http://juventudrebelde.org/index.php?mact=News,cntnt01,detail,0&cntnt01articleid=971&cntnt01returnid=56Nuestra tarea: acabar con el Régimen monárquico del 78
El pasado día 2 de Junio el monarca español Juan Carlos I anunciaba su voluntad de abdicar del trono. Desde nuestro punto de vista, se trata de una decisión que viene forzada por los acontecimientos y que prepara una readaptación de la monarquía para preservarse ante la previsible caída del actual Régimen. La monarquía, a pesar de la crisis de popularidad por la que atraviesa, es una institución básica para el mantenimiento del status quo, pues representa la estabilidad del sistema establecido por las élites del Estado para perpetuar su poder tras el franquismo. Teniendo en cuenta este origen, cuestionar la monarquía supone cuestionar la legitimidad del propio Régimen del 78. Si bien es cierto que la dominación de la élite española podría continuar bajo otra forma de Estado, el miedo a lo que pueda desencadenar el debate se hace más que evidente.
Tras el anuncio de abdicación, cientos de miles de personas tomaron las calles de las principales ciudades de Castilla y del Estado español para reclamar el fin de la monarquía y el inicio de procesos constituyentes. La respuesta del Régimen ha sido ocultar totalmente las protestas y aumentar la campaña propagandística a favor del príncipe Felipe y del supuesto papel de garante de la democracia ejercido por el heredero de Franco. Por su parte, y como era previsible, los dos grandes partidos del Régimen, PP y PSOE, han cerrado filas en torno a la defensa de la monarquía, ayudados por las burguesías regionalistas catalana y vasca, que mantienen una posición ambigua que les desenmascara una vez más en su papel de beneficiarias del Régimen. La izquierda reformista, la misma que aceptó la monarquía y la bandera rojigualda renunciando a sus reclamaciones históricas durante la Transición, está realizando una campaña a favor del derecho a decidir la forma de Estado mediante referéndum. Esta fórmula, si bien resulta una reclamación lógica y democrática, no es más que una forma de no bajarse del carro de las demandas populares antimonárquicas, pero bien saben quiénes la promueven que ni es posible realizarla a través de la propia institucionalidad del Régimen (para aprobar un referéndum “consultivo” se necesitaría la aprobación del Congreso y del Jefe de Estado) ni tienen intención de generar acciones alternativas de desobediencia para llegar a proclamar ese referéndum, como podría ser el caso de las consultas populares por la independencia realizadas en Cataluña, o movilizaciones con un carácter más combativo y molesto para la legitimidad del Régimen.
¿Quiere decir esto que debemos posicionarnos en contra de un posible referéndum? Al contrario, somos l@s primer@s interesad@s en poder decidir sobre esto y otros muchos aspectos del sistema político (modelo económico, cuestión territorial, relaciones internacionales, derecho al propio cuerpo, etc.), y a su vez, como enemig@s declarad@s del Régimen del 78, somos l@s principales interesad@s también en acabar con la institución monárquica. Simplemente tenemos la obligación de transmitir que las demandas populares deben ir mucho más allá de exigir un referéndum; el movimiento popular debería estar planteándose, en la medida de sus posibilidades, la manera de impedir, o al menos dificultar, que se produzca la sucesión, y no apostando por callejones sin salida mientras perdemos la valiosa ocasión de cambio que representan estos días. Si bien la negativa del Estado a permitir este tipo de consultas sirve como herramienta de deslegitimación del Régimen, a su vez mantiene la ilusión de la posibilidad de cambio democrático dentro de un Estado español de naturaleza profundamente antidemocrática. Apostar por la institucionalidad como única vía, abandonando a su vez la calle, es otra manera de difundir el pesimismo y la desconfianza entre el movimiento popular, además de mantenerlo entretenido y como espectador mientras se trabajan vías muertas de antemano.
Por estos motivos, y considerando que estas semanas van a ser básicas para el rumbo de los acontecimientos, desde Yesca vemos absolutamente necesario que, sin renunciar a ninguna vía, se genere una respuesta contundente desde Castilla y desde el resto de pueblos del Estado para intentar impedir la sucesión del monarca. En ese sentido, van a ser imprescindibles las acciones masivas de desobediencia en las calles, en torno a las fechas clave de los próximos días: 11 de Junio (votación de la Ley Orgánica de Abdicación) y 19 de Junio (entronización de Felipe VI). Entendemos así mismo que, por su situación, Madrid va a ser la ciudad clave donde se libre la principal batalla del movimiento popular, y hacemos un llamamiento a sumarse desde todo el Estado a las movilizaciones que proponga la Coordinadora 25S y otras organizaciones a favor de la ruptura con el Régimen.
Por último, como pueblo trabajador sometido al Régimen monárquico español, creemos esencial que Castilla empiece a estar presente en el discurso político de estos días, ya que no podemos permitir que una reorganización del Régimen, sea en la forma de República o de Monarquía, ahonde aún más en la desestructuración de nuestro pueblo. Creemos en una Castilla soberana, una Castilla en la que las decisiones sean tomadas por y para el pueblo. Para poder abrir la puerta a un futuro marco político en el que se respete nuestro derecho a decidir como pueblo, la abolición de la monarquía resulta básica. El movimiento popular ya está hablando desde hace tiempo de generar diversos procesos constituyentes (en plural) en los diferentes pueblos bajo el Estado español como paso previo a la construcción de un nuevo modelo político, económico y social para los mismos. Castilla no debe quedar al margen, junto a los demás, pero con su propio proceso constituyente.
En nuestras manos está impedir que la sucesión se llegue a producir, pongámonos a trabajar en ello, pues tenemos ese deber con nuestro pueblo y con nuestra clase.
Viva Castilla libre, comunera y soberana
Abajo el Régimen monárquico español
Yesca, la juventud castellana y revolucionaria