Un gran artículo en mi opinión. Creo que se queda corto por cuanto olvida que la mitad del tiempo y personal empleado por la Administración no hacen nada útil, es perfectamente prescindible, con el doble problema que eso acarrea: no solo no producen sino que dilapidan lo que otros generan y se crea una casta social, una élite, una especie de "clero de funcionarios" que como en la edad media pueden llegar a ser un tapón para la evolución y progreso mismo. ¿Cóm es posible que seamos junto con Italia el pais con más coches oficiales y chóferes del mundo?, ¿para qué sirve un ministerio de igualdad?, ¿porqué no otro de fraternidad o de solidaridad o del amor?... Esta crisis será peor que otras pq ésta se caracterizará pq destruir empleo, por desandar lo andado, por destruir clase media y volver a la clase poble lo que traerá mas socialismo...y si no dentro de 6 meses hablamos de nuevo.
Enrique de Diego
2 de mayo de 2008
SER O NO SER
El Estado –especialmente, de Bienestar- es una estafa piramidal El Estado es una estafa piramidal. No es una opinión. Es una constatación. A pesar del consenso alcanzado, del orgullo reiterado de todos los aparatos de propaganda estatistas –el más apasionado el socialista-, la cuestión es que no funciona, se está viniendo abajo, ha empezado a hundirse y si no se reacciona nos puede coger a todos debajo y llevarse por delante la sociedad abierta. Es a lo que me refiero cuando, insistentemente, diagnostico –desde el programa A Fondo, de Radio Intereconomía- que no estamos ante una crisis coyuntural, ni estructural, ni ante un fenómeno contemplado en la teoría de ciclos, sino ante una crisis de modelo. No de modelo de desarrollo, sino de las mismas bases de la sociedad, y del Estado.
Si no se empieza a reducir drásticamente el gasto público y a reducir sensiblemente el aparato del Estado, no habrá dinero para sostener ni la sanidad estatal, ni la educación estatal ni, por supuesto, las pensiones. El secretario general de Comisiones Obreras, José María Fidalgo, acuciaba, recientemente, a reunirse y alcanzar acuerdos o el sistema de pensiones entrará en quiebra en diez años. Para que no entre en quiebra el primer acuerdo debería ser sacar a Fidalgo y a Comisiones Obreras, y a los sindicatos y los partidos de los Presupuestos.
Según la Fundación Empresa y Sociedad, un grupo de estudios financiado por bancos, cajas y algunas de las más importantes empresas españolas, a consecuencia de la crisis demográfica de la "población nativa española", España precisaría la llegada de 157.000 trabajadores extranjeros al año hasta 2020. Es decir, se necesitarían dos millones de trabajadores extranjeros. Tan curioso análisis –hecho público en abril de 2008, en plena destrucción de empleo en el mercado español, y con los emigrantes como principales víctimas- se establece relacionado con el envejecimiento de la población; es decir, con el sistema de pensiones.
Es una demostración de la ignorancia respecto al funcionamiento de la sociedad por parte de los técnicos, intelectuales y profesionales, sobre todo cuando están financiados con un objetivo concreto, en este caso dar una imagen positiva de la emigración –captar clientes emigrantes por los bancos- y evitar la xenofobia.
Según la citada Fundación, la edad más joven y con familias más amplias de los emigrantes hace que no consuman proporcionalmente ni en sanidad ni en educación lo que aportan, mientras que en pensiones el gasto es inexistente. Dicho de manera más directa: consumen mucha más sanidad y educación de lo que contribuyen con sus impuestos. Pero se equilibraría por el hecho de que prácticamente ninguno cobra pensión, dado lo reciente del fenómeno migratorio en España. Bien, eso es cuestión de tiempo.
La solución, según las buenas intenciones de los expertos, es la aportación constante de emigrantes. Con la pequeña salvedad de que han de ser contratados y para ello la economía ha de funcionar bien y generar riqueza y empleo. En otro caso, no tiene ningún sentido que vengan. De hecho, el informe es una
interesante demostración de que el Estado, tal y como está concebido, con sistemas estatales de prestaciones, es una estafa piramidal, que precisa sostener y ampliar la base de contribuyentes netos. Pero es el peso del Estado el que lo impide. Esos 157.000 trabajadores anuales supuestamente necesarios lo son para mantener el sistema de pensiones, que está quebrado, al tiempo que ayudan a quebrar el sanitario y el educativo. No porque sean emigrantes, sino, por la sencilla razón, de que se trata de un modelo ineficiente, oneroso e insostenible.
La estafa exige, por tanto, el aporte de un número creciente de personas que puedan ser depredadas por las castas parasitarias y por el llamado Estado de bienestar, pero esa leva resulta imposible por el mismo anquilosamiento del modelo, de modo que éste ha entrado en quiebra.
El riesgo al que nos enfrentamos es a una
depauperización de la sociedad y a una proletarización de las clases medias, asfixiadas por la expoliación. Esa antigualla estatista del socialismo no va a hacer otra cosa que acelerar y agravar la crisis, porque
el socialismo es el problema y no sabe hacer otra cosa que generar miseria.
Por eso, no he entendido –salvo por las salvas y los juegos de artificio del momento- ni la satisfacción socialista de la noche electoral, ni el frívolo oropel desplegado en las tomas de posesión, pues ni a Zapatero le deseo lo que se avecina: ver el final de su mundo, de sus fracasadas ideas;
el fracaso del socialismo democrático, que entraña la impronta tan ineficaz como autoritaria de todo socialismo: esa pasión irrefrenable por la depredación del Estado y ese odio compulsivo a la libertad personal.Ha utilizado a las mujeres para revestir los harapos de su desnudez ideológica; ha utilizado a los homosexuales para dotarse de un esotérico discurso contra las bases morales de la sociedad y sus más sólidas instituciones. Ha hecho guiños a los radicales para entrar en sus predios y caladeros, como un consumado estratega de la trapisonda electoral.
Nada de eso le va a servir ante el juicio inapelable de la economía: la expoliación de las clases medias, que es la base del sistema, y se ha constituido en su consenso, y es la pulsión socialista por excelencia, lleva al desastre irremisible a la sociedad.
El socialismo es un desastre sin paliativos: paridad de paro e igualdad en la miseria.Lo grave es que en este entierro del socialismo, que ofician Zapatero y Solbes, estamos invitados todos. Definitivamente, no nos merecemos este Gobierno. Se lo merecen, desde luego, los que le han votado.