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Segovia tenía razón
José María Codón
Hace treinta años, cuando éramos muy pocos los que nos preocupábamos de temas regionales, esbocé una "Teoría de Castilla" en una conferencia pronunciada en la Mesa de Burgos en Madrid, Allí expuse las relaciones directas, dinámicas, vivas e ininterrumpidas, de Burgos con Segovia, como integrantes ambas de !a fecha inicial de expansión de los cuatro condes soberanos, que por eso se llama y se llamó "Castilla la Vieja". Después con la lectura de los maestros regionalistas, sobre todo los segovianos, he afirmado mis ideas, sobre la dualidad de regiones históricas, dentro de la Corona de Castilla, reino de León, capital León y reino de Castilla la Vieja, capital Burgos, Cabeza de Castilla. Una realidad que duró setecientos años. Dos regiones diversas pero compenetradas.
Los desmembradores de nuestros días no se percatan de que Castilla - la Corona de Castilla - abarca en 1833 treinta y seis provincias de las de ahora. En dicho año el liberal Javier de Burgos, más que con una pluma, con un bisturí, en la mano, trucidó los viejos reinos, y el centralismo barrió como un ventarrón los órganos y la autonomía de los mismos para convertirlos en departamentos provinciales. Borró hasta el nombre de las regiones, que se refugió simplemente en el papel escrito y éste a su vez en las escuelas se hizo tradición oral. Así todos hemos recitado estas agradables cantinelas: "Castilla la Vieja, tiene seis provincias: Santander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia y Avila. León tíene cinco provincias: León, Zamora, Salamanca, Valladolid y Palencia".
El resultado fue la agonía y muerte de las regiones. Como dijo con gracia Moneva Puyol, resultaron al cortarse la piel de España, cincuenta gatas muertas (las provincias), pero no un león vivo.
¿Qué no ha habido conciencia regionalista en Castilla? Ha existido siempre conciencia regional, y en determinados momentos regionalista, sobre todo frente a los separatismos exacerbados. Díganlo sino: En Soria, Elías Romera. Clemente Sáenz, el Conde de la Puebla de Valverde y Carazo; en Segovia, Tudela, Arévalo, Cerón, Gila, los dos Carreteros, González Herrero y el periódico "Tierra de Segovia": en Santander, Menéndez Pelayo, Pereda, Fernández de Velasco, Romero Raizábal v Marcial Solana; en Burgos, Merino, el conde de Orgaz, Estébanez, Gómez Rojí, Cortés, Diez Conde, Cominges, Zumárraga, Martínez Burgos, el diario "El Castellano" y el semanario "Tierra Hidalga"; en Avila. Belmonte, Ayúcar, Santamaría, La Orden y otros; en Logroño, Mazón, Zaldívar, Pas cual y Purón.
Con tales antecedentes, viene en estos días la moda de las mal llamadas autonomías y preautonomías. Sin consultar a equipos de expertos, historiadores y administrativistas o a los Colegios de Abogados, como se hace en todo el Mundo; y a las Universidades y Academias correspondienles, se dicta un decreto ley el de 13 de Junio de 1978 en que se funden seis provincias de Castilla la Vieja (para mi son ocho con Cuenca y Guadalajara) y las cinco de León. Y paralelamente se parte por la mitad a Castilla separando la Vieja de la Nueva, que se complica con el nombre de Castilla- La Mancha
Y así resulta, que unas corrientes minoritarias de Santander y Logroño, al amparo de tanto confusionismo, logran iniciar la desmembración, cuando la primera siempre perteneció no sólo a Castilla, con el nombre de Montaña de Burgos, sino a la provincia de Burgos, de la que fue un partido judicial en 1833 y lo mismo Logroño que no existía como provincia y fue un partido judicial de Burgos hasta la misma fecha. Y sin embargo, ahora se las quiere conceptuar "regiones históricas".
Al intentar privar a Burgos de la capitalidad, al decapitar a la Cabeza de Castilla, que cuenta con mil cien años en el rango, más los precedentes celtibéricos, hasta el siglo I de Jesucristo, se ha dado cuenta la ciudad del Arlanzón, del peligro del hibridismo Castilla-León (tres votos de la Castilla residual, contra cinco leoneses) sin información pública, sin orden del día, sin citarse a las seis provincias de Castilla como requiere el artículo 147 de la Constitución, el pueblo realizó la manifestación más multitudinaria y espontánea el pasado 26 de Junio) que se ha celebrado en Burgos en los últimos años, llevando a la cabeza a todas las fuerzas vivas. La moción del Ayuntamiento en pleno de defender la capitalidad y las palabras del alcalde y oradores que le antecedieron dirigidas a la multitud y las bases aprobadas por los manifestantes, separación del distrito universitario de Valladolid y constitución de Castilla la Vieja, con las seis provincias y al otro lado, el reino de León, con capitalidad en León, hermano pero distinto. Los vivas a Sepúlveda y a Segovia y los gritos de “Segovia tenía razón" se lanzaban a pesar del frio y la lluvia y de todos los "factores adversos".
Y mientras llega, esa unidad orgánica de las seis provincias con la Cabeza de Castilla se pensó que sea instrumento de unión a autonomía uniprovincial, régimen transitoria sin otra justificación que la de llegar a la unión de las provincias de Castilla la Vieja.
Esta ha sido siempre la tesis segoviana. Segovia tenía razón y tiene el argumento del artículo 147 y de la disposición transitoria séptima de la Constitución. No tengo información de la postrera sesión del Ayuntamiento. Pero es evidente que la literatura regionalista y el sentir del pueblo segoviano coinciden en la integración de todas las provincias de Castilla Vieja.
¡No cejéis segovianos, pues camináis hacia una meta común del brazo de nosotros, los burgaleses
«Diario de Burgos», 4 Agosto 1981
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