo románico Jaime Cobreros, un fuerte telurismo. parece impregnar toda la zona y el sentimiento que se tiene al pisarlo de que nos hallamos en un lugar cargado de poder es de una fuerza poco frecuente. Su historia se remonta a las últimas décadas del siglo XII o a las primeras del XIII. Una inscripción conservada en uno de los muros del templo nos informa de que el obispo Don García de Burgos consagró la ermita en el año 1206. Aunque dicho acto revistió las solemnidades dedicadas a una basílica y el edificio se cuenta entre los más importantes monumentos románicos, tiene un tamaño reducido, en parte exigido por las características del terreno. De hecho, su acceso sólo es posible a pie, tras remontar un empinado sendero que tarda en cubrirse unos diez minutos a buen paso.
La portada es uno de los elementos más atractivos y originales de este monumento: un gigantón y un enorme zigzag, a modo de columnas, soportan los numerosos arcos de medio punto que configuran la arquivolta exterior. Son muchas las explicaciones que se han dado de ambas representaciones iconográficas, si bien ninguna puede ser confirmada por documentos. El gigantón o atiante, que aparenta estar encogido y triste, presenta una curiosa barba y una no menos llamativa túnica, ceñida por un cinturón, con un manto recogido y terciado al hombro. Entre sus manos sujeta una especie de saco o bolsa, que ha hecho suponer su carácter de peregrino, asociándolo a algún tipo de búsqueda especial: ¿el Grial?. La presencia de numerosos monstruos, máscaras grotescas y animales fantásticos a lo largo y ancho de la ermita han dado pie a toda una serie de leyendas, entre las cuales la del Santo Grial es la más destacada. Guardianes gigantescos, fuerzas del mal desatadas, hombres prisioneros que sólo dejan ver sus rostros y piernas.
Los expertos en arte románico han resaltado lo extraordinario de la decoración. No suele ser habitual tanto lujo decorativo en una ermita rural aislada. Para algunos autores, no es improbable que, detrás del simbolismo hermético, los constructores de San Pantaleón pretendieran esconder un mensaje, ayudándose del entorno natural.
A tan sólo cinco kilómetros de esta enigmática ermita se encuentra el pequeño pueblo de Criales de Losa, cuyo nombre evoca la raíz «grial». Se asegura que, en tiempos pretérítos, el lugar se llamó "Griales", si bien no existe constancia documental. De cualquier forma, no deja de ser sorprendente la cercanía geográfica de una sierra, la Salvada, y un pueblo, Criales, que aluden tan directamente a la leyenda del Cáliz Santo. No hay en toda la geografía española ningún otro pueblo o lugar que acumule nombres tan sugerentes.
Iglesia de Santa María de Siones, Burgos, España.
La conexión templaria
En el pueblo de Criales existía una iglesia románica primitiva, de la que hoy apenas queda algún vestigio porque fue transformada en gótica, dejando a la vista tan sólo una ventana y dos puertas de la construcción original. Bajo el suelo hay un recinto abovedado que pudiera ser una cripta aún más antigua, quizás mucho más.
¿Guardará este edificio alguna pista que vincule al paraje con el Santo Grial?. En dicha iglesia vemos a dos hombres que sujetan en sus hombros una extraña caja mediante travesaños. Esta representación bien podría interpretarse como la de dos templarios, los monjes guerreros que portaban el Arca de la Alianza descubierta en sus excavaciones del mítico templo de Salomón. Las figuras se encuentran en el capitel que ocupa el espacio más importante, detrás del altar del templo de Santa María de Siones, uno de los ejemplos más extraordinarios de escultura simbólica románica. Y se da la circunstancia de que esta iglesia se halla situada en una posición paralela a la de San Pantaleón de Losa, de la cual la separan unas decenas de kilómetros. ¿Casualidad u orientación deliberadamente buscada para comunicar crípticamente que esta comarca guarda un importante secreto?.
Nuestras sospechas aumentan cuando nos enteramos de que esta hermosa iglesia, construida en las últimas décadas del siglo XII, se ha atribuido tradicionalmente a la Orden del Temple, aunque Siones no aparece en documento alguno hasta entrado el siglo XIV, cuando los míticos caballeros ya habían caído en desgracia y la disolución de su Orden hizo que todos sus bienes fuesen traspasados a otras órdenes.
El interior de este templo se caracteriza por su gran riqueza, con una bellísima arquería doble de siete arcos y una nutrida serie de capiteles decorados con escenas bíblicas, como el capitel del Paraíso terrenal, con Adán, Eva, el Arbol y la serpiente; el de David y Goliat; o el que nana el milagro del muchacho injustamente ahorcado en Santo Domingo de la Calzada y resucitado por Santiago.
En todo caso, el afán por representar todo tipo de escenas hace que el aparato iconográfico se distribuya por toda la iglesia, cubriendo incluso los muros laterales, donde se puede observar a una mujer tirando de los pelos a un demonio o la tentación de Cristo por el diablo en el desierto. De las relaciones de la Orden Templaría con la sabiduría oriental queda el testimonio de una columna cuya decoración evoca directamente los más bellos relieves de los motivos vegetales persas. Y también aquí hallamos otra alusión al misterio del Santo Cáliz en la representación de la lucha entre Sigfrido y Fafner, vinculada a la leyenda del Grial.
La tradición cristiana ha relacionado la mitología griálica con la Orden del Temple. Esta leyenda comenzó tras la conquista de Jerusalén por los cruzados, quienes levantaron una fortaleza y monasterio en la cumbre del Monte Sión, en extramuros de la ciudad. En aquel lugar se hallaba también, según la tradición, la tumba de David y el cenáculo en el que se instituyó la Eucaristía. En ese cerro se fundó un primer monasterio dedicado a Nuestra Señora de Sión, estableciéndose allí más tarde una orden religiosomilitar, la de los Caballeros del Sión, de la que según algu-nos autores surgieron los templarios.
La historia de Santa María de Siones se relaciona también con otra de las modernas teorías vinculadas al Grial: la que interpreta a este mítico símbolo no como un cáliz o copa literal, sino con el vientre de una mujer, María Magdalena, "esposa mística" de Jesús para la Iglesia, pero que para ciertas corrientes heterodoxas sería la madre de sus hipotéticos hijos y quien habría perpetuado su estirpe sagrada sobre la Tierra. Para proteger a la madre y a su descendencia, hay quienes mantienen que se creó una sociedad secreta, el llamado Priorato de Sión. Resulta realmente curioso que Santa María de Siones, con tan sonoro nombre, tenga como escenario de fondo la llamada Sierra de la Magdalena.
La tercera iglesia que es objeto de nuestra atención, ubicada a escasos 15 km de Santa María de Siones, es San Lorenzo de Vallejo de Mena. Donada por Endrequina de Mena a los Caballeros de San Juan de Jerusalén, y construida en las décadas finales del siglo XII, fue una de las cuarenta y una encomiendas que tuvieron los sanjuanistas en los reinos españoles.
San Lorenzo de Vallejo, considerada por los expertos en arte románico como la muestra principal de la Escuela de Mena-Villadiego, presenta muchos de los rasgos decorativos ya explicados en los ejemplos anteriores: escenas bíblicas mezcladas con figuras monstruosas y animales fantásticos junto a imágenes astrológicas. Estamos ante un rico aparato iconográfico que parece aludir claramente a un importante misterio oculto en estos parajes burgaleses. La repetición de los temas escultóricos hace sospechar una estrecha relación entre los constructores de San Pantaleón, Santa María de Siones y San Lorenzo, y entre dichos mo-tivos destacan las alusiones al Grial.
Estas denominaciones designan a pequeños pueblos perdidos en las estribaciones de accidentes orográficos que también tienen sugerentes nombres, como Sierra Salvada y Peña de la Magdalena. Paisajes rurales con ermitas e iglesias dotadas de un poderoso contenido simbólico, preñado de significaciones mistéricas destinadas a perdurar a lo largo de los siglos en espera de que alguien, en posesión de las claves que permiten leer esos símbolos, venga a desentrañar su mensaje oculto. Así es el arte románico: un lenguaje en piedra que nos comunica su sabiduría a través de los siglos.
¿Seremos capaces de descifrarlo? ¿Encontraremos alguna sorprendente clave griálica en tierras de Burgos?.