Buenas. Quería comentar algunas cosas.
Lo primero, siguiendo el debate con Leka Díaz de Vivar, aclarar algunas cosas de mi anterior intervención.
En absoluto estoy proponiendo que el estado acabe con el déficit subiendo los impuestos.
Lo que estoy planteando es la necesidad de tener cierta claridad a la hora de definir de dónde procede ese déficit, y la necesidad de tener una clara postura acerca de si es justo el paquete de medidas impulsado por el gobierno o no, y es en este punto donde tengo una opinión diferente.
El capitalismo más especulativo ha presionado a los Gobiernos a través de las bolsas para conseguir de los estados la
adopción de una política económica que ha garantizado la absorción pública de la deuda privada. Este es el asunto. Y esta es la vergüenza.
El plan de rescate famoso adoptado por los países de la zona euro hace meses, ha consistido en
asumir las pérdidas de la banca privada con dinero público, el dinero del conjunto de los contribuyentes. Estaremos de acuerdo en este punto, me imagino, porque es algo incuestionable. Eso es lo que ha pasado.
Durante años, los beneficios del sector financiero, que han sido muchos, han sido acaparados por unas pocas manos, y cuando ha llegado la hora de las vacas flacas, las pérdidas se socializan. A eso se le llama privatizar las ganancias y socializar las pérdidas, un funcionamiento que pone en cuestión una de las premisas básicas del liberalismo, que se basa en una supuesta falta de regulación estatal de los mecanismos económicos. El liberalismo ha sido puesto en entredicho de pies a cabeza, ya que sin la intervención de los estados y sin la inyección de dinero público, muchas entidades privadas hubieran quebrado, y ello nos hubiera llevado al colapso, ya que sin flujo de capital, las PYMES tendrían que cerrar a miles. Pues bien, se inyectó dinero público a las entidades financieras privadas, y ese dinero no se ha utilizado para financiar a las PYMES, sino para recomponer los márgenes de beneficio de dichas entidades financieras. Eso sólo puede tener un nombre en castellano: timo o robo.
Los mecanismos que ha adoptado ese rescate son diversos: la compra masiva con dinero público de acciones bancarias para frenar su tendencia bajista, el intercambio muy por encima de su valor real de todos los activos-basura en posesión de las entidades financieras, y el aval con la garantía del estado de las futuras emisiones de bonos u otros productos financieros por parte de las entidades bancarias privadas.
¿Ha dónde quiero ir a parar? A que el coste total de las operaciones en Europa se ha evaluado inicialmente en un monto de 2 billones de euros, es decir, dos veces el total del PIB anual del estado español.
Y en el caso de los recursos previstos en el estado español para dicho rescate, si no me equivoco (y no me equivoco, ahí están los datos en las hemerotecas) han supuesto alrededor de un 15% del PIB, o lo que es lo mismo, 150.000 millones de euros. Es decir, se han transferido más fondos públicos a la banca privada que los que se han transferido al conjunto del gasto social, ya que según los presupuestos de 2009, lo previsto para prestaciones por desempleo alcanzó un máximo de 19.615 millones de euros y el monto total por el pago de las pensiones alcanzó cerca de 106.000 millones de euros.
Desde mi punto de vista, es evidente que dentro de los diferentes factores que han producido el déficit en el estado español en el último año el esencial es esta inyección de 150.000 millones de euros a la banca privada. Sin esa inyección, no hubiera habido que recortar esas 15.000 millones de euros que se han recortado, y es más, se hubieran podido destinar a salvar a las PYMES para evitar el incremento del gasto.
Pero eso hubiera supuesto una política que por desgracia hoy en día nuestros políticos no están dispuestos a plantear: una política justa, encaminada a defender los derechos de la mayoría, del común de la ciudadanía, y no a defender los beneficios de unos pocos.
Por eso, plantear en estos momentos que la única manera para reducir el déficit es atacar al estado de bienestar es aparte de incurrir en un grave error de análisis, cuando menos también una auténtica locura.
Pero el capital financiero no atiende a razones, más que asegurar su propio beneficio.
En ese sentido, ahora que el estado no tiene dinero para cubrir ese despilfarro que ha supuesto la inyección de dinero público a manos privadas, ahora que el estado se ve obligado a recurrir a préstamos privados, tiene cuando menos narices la cosa que haya que recortar el estado de bienestar para que los prestamistas se sientan tranquilos. Los prestamistas (las entidades financieras alemanas, francesas y anglosajonas) nos estás imponiendo sus requisitos: recorte de gasto social, reforma laboral, incremento edad jubilación, recorte pensiones, recorte sector público, privatizaciones, etc.
Y es la hora de decir basta.
¡Saludos!

