Leka te ponia yo a pico y pala a currar, para que te hicieras de izquierdas en cuanto te putearan, te debieran dinero, vacaciones y te amenazaran por exigir tus derechos.
Bueno, mi trabajo no es de pico y pala, aunque ya me han puteado en más de una ocasión, y sin embargo no me he vuelto más «de izquierdas», sino menos; y tampoco me he vuelto menos «progresista», sino más. Diferentes personas reaccionan de maneras distintas ante situaciones parecidas.
Cuando dejes la facultad abriras los ojos, que es muy bonito estudiar datos macroeconomicos sin tener que subsistir con 800 euros y encima puteado
Mi experiencia es que cuando se deja la facultad se empiezan a ver grietas en los principios tan solidarios que sirven de fachada a algunos «supuestos socialistas». No es que uno se vuelva insolidario, sino que se pregunta si la única manera de llegar a una sociedad más justa es por ese camino, y yo creo que hay otros y mejores. Creo en los servicios públicos, cuando son de calidad y están controlados por la sociedad, puesto que en una comunidad libre, los ciudadanos son muy libres de financiar con el dinero de todos lo que a todos pertenece, si así lo deciden. Pero para que eso funcione, todo el mundo tiene que ser muy consciente de adónde va su dinero, cuánto cuestan las cosas y decidir qué y qué no merece la pena financiar, y en qué términos. Adoptar posturas dogmáticas del tipo «todo tiene que ser privado» o «todo tiene que ser público» por cojones, está destinado a fracasar.
Me han llegado a decir que un sistema planificado es posible sin una burocracitación excesiva y tal
Me temo que así es... pondré un ejemplo práctico porque me gustan más que las abstracciones, además es un ejemplo de un ayuntamiento del PP para que no creáis que es una observación partidista. En un centro cultural de Madrid había una actividad sorprendente, con danzas castellanas, clases de dulzaina y tamboril, grupos musicales que ensayaban, compañías de teatro, asociaciones de mujeres, de mayores, de todo. El ayuntamiento les dejaba los locales y se hacían montones de cosas... el dinero público del distrito se usaba sólo para ayudarles en cosas puntuales, proyectos concretos, pagar a algunos profesores... estupendo. A algún capullo --en esta ocasión peposo-- se le ocurrió que tenían que profesionalizar aquello, para que fuera más glamuroso. Se contrató a un director nuevo, a un secretario, a más bedeles, a una legión de profesores y se institucionalizaron las clases. Lo que sucedió es que a la gente ya no le interesaba lo que se hacía en el centro, ya no se sentían protagonistas de la actividad y empezaron a declinar las matrículas y las asociaciones que allí participaban y al final se ha convertido en un erial. El caso es que mientras que era la sociedad la que proponía y ejecutaba, la que indicaba el camino por el que había que ir, dejando que cada uno se realizase a su manera y la que decidía, todo iba bien, cuando los burócratas se hicieron con el control todo se fue a la mierda. Ahora, eso sí, hay un tropel de funcionarios --imagino que enchufados-- que viven del cuento, se hacen folletitos muy bonitos que cuestan un pastizal al ayuntamiento y la cosa queda mu pofesional... pero la cultura ha muerto.